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domingo, 1 de mayo de 2022

Cabezonería

En esta casa estamos encantados con el perímetro craneal de Óscar Duarte. Ayer, ya de noche, la cabeza más grande de toda Costa Rica fue bendecida por la Gepedureta para emoción y alegría del buen granota. Nuevamente, un digno partido de les barres blaugranes se colaba por el sumidero que nos va a llevar a Segunda División hasta que Bardhi, a instancias de Alessio, sacó en corto para lograr el segundo gol de corner en toda la temporada. El pase de Morales fue medido, como ensayado, y el cabezazo de la almendra que Duarte lleva sobre sus hombros impactó en la red con Valencia... violencia, quiero decir.

Tras birlarle una victoria fácil a los chotos en Mestalla a diez minutos del final, la posición clasificatoria pasa a ser como la categoría en la que jugaremos la temporada que viene: secundaria. El sistema de puntos es un convenio acogido por el total de aficionados al fútbol cuyo objetivo es no morir de aburrimiento cuando se juega con el Celta, Osasuna o cualquier otro equipo con el que no compartas ciudad. Un convenio que, por cierto, nos va a mandar a Segunda División. Para el tipo de partido que se jugó ayer, es decir, contra el Valencia, los puntos, en el mejor de los casos, son algo despreciable. Yo hubiera sido el tio más feliz del universo si al final del partido, con una victoria en el bolsillo, le hubieran dado los tres puntos al Valencia, en lugar de a nosotros. Hubiera cambiado 0 puntos y una victoria por 3 puntos y una derrota sin mirar quién me tendía la mano. Saberse en segunda o salvarse en primera da lo mismo cuando se visita la Avenida Aragón.

Y tu te lo crees. Te lo crees porque lo llevas rumiando toda la semama. Pero también te lo crees cuando antes del primer minuto ya tienes un corner a favor. Campaña había cortado ya tres pases interiores en 20 minutos, Soler no estaba fino a balón parado y el Levante estaba decidido a atacar largo en el espacio y corto en el tiempo que es justo lo que nos ha funcionado desde la promoción de Alessio. Uno realmente piensa que puede ser el día cuando ninguno de los dos centrales de ellos tampoco están atinados. Y, a pesar del gol en contra y de las peinetas en la grada (y no me refiero a las dos chicas tan simpáticas que vi a la salida peinadas de falleras), el Levante tiene a un tio más en el campo un minuto después de encajar gol. Había quien prefería recibir un gol y provocar una expulsión a jugar once contra once pero mantener la portería intacta.

Era fácil pensar que iban a llegar más oportunidades de gol después de que Campaña fallase por poco un balón perdido dentro del área. Sin embargo, ya se podía intuir la que se nos venía encima, cuando el señor Giorgi, que el pobre no tiene ninguna culpade haber elegido al equipo incorrecto, paró con el sobaco el mano a mano que Dani Gómez no tuvo a bien marcar justo antes del descanso. No te viene de nuevas que Son se tire dentro del área pequeña en lugar de dar el pase de gol, como tampoco sorprende que Morales recorte para pegarle con la izquierda mientra corría cara a portería o que la carrera de Dani sea cada vez más lenta en lugar de cada vez más rápida en la jugada que pudo haber cambiado el partido tras un pase excelente de Pepelu. Y en el momento en el que Bardhi hace sonar el larguero desde la otra puta punta de donde nos tienen en la grada, el buen granota asume la realidad y entiende que esta es la vida que le ha tocado vivir. Por suerte, Alessio y Duarte tenían otros planes para nosotros.

Bordalás es ese tipo de entrenador que sabe que los méritos en el fútbol son cosa prescindible. Solamente es una forma de entender el juego. Aunque, a decir verdad, a Pepe no le gusta mucho eso de jugar. Él tiene bien aprendido que para ganar un partido no se necesita una exhibición sobresaliente durante noventa minutos; con tres pases buenos en cualquier momento del partido se puede llegar a la victoria. Y, de hecho, lo estuvo consiguiendo hasta faltando diez. La moral, el honor o incluso la palabra son cualidades ajenas a él y que simplemente impiden o ayudan a impedir su objetivo: ganar. Para él, ser entrenador es un trabajo que se hace y punto. Seguramente, el camino más corto que encontró para hacerse con un buen montón de dinero. Diría que al señor Bordalás ni si quiera le gusta el fútbol. Su planteamiento ayer no fue tener la pelota, tampoco fue replegarse para aprovechar el espacio tras un robo, ni si quiera se centró en defender o en trabar el juego con agresividad. A lo único a lo que se dedicaron sus chicos ayer antes y después de la expulsión fue a imitar ser objeto de falta. El gol de ellos tras una acción fulgurante de tres pases fruto de una falta fingida, llenó de orgullo su corazón (de tenerlo). Uno con peinado, zapatos y traje y otro con zapatillas, chándal y polo. La diferencia entre cumplir y jugar, entre trabajar y dirigir a tu equipo. Y, aunque Bardhi se agarrara la cabeza en el círculo central cuando todo se terminó, el aficionado no granota que acudió a ver el fútbol marcharía pensando si, en realidad, su equipo no es mejor que el Cádiz hace dos semanas, que el Osasuna hace siete días o que el último clasificado ayer. A veinte días para desmontar la paraeta, el Levante tiene 26 puntos y uno es en Mestalla.