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sábado, 27 de octubre de 2018

Amageu els patos que ve tronà

No hay mejor sensación que tenerlos al gélido baño Maria, los de Tribuna nunca sabrán de qué hablo. El Levante te regala muy de vez en cuando tardes maravillosas, sufrimiento garantizado y también cosas como éstas en la que solo quieres llegar a casa. Y no por evitar atascos, imitar a chotos o bañar al nene (¡qué fina ironía!) sino por hacer que tus pantalones pesen un Luis Suárez menos. Roger metió su gol y Poseidón soltó a los perros sobre nosotros, motivos más que suficientes para que el dominguero de turno, que se sacó el pase porque le podría salir gratis el siguente, decidiese volver a casa. En el campo persistimos los reales, los que nos quedamos por poder publicar su tweet de amor infinito al Levante o los que anhelaban el "estás como una cabra" de la parienta al llegar a casa con los cabellos brillantes y pegados a la frente, las ropas chorreando y la manos rígidas.

Poco vimos los reales desde el gol de Roger (seis ya) hasta el decanso porque el goteo de paraguas desfilando por las escaleras fue constante, la carne de De Burgos Bengoetxea no transparenta. El Leganés es un rival peligrosísimo cuando no le vas ganando, pero manso cuando consigues abrir la lata, y parecía que solo el del silbato podía cagarla. Don Ricardo se abstuvo de un escándalo, tan suyo, y completó un partido sin fallos garrafales, sin embargo, nos deleitó con algunos destellos de su buen hacer.

Rochina, que se cree Casadesús jugando a dos por hora, hizo un golazo en el último minuto.

El Leganés nos hizo la de Manchev y nos engañó, le dio al palo tres veces y con estos ya sumamos siete en los últimos cuatro partidos: esto con el yunque no pasaba. Y ya que me sacáis el tema del yunque, estoy preocupado por él, no sé donde está, no aparece, las supuestas vacaciones están siendo demasiado largas. El Levante no es lo mismo sin el yunque. Me arrepentiré de lo que voy a decir pero quiero que vuelva. Un par de partiditos como los de antes no estaría mal. Quizás el yunque solo era el precio que el destino nos hacía pagar por ser tan rácanos jugando al fútbol o quizás hoy el yunque nos cayó del cielo o quizás está ahora mismo en el autobús de la afición del Leganés que vuelve a su casa, baño Maria incluido.

sábado, 6 de octubre de 2018

Viva la madre que te parió, Enis

Estoy seguro que cuando Bardhi mea no se sale. En la pequeña ciudad de Skopje al abrigo de una reconstituyente amalgama de fruta rica en vitamina y que respeta las recomendaciones nutricianales, el dos de julio de cinco años antes del último cambio de milenio comenzó a correr el mito de un chaval que, según los entendidos, no se meaba fuera. Llego a oídos de Tito que ese chaval ya se había hecho mayor, y nuestro eficiente director deportivo dedujo que si meaba tan bien, podría lanzar las faltas igual. De esta forma, empezó a convertirse en realidad. En principio aterrizó en Valencia con la idea de aparecer en un FIFA, comprar el juego a modo de recuerdo y jugar con él hasta que o la play o el ejemplar de EASports dijese: "hasta aquí hemos llegao." Pero en la pretemporada del último año de Juan Ramón, comenzó hacer cosas en los libres directos que como poco despertó recelos entre los estudiosos historiadores que habían oído a hablar de la leyenda del chaval que no se mea fuera. Su lanzamiento a escala mundial fue en San Mamés, cuando demostró que era capaz de meter dos faltas seguidas en dos minutos; muchos ya lanzaron las José Gómez Campañas al vuelo. Yo fui cauto, soy un 100tífiko empírico; sin embargo, después del disparo de hoy a treinta metros de la portería, en la zona de un zurdo, con una barrera adelantada y que va a parar a la PUTA ESCUADRA, no tengo ninguna duda. El mito del chaval de Skopje ha sido revelado y lleva el diez del club decano del fútbol valenciano. 

Es tiempo ahora de aguantar a quienes consultaron el precio de las entradas en Reus, Ontinyent y Rocafort decir que con esta banda vamos a Europa, que ya decían ellos que a Oier había que darle confianza, que así sí, que con Paco hasta la muerte...

Ganemos, y con nueve; Rochina, el Morales sin barba, fue el máximo recuperador de los azulones, seguido muy de cerca por el máximo goleador del Levante en Primera, el máximo asistente y también el máximo chupón. La única diferencia entre las dos máquina de tirar chugaes al fem, es que la que lleva brackets y tatús, la recuperaba treinta metros más lejos de nuestra portería. No hubo salida de balón en la que Rochina no intentase un caño y no hubo balón en largo en el que Morales, después de hacer la bicicleta de turno, mirase al suelo mientras se ajustaba el brazalete. Boateng prefiere jugar de verde fluorescente y con una bocina en la mano. Morales, un toque. Morales, un toque.

Puede que fuese el mejor partido del Levante de El Pelao sin el balón en los pies y la recompensa fue una portería a cero defendida con dos dedos de frente. Sin embargo, tuvimos nuestros momentos artemaníacos. De un tiempo a esta parte nos hemos puesto finolis, hay que sacar el balón jugado sea como sea y cueste lo que cueste. Y nuestra línea defensiva es el grupo de jugones que convirtió a este país en campeón del mundo, ¡hostia ya!; o eso debe pensar Róber Pier cuando recibe la pelota de Postigo y se la da a Cabaco. La cosa tiene gracia mientras ves saltar a Toño, sobre línea de banda, intentando controlar un balón que va a cuatro metros del suelo. Jason ni salta. Pero tiene menos gracia cuando McSimovic roba la pelota en tres cuatros y corre solo hacia la portería que defiende Oier. Gloria eterna al ojo choto que ficha jugadores. Oier nos salvó de una buena.

Nos deshicimos de la pelota, un tal Bruno la lió y Morales hizo impactar su recuperación en la mano de uno de su equipo. Falta y a treinta metros; la grada coreó: "Baaaaaardhi, Baaaardhi.", es automático. Nos volvimos a deshacer de la pelota, Boateng hizo el paripé, Toño la robo, que si un autopase, que si te meto el cuerpo, que si le doy con el exterior y el cero a dos se fue al palo. Toño se lamentó, Muñiz sonrió. Veinticinco minutos más de agonía.

Salió Mayoral a hacer sus cositas y a sumarme un punto en Comunio, he desembolsado la importante cantidad de cero euros por él y es mi único delantero y, por tanto, titular.

Partido igualado, Parejo (, borracho), de muchas patadas, poco fútbol y algo de teatro, en el que no se hacen las cosas muy bien, pero es suficiente para traer los tres puntos a casa. De diez partidos como éste: ocho se empatan, en uno Campaña la lia y en el último Bardhi la enchufa por toda la escuadra.