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domingo, 7 de marzo de 2021

Un plan perfecto

El Levante todavía parece no haberse recuperado del infausto despeje de Vukcevic que nos impidió ser eliminados en una dolorosísima tanda de penalties. Por lo que respecta a la pequeña porción de la grada que yo represento: estamos bien, pero no nos flipemos. Si el mejorable desenlace del partido de nuestras vidas fuera un mal de panxa, yo habría salido de la cama, pero seguiría cenando pan con aceite y jamón york (y si el pan no está tostado, mejor). Eh, cuidao, que yo, al menos, he salido de la cama, porque los de les barres blaugranes siguen sin poner un pie fuera del edredón; sin embargo, pa-mi-que se han ganado el perdón. Que tire la primera piedra aquel granota de bien (léase que no tenga una cuenta de Twitter con la foto de un jugador en su perfil) que no pensase el viernes de la reflexión en que el partido de Anoeta iba a ser más jodido de lo normal. Esta tarde hemos jugado tan mal que, de no venir de donde desgraciadamente venimos, yo, líder autoproclamado de la cofradía del extraño fenómeno del optimismo en Orriols, hubiera quemado la falla sense ninot indultat ni hasties; aunque, pensándolo mejor, habría elevado una disculpa porque no siempre se puede jugar bien. Gracias a Casadesús hoy tocó jugar contra la Real Sociedad y no contra quien tú y yo sabemos.

Por muy difícil que sea de creer Mikel Merino hizo subir el uno a cero al marcador en el minuto diez de juego. Es casi incomprensible la cantidad de cosas que se pueden hacer en diez minutos. Desde que Paco López descolgó el teléfono camino de Elda, el Llevant se ha visto sumido en una fiesta perpetua que nunca pierde la capacidad de sorprendernos por mucho que la relación se dilate en el tiempo. Después de los dos cohetes, de la vueltecita de Mikel Merino al banderín, los chavales a los que tenemos el gusto de llamarles nuestro equipo vinieron a demostrar que no se habían olvidado de jugar a fútbol, solo que no se acordaban. De forma consecutiva el Levante enlazó dos jugadas, la segunda mejor que la primera, que si bien demostraron que habíamos saltado al campo fueron insuficientes para alterar a Remiro (suplente de Raúl la temporada del último ascenso). Total, que Toño hace una de las suyas en un saque de banda, a Rochina se le atornillan los tacos al césped y Coke hace un penalti tonto, claro, inútil e indigno de un triple campeón de la UEFA. Lo que no sabía el buen granota, pero sí supo después del horrendo disparo de Oyarzábal desde los once metros es que estábamos en uno de esos partidos del antiguo Levante de diez tíos defendiendo, un señor oscuro de delantero y muchos despejes. Aunque, a decir verdad: solo hubo nueve tíos defendiendo porque Toño solo estorba; no teníamos un negro arriba, a cambio teníamos a Dani García que llevaba bastante tiempo aportando poco; y despejes... no hubo muchos. Lo que quería expresar con esto es que el rival por mucho que hiciera, como pasaba en aquellos primeros años de la década del 10, no iba a meter gol. El dueño de este sucedáneo de portal web se percató de esta condición paranormal hacia la media hora de partido y desde entonces la tarde fue una risa interminable.

Si el fútbol fuese un negocio serio, hoy Toño habría jugado su último partido en Primera División y espero que, como poco, sea su último partido con la camiseta del Levante; Dios nos salve de alguna desgracia que lo obligue a jugar. Tras ser cambiado en beneficio de Carlos Clerc, el conjunto de los granotas y el fútbol en general, el Levante empezó un fulgurante partido de nueve minutos en el que, de conjugar su juego con el gol, los indomables de Paco López alzarían los brazos victoriosos a pesar de los arañazos, las magulladuras, los moratones, el par de tibias rotas y la fractura de radio y cúbito en ambos brazos que David Silva y compañía tuvieron la cortesía de propinar al maltrecho cuerpo blaugrana. En el plan que había tejido en mi mente, después del tiro al palo y del tiro al larguero, después del penalti fallado, después del gol correctamente anulado, después de los tres uno contra uno desperdiciados, después de la excelente parada de Cárdenas (uno de los dos que se salva de la quema) a Isak, después de la casi parada de Rochina a Silva, después de los dos despejes de Duarte sobre la línea de gol, después del tercer despeje sobre la línea de gol de Son (segundo y último aprobado del día) y después de quitar a Toño; después de todo ese vendaval de fútbol de la Real, en mi plan perfecto solo quedaba enchufar la que tuviéramos. Pero el córner olímpico de Bardhi se estrelló en el larguero y no entró en la portería.




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