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domingo, 21 de agosto de 2016

Jason lidera al pelotón granota


Todos los soldados se agolpan sobre el linde cuando el navío toca tierra. El desembarco sobre el áspero e intransigente territorio de la división de plata del fútbol español no es para nada sencillo. La caída desde la élite más absoluta a un status visiblemente inferior no es un viaje que desprenda precisamente agrado. Nadie quiere verse involucrado en un desplome que abarca la distancia entre dos categorías de pedigrí muy distinto. El cuadro blaugrana, hoy azul celeste, saltó al estadio "Los Pajaritos" a reescribir su historia desde el sotano de los tiempos modernos en Orriols. Afilan sus espadas quienes ocultos tras el amparo de su escudo, curtido en mil batallas, claman voces de guerra en un acto que separa a los niños de los hombres, a los cobardes de los valientes. Sobre el verde tapete del campo de batalla de Soria, la coronación del jóven Jason Remeseiro copa la atención de todas las miradas. Quién comenzó a correr sobre el pasto del Ciutat de València a una edad casi adolescente y quién en las últimas temporadas ha deambulado entre el primer equipo, el filial y cesiones, hoy, cual experimentado líder, ha descifrado el enigma de la resistencia rival, y no es una resistencia nimia cuando se trata de la numantina.

Como quién curiosea sobre una parcela la cual no ha pisado durante un tiempo, el Levante tuvo suficiente con mantenerse de pie en el primer periodo. Nadie se aproximó a ninguna de las dos porterias, el partido se condensó en el centro del campo y no alcanzó nunca los extremos; Aunque visto lo ocurrido en la totalidad del encuentro, harto probable resulta que la primera predisposición táctica granota fuera pura fachada. El Levante era conocedor de que manteniendo la portería a cero garantizaba un punto, por lo que no era necesario un descontrolado y ardiente inicio en pos de un gol veloz en detrimento de su solidez defensiva. El Levante salió a ganar el partido, pero también a no perderlo.

Como los equipos de grandes nombres, tras el paso por los vestuarios, el Levate aceleró. Y el fragor de la batalla llamó a los hombres valientes. Se podía medir en segundos el tiempo que necesitó Jason para dejar de ser el niño del B. No empleó ni diez minutos en perforar la porteria rival con golpe fuerte y seco. Javier Espinosa puso todo el peso en el lado de la balanza granota y Jason no erró, de primeras, tal y como venía, con la fuerza de un cañon. Con la diferencia más mínima en favor de los visitantes, sobre Toño cayó un expulsión que depende a quién preguntes ofrecerá respuestas dialmetralmente opuestas, en función de la bufanda que porte el encuestado. Bien merecía un malestar generalizado un superioridad númerica contraria y a domicilio, pero el cuadro valenciano cortocircuitó por completo el sistema operativo numantino igualando, primero, y aventajando después el número de efectivos sobre el rectángulo. En una competición donde se roza el infierno y se acaricia el cielo en tan solo tres semanas, el Levante golpeó primero. Don Jason Remeseiro golpeó primero.