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domingo, 14 de agosto de 2022

Soy del Levante en Segunda División

Desde la refundación de este sucedáneo de portal web solo se han comentado las peripecias del decano del fútbol valenciano en Primera División. Solo en Primera. Desde entonces, les barres blaugranes no han jugado en otra categoría. Solo en Primera. En Primera, nada más. Y esto habla peor del sucedáneo que del Levante. De hecho, habla muy bien del Levante y, especialmente, habla mejor de Paco López. Mi muy querido amigo Pelao agarró a un Levante destinado al fracaso y lo hizo jugar al fútbol como nunca. Antes de la aparición mariana del tio més templat de tota Silla, en Orriols solo podíamos imaginar jugar al fútbol así, o verlo por la tele, también; y tras su dolorosa partida nada más podemos hacer que añorar las combinaciones vertiginosas al primer toque, el ataque sin contemplaciones y también, por supuesto, esa defensa de papel sacrificada en favor del espectaculo y el divertimento. El fútbol es un juego y Paco lo sabe. La valentía es un don que Paco recibió. Durante el calentamiento anoche, mientras mi colega Nafti con polo, vaqueros y zapatillas enchufaba, a pie de cesped, a la represetación granota que jugaría el partido, mi memoria era un taladro (a las tres del mediodía) recordando el larguero de Bardhi en Mestalla, el tiro a las nubes de Roger contra el Celta, el palo de De Frutos contra Osasuna, el cabezazo de Rober Pier contra el Atlético o el puto penalti fallado de Morales en Mallorca. Hace unos meses me despedí de Paco con una carta de amor intentando por todos los medios gafar su sentencia, ahora puedo ver a Pepelu e Iborra defender el orgull granota en Segunda División.

Por otra parte, no sé si la nueva canción de los chiquitos de Levante Fans dice "soy del Levante no importa división" o, por el contrario, dice "soy del Levante en Segunda División". Todo acompañado por Gigi Dagostino. A decir verdad, no se les entiende muy bien lo que dicen. O puede que sí. Creo que cantan la primera letra que propongo, pero a mí me gusta más la segunda. Así que me quedo con la segunda. El simple hecho de cantar y, por tanto, hacer rima no convierte en legítimo un mal uso del castellano. ¿Quiénes somos ahora?, ¿Malú?, ¿Melendi el moderno? El jugar en Primera es mejor que jugar en Segunda. Eso, al menos, está claro. No creo que haya nadie que prefiera que el Levante no esté en Primera, e incluyo a los chotos en esto. Si el empate de ayer nos hubiera dejado a dos puntos del Real Madrid en lugar de a dos puntos del Éibar, todos seriamos un poco más felices, creo. Además de que, seguro, hubiéramos apreciado más el punto que conseguido. Pero una vez se completa el sencillo ejercicio de dejar la categoría a un lado y centrarse en lo que mueve al fútbol, la vida sigue igual: camisetas del Levante en el autobús, dos coleguitas que saludan irónicamente al grito de "¡choto!", un griterio enfervorizado cuando un paladín de les barres blaugranes es objeto de falta y el murmullo de siempre cuando el Levante entra al área rival. Por un momento a uno se le olvida aquellos nueve meses sin intimar con la victoria y piensa que sigue en Primera, después recuerda esa agobiante necesidad de ganar y uno baja a la tierra.

Hace cuatro años, el sorteo de la Copa del Rey emparejó al Levante con el Lugo. Dentro del cuadro gallego destacaba un chaval, con mucha peli encima y con el pelo decolorado, pero bien, paser futbolista entraba dentro del intervalo de confianza. El chico era un fuera de serie y cuando me enteré de que tenía 20 años no conseguí comprender cómo podía estar en Lugo, en propiedad. Fin del acertijo: el chaval era Dani Escriche. Y su estilo de juego, regateador insolente con un radar para encontrar pases, casaba perfectamente con el entrenador que teniamos. Además el chico nació a una hora en coche del Ciutat. Yo pensaba que lo fichábamos. Pero claro, ni yo estaba en la dirección deportiva del Levante, ni lo estaba Tito y, sobre todo, quien estaba era el choto de David Navarro y Manolo Salvador. Escriche anoche dio un nuevo recital, parecido al de Silva en el mismo escenario en mayo de este año, aunque claro, el jugador del Huesca solo se movía si tenía el balón en los pies. Pudo haber ganado él solo el partido.

Por otra parte, no le deseo mal a nadie pero, ¿David Timor no podía haber tenido otra vida? Ya no te digo que su existencia se rebaje a ser la de un simple señor que intenta ganarse la vida con un trabajo corriente; que sea un hipster multimillonario me parece más o menos bien. Lo que me pregunto es: ¿Por qué he tenido que conocerlo?, ¿Por qué he tenido que conocer a un tio capaz de rebentar a Pepelu con un pelotazo en el estómago tras una falta penosamente lanzada y que ni se digne a pedirle perdón?,  ¿Por qué he tenido que conocer a un mendrugo que le niegue el gesto a Brugué cuando éste le tiende la mano alegando buena lid en una noble acción por recuperar el balón?, ¿Por qué se merece tener el don de ser futbolista un puto tramposo que se tira al suelo patéticamente fingiendo falta tras un fallo grosero suyo y después tiene la jeta de pegar cabezazos como diciendo "hombre, claro, como no me van a pitar falta con lo bien que me ha quedado la caída"?

Bien, no me apetece calentarme. El Levante estuvo cerca de ganar. Pero también de perder. El partido fue mucho más parejo de lo que el fútbol y el dominio pudieron reflejar. El fin de semana podría ser muy distinto si la anticipación de Escriche da al larguero, pero luego entra. De igual forma que el panorama habría cambiado por completo si Andresín no responde con un paradón incomprensible al fortísimo testarazo de Melero. Segunda es así. En siete días me esperan dos entradas en la primera fila de La Romareda. Y este año no hay parón por selecciones.