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martes, 17 de octubre de 2023

D. Gómez

Anoche, el equipo para el que juega Dani Gómez reunió méritos para llevarse la victoria. Retirando el primer y último cuarto de hora de partido, el Levante dominó el fútbol durante la fase central sin valerse de holgadas aptitudes técnicas pero con un ímpetu desbordante que tapaba cualquier carencia. Al principio, despertó dudas a raíz de no encadenar jugadas de ataque y, al final, Calleja acercó al Racing de Ferrol al gol mientras acumulaba a sus hombres frente a nuestra portería, como siempre. A la hora de juego el Levante ya sumaba un tanto anulado y una clara oportunidad desbaratada por un sí desafortunado Dani Gómez. No obstante, Rúben Vezo mandó, sin tocar el suelo, la pelota a precisamente Dani Gómez; esté condujo el balón hacia la portería, pisó el área, dejó a su defensor con los tacos atornillados al césped y soltó un fortísimo derechazo que rozó el palo antes de estallar contra la red.

Me apetece jugar a ser Dani Gómez. Asumamos entre todos que celebro el gol como cualquier otro, solo que con más rabia de lo habitual por el no despreciable hecho de estar año y medio sin ver portería. Asumamos, ya que estamos, que, según se orientaba el partido, meto un segundo gol. Vamos a imaginar todos como buenos hermanos. Cuando acaba el partido y llego a casa, llamo a mi padre, a mi madre, a mi hermano, a algún colega... ¿me sigues? Pongamos que ya estoy tumbado en la cama. Y digo: «Cuando he celebrado los goles, cada vez que levantaba los brazos, en realidad, les hacía una peineta a todos esos idiotas que me silban antes, si quiera, de empezar el partido, que me silban incluso cuando esquivo a rivales, que se burlan de mí llamándome pijo y ricachón. Papá/mamá/tío, estos me van acabar aplaudiendo».

Y aquí no hace falta imaginar nada: en el propio partido, cuando recibió el balón yo grité tres veces: «Mete gol, joder. Mete gol, coño. Mete gol, hostia». al mismo tiempo que pensaba: «Mete gol y demuestrale a todo el mundo que eres un gran jugador». Una voluntad genuina para que la jugada terminara en gol como pocas veces en los últimos tiempos. La maniobra de Dani con el balón en los pies no dejó lugar a dudas: es un gran jugador. La posterior celebración tampoco permitió opiniones contrarias. No logré distinguir si fue durante el partido de ayer o bien a lo largo del transcurso de esta temporada, pero hubo un momento en el que Dani dejó de correr por el equipo, dejó, incluso, de correr por él mismo y pasó a correr simplemente para callarnos la boca, para tener una sola razón de mostrar la oreja a la grada.

Hace dos semanas nació el hijo de Dani o puede que sea dentro de dos, es indiferente. Con un hijo recién nacido o con uno a punto de llegar, me da hasta rabia pensar que ese soberbio golazo que marcó anoche no se lo brindase a su hijo y pudieran verlo juntos en un futuro. Añado: el Levante ayer jugó con una camiseta conmemorativa, una excelente iniciativa plasmada en la camiseta de les barres blaugranes. Con limitarse a alzar con dos dedos la zona del pecho de la camiseta, con ese simple gesto que pone los pelos de punta, Dani y su dedicatoria coparían portadas y páginas web, recibiría halagos y reconocimientos de cualquiera y, además, tendría el apoyo de Orriols entero que hubiera visto, ahí dentro, a un ser humano. Aún con esas dos muy nobles opciones a su alcance optó por mirarse a sí mismo y ningunear al público en la celebración.

Y a mí el «mientras meta, vale», no me vale. Particularmente doy mayor importancia a cuidar las formas que a conseguir el fondo a cualquier precio. Prefiero un tío que supla sus limitadas condiciones técnicas con un incontrolable entusiasmo por jugar al fútbol -Cantero- que un mendrugo, con un historial de chulerías que abruma, que tras cada acción buena imagina mirar a la grada y llevarse el índice a los labios -ayer igualó en goles a Cantero. Todo el mundo tiene derecho a rectificar, todo el mundo tiene derecho a conseguir el perdón; incluso quien tú te estás imaginando ahora mismo. Sin embargo, Dani debe reunir méritos para que Orriols le acabe aplaudiendo. Y me da igual los goles que meta.



martes, 3 de octubre de 2023

Con una vena en la yugular

Por segunda vez esta temporada he visto al Levante con una vena atravensándole la yugular, a punto de estallar. Aguerrido, con brío y convincción. Algo que tanto eché a faltar y que no recuerdo haber visto  en todo el curso pasado; los partidos contra Zaragoza, Mirandés, Tenerife... los superaré cuando a mí me dé la gana, ¿sí? Les barres blaugranes por fin tienen sangre corriendo por sus venas, que no paseando, y eso es harto motivo de celebración en el barrio de Orriols. Con el tiempo a punto de cumplirse se señala una falta en el borde del área, Sergio Lozano mete un cañonazo al segundo palo que Bouldini acaba por rematar alto; debería haber anotado gol, de acuerdo, pero el máximo goleador granota corrió y saltó con todo el ímpetu que expulsaba la grada. Bouldini tenía unas ganas terribles de meter gol, Fabricio estaba como loco por meter gol, Lozano, Brugué, Capa, Valle... jugaban por y para meter el gol de la victoria.

El lamentable tanto anulado al inicio del segundo acto junto con el penalti no señalado en las postrimerías del encuentro son puntos clasificatorios que no vuelven. Nada más que añadir. Lo que sí vuelve es este Levante que juega en tres días en Albacete. Con los ojos inyectados en sangre, el Levante me siembra la duda. La duda de si creer o no creer. El partido de esta tarde, con mención especial a los segundos cuarenta y cinco minutos, me basta para replantearme con qué perspectiva encarar el resto de la temporada. Seguramente, el equipo sufra una dirección encogida por parte de Javi, tenemos una cort d'honor de mediapuntas y delanteros pero solo un señor que sepa jugar pegado a la banda -lesionado y con ficha del filial- y nos falta una última vuelta de tuerca en el aspecto técnico, pero me da igual. Me da igual que Bouldini estuviera habilitado o en fuera de juego; me da lo mismo que el penalti a Lozano fuera claro o riguroso. El Levante hoy ha jugado con algo más que lo físico y lo táctico, el Levante hoy ha jugado con el puto corazón.

Será la falta de costumbre y la abundancia de participaciones sosas del Levante en los últimos tiempos, pero es que estoy muy contento. Salgo mucho más contento que con algunas de las victorias cosechadas en este primer tramo de la temporada. Cuando al Levante le pisan la cola, al fin, ruge.