No creo que bueno llegue nunca a definir al circuito de Interlagos; uno de los mejores ya se va adhiriendo más al escenario en donde Felipe Massa perdió el campeonato de 2008 en la última curva de la última vuelta. El magnífico trazado situado en los arrabales de la extensísima ciudad de Sao Paulo cuenta con varias curvas de amplio radio, dos largas rectas, una rápida chicane y un constante sube-y-baja como carta de presentación. No creo que se puede pedir más a un circuito de carreras. El asfalto sudamericano divide entre hombres y niños, y Max Verstappen estaba sabiendo bailar entre sus giros. Conduciendo, muy posiblemente, el vólido más rápido y acompañado de la mejor estrateagia, el neerlandés avanzaba disparado hacia una nueva victoria. Sin embargo, la Fórmula 1, de vez en cuando, nos regala golpes de teatro prácticamente inverosímiles. El francés Esteban Ocon, a los mandos de su Force India, ocupando la decimocuarta posición y con ligeras posibilidades de puntuar, entró a concurso.
Tomando como referencia las palabras de Ocon y añadiendo un par de puntadas de lógica puede llegar a entenderse que lo que ocurrió fue lo siguiente: Max, el líder de la carrera, adelantó a Esteban mientras este último realizaba su pit stop. Al salir el francés de la calle de boxes con sus neumáticos recién extraídos de las mantas, calentitos y pegajosos y propensos a agarrarse al alquitrán por muy rápidos que su piloto los pusiese, comenzó a marcar mejores registros personales, hasta que se cruzó con Verstappen, más lento que él pues ya se encontraba en un modo que ayudaba al ahorro recursos. Esteban Ocon responde al carácter de ese bicho raro que conocemos por piloto de Fórmula 1, que sonríe cuando ve 350 km/h en su volante y que peca de egoísta cuando el líder de la prueba puede entorpecer su batalla por ser décimo. Es entonces cuando Ocon pregunta a su ingeniero: "¿Puedo desdoblarme?", el ingeniero sabe, primero, que diga lo que diga su piloto va a intentar desdoblarse y, segundo, que el reglamento no lo prohíbe (y espero que nunca lo prohíba). Sobre un lado de la balanza de Ocon pesaba el riesgo de manchar su conciencia por privar a un compañero de la victoria, pero al otro lado las opciones de poder pasar a ser décimo, desequilibraban. El de Force India decidió que el adelantamiento sería allí donde, con anterioridad, sus intentos hubieron tenido éxito, y ejecutó su plan. Ambos pilotos se encontraron rueda-a-rueda en el punto medio de la citada chicane rápida, cuando la insistencia de Ocon y la tozudez de Max por no ceder ni una sola décima chocaron. Verstappen terminó segundo y Ocon decimocuarto (stop&go, incluido).
Esteban Ocon redujo a añicos la prometedora primera plaza de Verstappen y recibió su correspondiente y merecida sanción. Muy seguramente Ocon asumió esa responsabilidad en el momento en el que pisó el freno un par de palmos más allá de donde lo hizo el sábado al mediodía en su vuelta de clasificación, pero quizás también pensó que Verstappen vería el peligro vestido de rosa en sus retrovisores. La mirada desafiante del exponente de la marca RedBull al salir de su monoplaza ofrecía mucho más discurso que mil palabras. Aquello no se terminaría allí. Verstappen buscó y encontró a Ocon, y cuando se cruzaron sus miradas, no solo tuvo a bien reprocharle la acción sino que le empujó por una, dos y tres veces. Momento en el que la conciencia de Ocon se volvió esfera y se quedó sin aristas.
Verstappen, aún sin calmar, entró en el ante-podio. Kimi le preguntó por lo sucedido y comenzó a colocar una palabra tras otra. Sin embargo, Lewis Hamilton, quien secundó la aparición del neerlandés, puede que viese en el joven piloto de Red Bull el reflejo de aquel brillante piloto británico con muchísima proyección y temperamental que mandó al garete un campeonato mundial por arañar dos centésimas a la entrada del pit-lane de China. El ya cinco-veces campeón, tan espiritual como se muestra tanto como puede, quizás pensase que era buen momento de hablar con su yo de once años atrás a través de Verstappen: "Él tiene derecho a desdoblarse y no tenía nada que perder y tú podías perderlo todo." fue entonces cuando la fiera hizo un amago de amansamiento. Si Verstappen es listo sabrá asimilar el consejo, y no dudo de la inteligencia de un futuro campeón del mundo de la Fórmula 1.
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