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martes, 14 de mayo de 2019

A un zurdazo del paraíso

La imagen es paradisiáca: en una playa de fina y clara arena; a la orilla de una isla con vistas al Atlántico. El mar es tan azul turquesa que parece hecho en Paint. También hay un par de palmeras un poco más allá, justo antes de que la isla dejé sus tonos claros para proporcionar una agradable sombra; yo tengo una de esas hojas de palmera en mi mano. Hace calor y tengo ganas de adentrame en ese bosque a pesar de la segura presencia de arañas, toros bravos y otro animales de campo. El sudor comienza a brotarme, pero es casi placentero. El milenario roce de piedras, unas con las otras, ha dado lugar a una arena tan pálida que parece que no le haya dado el sol; a Bardhi tampoco. Tiene cuarenta años y hace dos colgó las botas tras un intranscendente pero vibrante partido ante el Éibar en la última jornada de liga. Seguimos con Paco López, por supuesto; Mendilibar también se resiste a dejar el fútbol; los dos lucen el aspecto de David Vidal y Anquela (a PacoLo le ha crecido el pelo). Antes, Bardhi nos dejó; nos dejó veinticinco millones de euros que fue los que pagó el Brighton & Hove por sus labores centrocampistas. Metió un par de chichos de falta directa y volvió cuando pudimos pagar su ficha. No ha crecido mucho, pero tiene esa piernacas de esprínter del Tour de Francia. Yo, a su izquierda, agitó suavemente la hoja de palmera como si fuese un abanico. Las gafas opacas de Bardhi reflejan la puesta de sol mientras sonríe. Pero yo no sé si es por el vientecillo o porque aún reverberan los ecos de la voz de Carlos Ayats que narra su zurdazo seco, raso y casi sin fuerza en Gerona. Yo también lo oigo.

Y así es como pensé en agradecerle el gol de la temporada en que Bardhi nos dio la salvación al propio Bardhi. En cosas como estas piensa el CEO de este sucedáneo de portal web mientras veía como Coke parecía querer arrancarle la camiseta al macedonio de cara de no haber roto un plato (que no una cintura). Porque toco acabó muy bonito y el lunes todos nos pusimos la camiseta de Levante, pero el domingo sentimos el peso de la matemáticas muy fuerte. El del yunque también.

En el tiempo que has tardado en llegar hasta este punto: el partido había empezado, Toño se había lesionado y ya lo habían hasta cambiado. Olía a metal refinado en Montilivi, era el señor y griega el que asomaba. Pero solo el tiempo nos ha proporcionado el cuidado de apreciar que la Mare Deu dels Desamparats, en la tarde en la que sacaron de procesión, era la que intercedía en todo cuanto podía. Si el yunque le hacía perder a Rober dos balones en la frontal del área, era ella quien ayudaba a Aitor. Si el yunque eliminaba a Toño era la Verge quien ponía PedroLo. Si el yunque decidía que un granota tenía que también retirarse lesionado la nostra Mare Deu señalaba Rober (el yunque se ha pasado con cinco meses).

El próximo 23 de diciembre el Recreativo de Huelva cumplirá 130 años y, desde ese momento en el que los mineros ingleses destinados a Riotinto instaron a los andaluces a practicar el fútbol, no ha habido entrenador que encuentre antídoto a la jugada que estuvo a punto de descendernos a Segunda. Antes, Campaña vio la pelota pasar delante suya pero no metió la pierna; Morales, que no ha ido con fe a ninguna pelota en su vida, tampoco fue a esa. Aitor repelió el disparo de Lozano y la pelota le llegó a Cristian Ricardo, ex-granota, que celebró el tanto que pudo dejar a su equipo en primera; del Cerro Grande lo celebró junto a él. El Ciutat, en la jornada diez, pidió perdón.

Veinte segundos habían pasado desde que sacamos de centro cuando el pesetero y Coke ya estaban en el suelo porque el Girona, cual jugador del FIFA que prevé que saque de centro está chetao, trató de parar el juego como fuese. Con solo un pulmón y la bombona de oxígeno a cuestas, con la pierna zurda escayolada y dándole bien fuerte a las ruedas de su silla de ruedas Pedro López avanzó por la de banda, en que el bien pudo ser su último gran servicio al club. No habla muy bien de los extremos y los laterales de los últimos años granotas, pero Pedro López es el mejor centrador que jamás he visto con el clásico jersey de les barres blaugranes. Me hubiese gustado ser delantero para recibir un centro suyo. El yunque decidió que quien remataría sería Morales, pero la Mare de Deu le transfirió al Comandante la frente de Santillana. El gol se lo dieron a Morales porque fue el último que tocó la pelota.

Koke Vegas, en el viaje de vuelta relató: «cuando ví que la pelota iba hacia Morales: no tenía ninguna fe». Morales sabía de lo que Koke hablaba. El Comandante, débil en el cuerpo a cuerpo, regularmente torpón con la pelota en los pies, impreciso en el desplazamientos en largo: ya sean disparos o centros y falto de fe en cualquier escenario del juego. Puso el centro del voleón de Chema y ha anotado de cabeza el gol más importante de la temporada. Del resto de su partido, mejor no hablar; dejémoslo en alto.

El menudito de Macedonia, pero repletó de fe, con el diez de estilista a la espalda peleó una pelota que solo creyó él. Campaña se apoyó en Mayoral, mediapunta de muy larga proyección, y cedió el esférico dentro del área de gol a Bardhi. Su disparo, seco, raso y casi sin fuerza, nacido de su pierna mala acabó entrando irremediablemente. Por cojones.

O eso es todo lo que me contó Bardhi mientras le abanicaba.