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domingo, 5 de enero de 2020

Gol en 36 de 38 partidos

«No las tengo todas conmigo con el partido de esta tarde», confesé mientras removía el ColaCao en el desayuno. En esta casa nunca hemos sido de engañarnos. El Vicente Calderón nunca fue el destino favorito de quines forman parte del orgullo de la ciudad. Un tímido empate a nada el día en que Culebras se expulsó por doble amarilla a los diciesiete minutos y una pila de derrotas han amargado todas nuestras visitas a la sucursal madrileña de los leones. ¿Qué motivos había para pensar que ayer iba a ser diferente? Además, no solo era Enero, sino que también era el primer partido del año... olía a derrota desde Valencia.

Pero claro, a media mañana empecé ya en serio a darle vueltas al partido; y caí en la cuenta que veníamos de ganarle al Celta en casa y dejarnos remontar un puto derbi. Luego, me enteré que Morales era suplente y ya me crecí por completo. «El Atleti este año, además, está un poco mal», acabé por confesar mientras los jugadores emergían del túnel de los vestuarios.

Sin embargo, tan pronto como el partido empezó, la ilusión empezó a desinflarse. Aitor nos salvó a los treinta segundos, Cabaco nos salvó a los treinta y uno y Saúl (mediocentro colchonero para los despista'os) nos volvió a salvar al trigésimo segundo segundo cuando envío un balón franco mucho más arriba de la altura del larguero. Encima, jugamos con la equipación gafe (el año pasado fue la pistacho, con De Biasi fue la azulgrana). No contentos los inocentes muchachos del Cholo con cerrar el partido antes de que el primer minuto de juego muriese, siguieron con la portería entre ceja y ceja hasta que el golazo de Ángel Correa a los trece minutos de juego fue la irremediable consecuencia al ataque enfurecido de los rojiblancos.

Nosotros, que en ese momento ya habíamos rozado el tanto con un potentísimo cabezazo de Cabaco a la salida de un córner, fuimos objeto de falta nada más reanudarse el partido desde el centro del campo. José Campaña, encargado de poner la pelota en funcionamiento, parecía hablar con la mirada con sus compañeros que se organizaban dentro del área rival. Amago del sevillano, carrera de Roger al espacio y noveno tanto para el goleador valenciano que esta vez sí enganchó la pelota como un jugador del máximo nivel. El voleón fortísimo de El Pistolero chocó en la mano de Morata antes de entrar, de no ser así creo que a nadie le cabe la duda que Oblak hubiera volado como todos los domingos para escupir aquel misil que se encaminaba a la escuadra larga. Roger a la Eurocopa, súbanse al carro antes de que no quepamos y las entradas valgan un pasta.

Que pim, que pam, que pum, que pom. Córner a favor del Atleti porque a Radoia se le escapó el control. Que pim, que pam, que pum, que pom. Gol en contra de cabeza, ¿Quién lo diría? El segundo gol de los de la capital mejoró aún más cuando su defensa central estimó oportuno celebrarlo con una voltereta en el aire. «Eso también lo hago yo. La voltereta, digo. El gol, no.» también confesé.

Muchos temieron que tras este arreón de fútbol espectáculo el Cholo amenazase a sus jugadores con una sesión física hoy domingo sino empezaban a defender y dejarse de mamonadas. Nuestro miedos eran fundados como así lo demostró el inmediato devenir del encuentro. El Levante por aquel entonces y hasta que el árbitro se cansó de la primera mitad, dominó el juego con un peligro casi nulo. Entre que a Toño le cuesta centrar desde muy lejos de la portería, que Giménez despeja todo lo que se mueva y que nosotros no estábamos especialmente finos con los pases de tres metros; el primer periodo se terminó con un bagaje reducido a un susto bien anulado por fuera de juego y a un lejano disparo de Rochina que nunca se sabe como puede acabar.

De los quince minutos que el descanso le otorgó a Simeone le sobraron catorce y medio: «Como permitáis un solo tiro más de estos chiquitos vais de aquí al pueblo de Aladdín corriendo como perros siberianos mientras tiráis del mono Burgos». ¿Quién no defiende antes tales amenazas? Para llegar a los opciones granotas hemos de saltar hasta el minuto 85. Pero antes, entre Juan Contento, Vitolo y el otro que tiró a puerta que ahora no me acuerdo ahora de quien fue, se acercaron a cerrar el partido. El dos a uno era medio milagro. Por cierto, salió Morales al campo y tuvo a bien mandar a fer la mà la mejor situación del partido porque querer hacerle un puto sombrero a Giménez. Morales, un toque.

Total, que en uno de estos ataque nuestros que casi siempre, ayer, acababan mal la pelota le cayó a chico que este que hace veinte años asombró al mundo entero meando dentro de la taza del váter. Se fue de medio equipo rojiblanco y cuando parecían negarle el paso encañonó el esférico dirigiéndolo hacia el marco de Oblak. Gol en 36 de 38 partidos. Bardhi no se lo creía, yo tampoco.

Total, que en otro de estos ataque nuestros que casi siempre, ayer, acababan mal Postigo pensó que quizás podría enmascarar un partido nefasto, especialmente en el primer tiempo, poniéndose las botas de Bequenbagüer. Perdío la pelota dos veces, pero la recuperó tres. El balón viajó hasta Hernani tras una serie milagrosamente concatenada de buenos pases. Fue el del portugués el primer centro bombeado del partido, y fue ese el único que anuló a las torres rojiblancas que protegían el área. Bardhi, indetectable jugando tras la punta de ataque, se filtró en el segundo palo y remató tan bien como su metro y medio le permitió. «Gol en 36 de 38 partidos», finalmente confesé.