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miércoles, 7 de julio de 2021

Tú tampoco te lo esperabas

Algo va mal cuando te mueres de calor, abres la ventana y no tienes más remedio que volver a cerrarla. Algo va mal y me da igual que se llame viento de poniente o viento de ponienta. Me da igual. No es normal, no lo es, abrir el portátil, para poder seguir el live timming comodamente desde el sofá, y verte que pone 39 grados, 39, muy útil la actualización de Windows en la que se te indica la temperatura btw. Por eso, cuando el promedio de los seguidores de la Fórmula 1 enciende la tele y ve a Mattia Binotto con una rebequita, a Adrian Newey directamente con la parca y a Carlos Sainz con una camiseta que se mece tenuemente al ritmo azaroso de una fresca brisa estival, uno dejaría de tomar orxata durante dos días a cambio de trasladarse de inmediato al circuito de Spielberg; y ya no tanto por la agradable temperatura de veintipocos grados o por el bucólico escenario entre verdes montañas y casitas triangulares, sino porque las cinco curvas del RedBull Ring se han ganado una pequeña parcela en nuestro corazón henchido de amor hacia Lando Norris. El austriaco es un trazado sencillo, sí, no seré yo quien te lo discuta, pero es que no se necesita más para ver una buena carrera de coches. La vida es más sencilla que las construcciones faraónicas de German Tilke con dos docenas de esquinas, todas iguales y con una recta a cada año más larga. Y no sé si será por el entorno, por la sencillez, por las cuatro carreras en menos de trescientos sesenta y cinco días o porque aquí Hamilton solo ha ganado dos veces y una de ellas de milagro, pero cada vez que el gran circo llega a la tierra de Niki Lauda y Christian Klien, yo, sonrío.

Por mucho que fuera Max el que al final levantase los brazos en el cajón más alto del podio, el tío que más se lo merecía era Lando Norris. El chaval que parece distraído, poco serio y dado a la risa bajo cualquier circunstancia, conduce coches como nadie ahora mismo. Solo un pequeño error en la última curva de su vuelta rápida de clasificación, fruto de estar negociando con un arma más limitada, le arrebató su primera pole position y durante un breve momento en la salida olió a líder de la carrera. Ocón, desdibujado desde que más o menos le aseguraron el asiento por tres años más, muy poco tuvo que ver en el accidente que dio por terminado su Gran Premio: Giovinazzi le partió la bieleta de dirección. Seifti car, innecesario obviamente. Y en la resalida nuestro ojito derecho fue otra vez el protagonista: Pérez no fue todo lo preciso que le exigió Lando y terminó con su monoplaza surcando la puzonala y dejando su carrera hipotecada para siempre (solo pudo ser sexto). Aunque Bottas obró el milagro y adelantó a Hamilton el milagro solo duró dos curvas; paquete. Y el heptacampeón solo pudo acceder a la segunda plaza tras una pila de vueltas intentando practicar el adelantamiento sobre Norris; Bottas ni se planteó adelantarlo. La acción con Pérez le valió a Lando una sanción de cinco segundos a pagar en su próxima parada y que Mercedes aprovechó para hacer avanzar a Bottas hasta la tercera plaza con una estrategia avispada. Hamilton empezó a tener serios problemas para cuadrar tiempos competitivos y su segunda posición cayó por su propio peso hasta terminar fuera del podio. Lando concluyó tercero un fin de semana meteórico y que hubiera terminado segundo si Masi se llega a poner un necesario punto en la boca.

Por la parte que nos toca, la carrera de El Nano quedaba ya definida desde que Vettel, contrario a su voluntad, se interpusiera en el camino de Alonso en la vuelta que le hubiera dado acceso a las diez primeras plazas de la parrilla. No sé como decirlo ya para que me hagan caso, probaré en inglés: One-lap qualy, plis. Con la estrategia óptima pero ocho posiciones más atrás, el perder plaza con Räikkönen en la salida no fue lo mejor para el resultado de Alonso. Tampoco salió mucho mejor Carletes que, entorpecido por una timorata salida de Russell, cayó posiciones junto con el futuro compañero del de las rastas. Con el paso de las vueltas el grupeto de señores que el sábado clasificaron con los neumáticos más blandos fueron perdiendo comba con el resto de la parrilla; todos menos Gasly, que fue el único en hacer funcionar la estrategia que implicaba partir con blandos. Tras el paso por la calle de boxes de todo quisqui, quienes tuvieron la frialdad de clasificar con neumáticos menos rápidos obtuvieron su recompensa al acceder a las posiciones que otorgan el derecho a puntuar. Con la carrera convirtiéndose en una balsa de aceite y con los familiares sufriendo para despegar sus párpados, hubo un momento en la carrera que el único motivo para que no se desplegara la bandera ajedrezada eran nuestros dos pilotos españoles. Carlos Sainz iniciaba una remontada que podía colocarle quinto, Fernando Alonso acechaba el décimo puesto y Antonio Lobato, encantao de que acapararamos todo el protagonismo, nos ponía a tono con su narración un poco demasiado fuerte; vamos, que solo faltaba que en la curva 3 pusieran una portería y Oyarzabal engañara al portero suizo con un golpe seco de cadera para terminar de inflar de orgullo nuestro indudable pecho español. La cosa terminó bien para los nacidos en la piel de toro, El Nano alargó su racha de cuatro carreras puntuando después de una lucha titánica con Russel y El Hijo del Matador adelantó a Ricciardo en la penúltima vuelta y superó por medio segundo la sanción de tiempo que el impusieron a Pérez para terminar quinto y cerrar así la mejor de sus carreras vestido de rosso Ferrari.

Después de este triplete de victorias de Verstappen a cada cual más incontestable, cuando se visite Silverstone, un poco más allá de donde Hamilton vino a este mundo, dentro de dos semanas, dará igual lo que pase que Morritos Max seguirá liderando el campeonato. La situación está cerca de ser preocupante: ni en Mónaco, ni en Azerbayán, ni en Austria Mercedes ha podido si quiera mirarle a los ojos a RedBull. Y en Francia, que pudieron, la liaron desperdiciando una victoria que ahora sería un motivo para la esperanza. Las ondulaciones de Silverstone más tienen que ver con la sinuosidad de Montmeló, Portimão o Paul Ricard que con la férrea política de curvas picudas de Montecarlo, Bakú o incluso Spielberg. Mercedes acude como favorito a un Gran Premio, pero lo hace con dudas, muchas dudas. El coche no tiene buena velocidad punta y tan solo puede igualar a RedBull en las curvas, ni es rápido a una sola vuelta, ni es rápido con el depósito lleno, en cada carrera estratégica el crujen las costuras y para colmo, ayer demostró tener un coche no demasiado fiable. Todos tienen dudas, Hamilton el primero, por supuesto, todos menos Toto Wolff que creen que van a hacer doblete y sacándole medio minuto al resto; hay arrogancias que no se calman ni a base de golpes. Pero sin descentrarnos, lo que quiero decir, es que en este sucedáneo de portal web hemos tenido nuestras filias y fobias, pero siempre han sido en pos del espectaculo. El mundial se nos puede colar por el sumidero antes de llegar a otoño, otra vez, y, por tanto, he de tomar cartas en el asunto. Dentro de dos semanas, cruzaré los dedos por ver una victoria de Hamilton. ¿Recuerdas el título?