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miércoles, 3 de febrero de 2021

El cero a cero no existe

El Levante llevaba como quince partidos sin ganar cuando Muñiz aún estaba en el banquillo granota. Después de muchos que si sí que si no, después de una encerrona en Anoeta casi indigna de los jugadores al indudablemente asturiano, después de dos derrotas injustas en Mendizorroza y contra el Betis; el club lanzó un último aviso a Juan Ramón: "Como no ganes el domingo, hasta luego".  Tres meses y medio habían pasado desde la última victoria granota y justo cuando se iba a completar el cese del entrenador, el Llevant se puso en disposición de ganar un partido muchas decepciones después. A.J. Morales convirtió desde los once metros una pena máxima más que clara, y en el tiempo añadido parecía que Muñiz se iba a quedar, como poco, siete días más; parecía, cabrones, parecía. Jurado nos hizo la trece-catorce y Leo Baptistao igualó el partido en el último minuto. Como ya anuncié el día de la refundación de este sucedáneo de portal web, no me molestó mucho que los periquitos nos birlaran la victoria en el último instante; Muñiz ya pertenecía al pasado del Levante. Esa misma tarde, el equipo filial marchaba hacia Elda en autobús encabezados por un pelao. A ese pelao le vibró el teléfono, ponía: "Tito": "Oye, Paco, amoh a veh, que... hemos tirao a Muñiz. Pasas a ser el entrenador del primer equipo." (Tú y yo sabemos que Tito es mucho más caballero que esto, era por no desentonar.). Nadie podía saber en ese momento, que aquel aleteo de mariposa, provocaría el gol de Roger en el último minuto de una prórroga de Cuartos de Final.

En aquel mismo instante, el Levante firmó un pacto, más que con el diablo, con el buen fútbol. Nunca jamás se viviría un cero a cero. "Guardaremos en un rincón de nuestro corazón granota aquellos épicos 0-0 contra Málaga, Espanyol, Leganés, Sevilla... para añorarlos cuando nos cansemos de perder por ir al ataque." [referencia]. Desde entonces, en Orriols no se ha visto un solo pelotazo de más. El Levante permutó el orden establecido: ahora, primero se ataca y si no se puede, se defiende, que no al revés. El no-sé-qué-qué-sé-yo que llamaba al gol en todos los partidos del Levante solo ha tenido tres despistes: un día de mucho viento contra el Getafe, una inexplicable apacible tarde contra el Éibar y una noche en Pucela en la que Aitor le ganó el pulso al imparable acuerdo parando un penalti en el último minuto. En el resto de partidos ha habido gol, por muy cerrados que parecieran (Valladolid en casa o la visita al Coliseum nada más empezar) o por muy tarde que fuera (Mestalla o el Sánchez Pizjuán).

Hoy, con cero a cero y el tiempo cumplido, el levantinismo o... más bien, de los fieles lectores de este sucedáneo de portal web, aquellos que realmente creyeran en el pacto, resumiendo: yo, tragué saliva mientras Parejo posaba el balón en la frontal del área. El partido estaba visto para sentencia después de que Cárdenas (correcto el resto del partido) dejara el balón suelto dentro del área. Álex Baena, jugador que ni tú ni yo conocíamos antes del partido, definió remantando contra el suelo y superando a nuestro pobre guardameta granota. Pero la pelota no entró. La Geperudeta, que tiene el cielo ganao, dispone y nunca le tuerce el gesto a los desamparados; pero es Postigo quien corre a defender la portería y preserva el empate como si la vida le fuere en ello, Geperudeta mediante. Incrédulos aquellos creyentes del pacto, parecieron olvidar que el partido de hoy durase dos horas y no hora y media; todavía se cumplía el acuerdo.

La prórroga es tiempo de valientes y el amigo Paco López arquea las cejas, cual niño confundido, cuando se le explica el significado del miedo; ni conoce la palabra, ni sabe de la sensación. Eso parecía inculcarles con ahínco el tio más sabio de toda Silla a sus jugadores justo antes del segundo periodo de la prolongación. Yo, que respiré bien hondo al ver acercarse la muerte con la falta de Parejo, no pensé en ningún momento en los penalties, contaba con la certera certeza del gol en los partidos del Levante de Paco López. Aunque, a decir verdad, tuve un momento de debilidad en el que sí pensé en que la tanda podría ser realidad. Un segundo después, Rulli sirvió el último saque de puerta del partido (que no el último saque de centro). Más gafe no puedo ser.

Cuando el Levante lió la marrana contra el Sabadell en la semifinales de la Copa del Rey, tu abuelo no había nacido, y el gol de Nieto a pase de Agustinet contra el Valencia fue cuatro años después. Tras todo ese tiempo de espera, por fin hemos encadenado una serie de partidos que nos permite codearnos con los cuatro mejores del torneo; que puta pena que no haya público para verlo.



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