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domingo, 11 de agosto de 2024

Creo que te entiendo

Benvinguts al Estadi Ciutat de València Martínez Valero on es va disputar el partit corresponent a la jornada número zero del campionat de lliga de Segona Divisió que enfrontarà al Elx Club de Fútbol front al nostre Llevant Unió Esportiva. Els equips presenten per a hui la següent alineació. Cuando solo quedan siete días para que la temporada dé comienzo en Gijón, el grupo que conduce Julián Calero muestra indicios de estar preparado. Calero ha evitado el mayor temor de todo entrenador y al término de la pretemporada su equipo parece ordenado y bien entrenado; los movimientos y las decisiones de sus jugadores, mayormente correctas, tiene un motivo superior a su propia intuición y experiencia, es decir, los dicta su jefe. Ayer, tras el primer corner del partido a favor del Levante, el equipo replegó a sus puestos en dos parpadeos para alegría del dueño de este sucedáneo de portal web, partidario de un fútbol más fantasioso, y para satisfacción plena de Julián que, aunque no lo vi de cerca, me lo puedo imaginar fácilmente. Tanto es así que, de no ser por las camisetas huérfanas de apellidos y la participación de algún juvenil o jugador candidato a las apariciones esporádicas, yo habría pensado que el de ayer se trataba directamente un partido de liga. Piropazo.

El avezado lector de este sucedáneo de portal web conocerá perfectamente mi acérrima animadversión para con entrenadores como Calero. Su contratación no colmó mi corazón granota de alegría. Con equipos tan repelentes como aquel Burgos que perdió fuerza en plena carrera por el ascenso y con declaraciones tan amables y consideradas como la manoseada: «Que los rivales odien nuestro fútbol es una señal inequívoca de que estamos haciendo las cosas bien» -me pregunto cuántas veces usan la palabra «inequívoca» este tipo de entrenadores salvo para decir esa chorrada- Julián Calero ha ido labrando mi total y leal admiración. Es ironía. Sin embargo, debo puntualizar una cosa, ayer el Levante jugó al fútbol mucho más de lo que esperaba, si bien mis expectativas eran nulas. Y eso me pone feliz y me hace abrigar la esperanza de que en este campeonato no vamos a visitar los campos de España, con nuestro escudo como estandarte, brotando la irritación de los rivales a cambio de conseguir un puñado de puntos y una victoria tan inequívoca como vergonzosa.

Si este Levante nuestro fuera un estudiante y el próximo domingo tuviera un examen en Gijón, no se le podría negar a nuestro querido alumno que le ha puesto empeño para prepararse la prueba. Más allá de destellos en jugadas concretas como el repliegue en los primeros minutos o una excelente combinación, claramente preparada, tras un saque de meta, el Levante tuvo una idea y ordenó su juego alrededor de esa idea. Dos extremos estaban tapando la banda -Morales y Brugué- sin balón para pasar al centro del ataque y dejar el camino libre a los laterales -Marcos y Andrés-. Una solución táctica que se mantuvo incorruptible ante el paso de los minutos y que permitió, especialmente en el primer acto, cargar el área rival con tres jugadores, más Pablo. El gol del recambio de Javi Guerra vino gracias a un potente latigazo que no sé si pilló despistado a Edgar Badía o, en cambio, lo despistó; la perspectiva que ofrecía mi localidad en el Martínez Valero no me dejó apreciarlo. Que Pablo Martínez juegue pegado al área me mola, que Kocho y Oriol Rey ocupen el centro del campo me parece coherente, que Lozano y Pablo se tengan que repartir los minutos ya no me gusta tanto. Como tampoco me gustaría que Brugué o Carlos se vieran relegados al banquillo porque tenga que jugar El Comandante, ayer tan desesperante como siempre. Pero si un equipo se basa en diferentes roles y su éxito depende de cubrir todos, el Levante tiene un problema con la función del lateral. Ayer Andrés, que ya lleva el número dos, sufrió como un cabrón defendiendo al mejor jugador del partido -Yago Santiago- entre otras cuestiones porque tiene de lateral lo mismo que yo tengo de xoto; su sustituto fue un juvenil. Por el otro lado, Marcos Navarro, otro juvenil, mejoró el nivel que ofreció en los dos momentos que jugó la temporada pasada, no brilló, tampoco desentonó; su sustituto fue un central casi juvenil al que le sustituyó otro juvenil. Es una pena tener que repartir minutos o tener que perder la finta y el esprín de Andrés; creo que te entiendo, Calero.



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