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lunes, 23 de diciembre de 2019

José Luis, me ha cerrado usté la boca

La última semana de abril del año pasado este blog echó a andar en su nueva versión. Aquel mediodía en Montilivi Morales empató a uno el partido gracias a un excelente pase de Jefferson Lerma. La reseña del partido no merece apunte alguno: «José Luis Morales estuvo especialmente irritador en 88 de los 90 minutos que un partido comprende. Jugar con Morales era jugar con diez, era como mandar whatsapps para quedarte con los dos ticks azules, nadie supo nada de El Comandante en 88 minutos». Para entonces nuestro comandante llevaba desaparecido en combate desde que Camarasa, Cuero, Deyverson y demás vividores le hicieran la cama a Rubi (pero solo fuera de casa, cobardes). Del año que secuestramos a la señora segunda división con Muñiz, de Morales solo se recuerda los lloros el día del Oviedo y su ridículo pelo amarillo. Ya en primera, también con Muñiz, los tremendos piscinazos. Llegó PacoLo y se salió en Balaídos, en San Mamés y en el Villamarín, también hizo buenos partidos en casa contra el Sevilla (junto a todo el equipo), contra el Valladolid (la primera parte) y contra el Girona (los cinco segundo que duró la jugada de su gol). Que recuerde sus partidos decentes habla a las claras de su estado de forma.

Entre sus regulares ajustes del brazalete, sus protestas inoportunas, sus teatreros lamentos y su nula fe en cada balón dividido ha conseguido arder mis nervios de acero (Jajajajajaja). En resumen, en esta casa Morales siempre ha sido el foco de las críticas, y la mayoría de veces con razón, pero hoy no vamos a ser gilipollas: Bienvenido Morales, hacía tiempo que no te veía, te echaba de menos. El Comandante, hoy sí se lo merece, ha hecho el partido que todos le pedimos, incluso él mismo; ha fallado pases, ha fallado regates, le han ganado en carrera, eso está mal, pero claro, entre todos esos intentos fallidos ha dejado a un par de gallegos con los pies clavados en el suelo. Suficiente.

Ahora bien, decir que Morales ha llevado de la mano al Levante hacia la victoria por dos regates me parece un poco injusto. A Cabaco no le podemos exigir que dé un pase de cincuenta metros al pie, pero sí le debemos exigir que cada despeje que dé sobrepase la línea del centro del campo; con Morales, pasa exactamente lo mismo, igual que con el resto de jugadores de la plantilla: no le podemos pedir que gane todos los duelos aéreos, pero, como poco, tiene que acertar uno de cada tres regates que intente. El partido de ayer de Morales, rozó el mínimo de sus prestaciones porque tú y yo sabemos que Morales lo puede hacer todavía mejor. Ayer Morales, vuelvo a repetir, completó el mínimo exigible y puso patas arriba a la defensa celtiña. Ahora cierren los ojos e imaginen a Morales, a Campaña, a Bardhi, a Rochina, a Mayoral, a Sergio León jugando al nivel que todos conocemos y que esta año aún no hemos visto... pensar en la permanencia es ridículo.

Si a Iago Aspas los dientes se le saliesen de la boca, bebiese mate y en lugar de esas piernas de alambre, calzase dos buenos jamones dignos de un futbolista profesional, habría quien lo confundiría con Suarez; también tendría que mejorar como delantero centro para eso. El internacional español que nos mandó a casa en Moscú abrió el marcador y se fue a celebrarlo en solitario al córner (hay quien dice que estaba Mina, yo no lo vi); pero ese no fue su mayor hito en los noventa de ayer, la oreja del señor colegiado hoy ha amanecido de plástico: un acento galleguiño tiene la culpa.

El centro del campo ayer no hizo su mejor partido y la línea de tres centrales supuso un morlaco demasiado bravo como para que torease al ritmo de Roger (porque Morales, como delantero, ayer nada). Aún así, A.J. supo labrarse su propia jugada en banda diestra y le sirvió en bandeja el primer gol al delantero de Torrent a pocos minutos del descanso, pero este falló. Morales pásala. Antes a Cabaco le birlaron el gol a pocos centímetros de la línea tras un magnifico envío de Rochina a la salida de un córner. La primera parte fue mala y, a pesar de eso, el gol se mascaba.

En el segundo período entre Roger y Morales le cosieron un traje a los tres centrales celestes que terminó con un remate con la izquierda de once granota. Ocasión fallable. Si le hubiese caído a Roger, acaba en gol. Poco después, Aitor salvó el partido cuando avanzó hacia el mojabraguiñas de Santiago Mina y le negó el gol. Era el minuto cincuenta y cinco y yo todavía creía en la victoria.

Total que se fue Rochina (aprobado por los pelos del pelazo ese que tiene) y entró Mayoral. Morales a una banda y romper la línea de tres defensas con dos arietes. Mayoral bajó a recibir a la banda como si fuese Rochina, Morales hizo magia, y Mayoral definió como si fuese Mayoral. Por suerte para nosotros, Roger huele el gol como un chucho huele a su amo. A puerta vacía y a medio metro de la línea, pero gol. Vaya delantero es Roger, una hora sin tocar la pelota dos tiros y un gol.

El partido se puso interesante porque la remontada parecía más probable que el empate. El Celta arriesgó y siguió lanzando esa presión que sino llega a ser por Aitor termina en cero a dos. Pero el Levante supo superarla. Araujo cortó la progresión granota, siendo el último hombre, y, según la trayectoria describió la pelota al salirse de banda, parece que Mayoral fue quien la tocó antes de que se perdiese por línea lateral. Araujo, como yo hice en benjamines en Rafelbuñol, no retrocedió y se quedó convenciendo al árbitro de que había sido Borja el último en tocarla. El señor colegiado, primero, no estaba atento y, segundo, es demasiado cobarde como para parar el uno contra uno que Mayoral, con la ayuda de Toño, ya había iniciado. Pase atrás a Roger y gol. Cayéndose Roger, llorando la pelota, sin tocarla de pleno, con la misma técnica que un alevín, a puerta vacía y a medio metro de la línea; pero gol y ya van ocho. Los mismos que Loren y Gerard que están como locos por llevarlos a selección, además estos dos no saben tirar penalties.


lunes, 18 de noviembre de 2019

El mejor podio de todos

Sí recuerdo que durante la carrera fui dos veces a mear y unas cuantas más a beber agua. De hecho, también recuerdo que he merendado sobras de la cena de anoche porque la carrera no era especialmente apasionante y me resultaba más entretenido el ejercicio del comer. Lo que bien no recuerdo es la vuelta en la que un humillo blanco ha empezado a salir de bajo la carrocería del Mercedes de Valteri Bottas. El indudablemente finlandés condujo su averiado monoplaza lentamente por el circuito brasileño de Interlagos hasta que encontró un lugar idóneo para amollar el buga. Entonces una pequeña comitiva de comisarios de pista brotaron de detrás de los guardarraíles y empujaron al millonario bólido a fuera del circuito. Tras unos minutos de bandera amarilla, Max Verstappen consolidó el soberbio repasito que le estaba propinando a Hamilton con su octava victoria en la Fórmula 1. Charles Leclerc defendió con alerones y suspensiones (uñas y dientes) la cuarta plaza para dejar atrás a Albon. Magnussen no merece estar en la Fórmula 1. Y Carlos Sainz culminó su excelente remontada desde el fondo de la parrilla con un noveno puesto que, para el caso, no está nada mal en su particular pelea desnivelada con Pierre Gasly para a ver quien consigue ser el séptimo clasificado cuando se corra el telón en Abu Dhabi.

O eso es lo que hubiese pasado si no llega a ser porque los comisarios lían la marrana con el coche de Bottas, el Mercedes queda anclado al suelo, llaman a la grúa y automáticamente Michael Massi hace salir al Safety Car. Total que con el Bernd Maylander (conductor del coche de seguridad) dando vueltas sobre la pista sudamericana, hubo quien interpretó las circunstancias como las mejores para despojarse de sus viejos neumáticos. Verstappen entró a boxes para obligar a Hamilton a quedarse en pista, si es que quería ganar la carrera. Leclerc también entró a boxes para tratar de subirse al cajón. Y Sainz y Grosjean, cuarto y quinto piloto con neumáticos desgastados, prefirieron jugar con una estrategia distinta a escalar desde la cola con neumáticos ligeramente más jóvenes; o eso es lo que pensó Carlos, porque Grosjean ni se dio cuenta del incidente de Bottas pues con el Safety Car en pista iba tan rápido como podía.

La innecesaria intromisión del coche de seguridad al Gran Premio, se volvió del todo innecesaria cuando con coche de Bottas apartado de la pista, la carrera permanecía congelada. Las mentes que componen la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) no solo piensan en inglés, sino que también le ríen las gracias y los dramas a Luisito. Con una tropa de caníbales enloquecidos calzados con nuevos compuestos tras él, al que más le convenía que el Safety Car se marchase tan tarde como fuese posible era al seis veces campeón de mundo (y a Carlos) y el TeamLH alargó el régimen de coche de seguridad hasta el escándalo. Sin embargo, todos estos ridículos esfuerzos se diluyeron cuando Morritos Verstappen le arrancó las pegatinas, los pendientes y los campeonatos mundiales a Hamilton al final de la recta de meta nada más reanudarse la carrera.

Quien también adelantó nada más reemprenderse la prueba fue el piloto madrileño Carlos Sainz, concretamente adelantó al taxista francés más rápido del lado izquierdo del box de Haas. A día de hoy, la única diferencia entre Hamilton y Grosjean es que uno es negro y el otro es francés. Quien también vio decrecer su status en la carrera fue el cuatro veces campeón del mundo Sebastian Vettel, al que le robaran la cartera por el exterior de las eses de Senna, el artífice fue el thailandés Albon; los intentos de Vettel por revertir la situación acercaron a Leclerc a la zaga de su compañero de equipo. El de Mónaco vio el podio muy cerca. Los pilotos de Ferrari trazaron las primeras tres curvas en paralelo, provocando que su jefe Binotto contuviese la respiración; Vettel parecía progresar por la parte exterior de la recta trasera; Binotto respiró al ver que sus coches iban a llegar separados a la frenada, y justo en el ese momento, Vettel gira el volante, los coches se besan en el roce más sutil que he visto nunca y a fer la mà los dos. Clin, clin caja para Carlos Sainz que pasaba de séptimo a quinto.

Aguantar la posición con unos neumáticos mucho más viejos que los de tu rival no es tarea fácil, aguantar esa misma posición con esos mismos neumáticos desgastados y con los dos Alfa Romeo a la espalda (un melón en las curvas, pero el coche más rápido del campeonato en recta) no es oficio ni de taxistas, ni de hexacampeones. Ya quisiera Magnussen tener los fundamentos defensivos de Carlos Sainz para no tener que hacer el puto guarro en cada curva. Siete vueltas de resistencia después el piloto madrileño calentaba los neumáticos tras el Safety Car en quinta posición; pero para su desgracia (luego sería pero por suerte) Lewis Hamilton le metió un tiro en el pie a Mercedes, otra puta vez, y entró a boxes a cambiar neumáticos y ponerse cuarto. Quedaban cuatro vueltas de Gran Premio y muchos trozos de Ferrari que retirar de la pista, pero llevarse por delante la parte de coche que le faltaba a Vettel es mucho menos peligroso cuando Hamilton necesita que se vaya el Safety Car. Tonto de mi, cogí el móvil para votar a Carlos como mejor piloto de la carrera, pensando que se acababa, cuando Bernd Maylander entró a boxes. Y va y Carlos se duerme en el reinicio... Raikkonen llegó a adelantar a Sainz a la salida de la sección de las curvas 4 y 5, pero el español no dio su brazo a torcer y acortó la trazada de la curva seis para defender la posición, otra puta vez. Luisito Jamilton, que ya había pasado a Gasly, perseguía a Albon y pecó de novato ansioso, solo cinco curvas después de Sainz afianzase la quinta plaza, cuando decidió que lo mejor para ganar la carrera sería llevarse por delante a Albon. Con el Red Bull en contra dirección y con el alerón de Hamilton colgando, vi el podio muy muy cerca. Pero, cosas de la Fórmula 1: uno ligero toque manda a los dos coches al garaje; pero un atropello de Hamilton, le permite al británico no solo seguir en pista, sino ir más rápido que el resto con parte del alerón repartido por la pista.

Carlos iba cuarto y al entrar en la última vuelta había abierto el hueco suficiente para que Kimi permaneciese a su cola. Hamilton, seguía siendo pesao con Gasly (a los mandos de un Toro Rosso) y entraron en la última curva en paralelo; los mecánicos del piloto francés, optaron por ver esos metros del Gran Premio desde el box, porque si salían al muro quizás les abofeteaba la sorpresa de que Hamilton había superado a su piloto; pero cuando vieron que su segundo puesto era irremediable corrieron por el pit-lane para felicitar a Gasly desde las vallas y celebrar que el francés es mucho mejor piloto con un coche mucho peor, pero sin tener que compartir box con Maximiliano Morritos Verstappen.

Total que va Hamilton y nada más salir del coche dice que debe ser sancionado, y justo antes la FIA dice que va a esperar a que Hamilton declare para emitir una sanción o no. El deporte más veloz del planeta, relativiza su velocidad cuando intervine Hamilton. Carlos marchándose al motorhome y Hamilton diciendo que debería subir al podio. Más de lo mismo de Hamilton en rueda de prensa, más de los mismo de Hamilton a los micrófonos de todo el mundo y la FIA decide seguir esperando. Va Hamilton a declarar al cuartito de cámaras de la FIA y dice lo mismo que llevaba diciendo de que se bajó del coche y a todo esto la FIA diciéndole: "Pero no, hombre, no, tú tenías el interior de la curva. Albon tenía más pista a su derecha"... Un tira y afloja para darle el podio a Hamilton. Finalmente, los mandamases de las carreras no consiguen convencer a Hamilton de que él lo había hecho bien y el resto de pilotos mal y decide poner un sanción de cinco segundo a Hamilton. Carlos Sainz sube al podio; o eso sería lo normal, ¿no?, se inicia, entonces, una larguísima espera porque McLaren, con excelente criterio, no quiere celebrar el podio porque la misma FIA inició una investigación en mitad de la carrera porque "algunos pilotos" habían utilizado el DRS bajo régimen de banderas amarillas por la avería de Bottas y, lamentablemente (o no), Sainz estaba en ese grupo de "algunos pilotos".

El caso es que el resto del paddock estaba recogiendo y McLaren esperando a ver si le daban el podio o qué cojones pasaba. Movistar saca las imágenes de Carlos Sainz abriendo el DRS (y cerrándolo) y resulta increíble como con una prueba tan sumamente clara, aún te puedes esperar lo que sea de la FIA. El mánager de McLaren se harta de esperar y va a la FIA a montar el pollo; y en la FIA le preguntan por qué no estaba celebrando el podio; McLaren responde que porque Carlos Sainz estaba siendo investigado; investigado, ¿de qué?; hombre del DRS en banderas amarillas; ¿Ah, sí?; Si vuelta 57, a las 19:15 UTC, Bottas abandona, sale las banderas amarillas (explicación); Ah, vale, vale, vale, déjame mirarlo; (Espera); Uy, pues mira, tengo ya el ordenador apagado y cuesta mucho de encender... emmm... os damos el podio, ¿vale?; (palabras de celebración en inglés) ¿Y esa copa y esa botella de champán vacía?; Ah, claro, ya sé porque venís, es que Hamilton lo ha dejado aquí para Charles Leclerc... espera ese el de Ferrari, quiero decir Charles el vuestro, Charles Seat creo que se llama.

Albert Fabrega, que esperaba la salida del mánager de McLaren, grita por el micro: "Hay podio, hay podio, hay podio para Carlos Sainz". Noemi de Miguel que oye todo lo que Fabrega dice, se lo transmite a Carlos y explota en júbilo, júbilo británico, el motorhome de McLaren. Pinta de Estrella Galicia en mano, Carlos, su equipo y la nube de periodistas se marchan al podio dispuestos a subirse. Le dan el trofeo (Heinekein), le dan la botella de champán. Que pum, que pam, que pim, que pom y centésimo podio de automovilismo español; el mejor de todos. Salía último.


miércoles, 30 de octubre de 2019

Algún día os contaré como hice ganar al Levante en Anoeta

Y ese día ha llegado estimados lectores. El inicio de todo se sitúa en una de las aulas de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería. No soy ingeniero ni nada: simplemente no sabían donde meter mi grado y lo pusieron donde había hueco. Se nos estaba intentando explicar cómo llevar a cabo el transbase con una señal del plano z al plano temporal: nada recomendable por si sentís la tentación de probar. Escribía yo en mi libreta ecuaciones imposibles de resolver cuando digo yo que la pelota echó a rodar en Anoeta. La clase terminó a la media hora de juego y trabajo me costó no enterarme de cómo iban. No quise enterarme del resultado, primero, en clase porque bastante tenía yo con el plano z como para tener que preocuparme por que Morales diese un pase en condiciones; y no quise saberlo al salir de clase porque la parte granota-pesismista de mi reflexionó sobre la utilidad, o más bien la inutilidad, llevarse un disgusto en el camino de vuelta a casa.

Abrí la puerta en el descanso y la tele estaba apagada; imposible enterarse del resultado. Sin embargo, la voz alegre de mi padre me invitó a pensar que mal no lo estábamos haciendo. Que el resultado era bueno. Aunque claro, mi padre también es granota y es posible que sonría ante una derrota por la mínima en Anoeta o un empate a uno o que no nos hayan expulsado a nadie a pesar de cargar con tres goles, ve tú a saber porqué un granota puede llegar a sonreír. Me cambié de ropa, me puse el pijama y en el trayecto de la habitación al comedor deposité los calcetines en la lavadora. Me senté en el sofá, enchufé la tele y la pelota echó a rodar poco después. CERO A DOS, ni en mis mejores sueños.

Pero William José metió un tanto que a punto estuvo Aitor de mandarlo fuera. No llevaba ni un minuto viendo el partido. Un instante antes, justo un instante antes de que la pelota besase la red, un idea atravesó mi cerebro y gracias a la Virgen de los Desamparados no me la pude sacar de la cabeza. Apagué la tele y subí las escaleras de mi casa y le pregunté-avisé a mi padre: "¿Me voy!". "¿A dónde?". "A dar una vuelta de cuarenta y cinco minutos y vuelvo. ¿Me voy?". "Haz lo que quieras- resignado". Bajé las escaleras, saqué los calcetines de la lavadora y me los puse. Misma camiseta, mismos pantalones, mismas zapatillas. móvil en el mismo sitio, llaves en el mismo sitio, me cargué la mochila a la espalda y antes de salir de casa volví a avisar: "Me voy".

Decidí andar hasta las 20:30h en una dirección y volver sobre mis pasos. Pensé que prefería no ver ganar al Levante, a verlos perder. Imbécil de mi, me embauque en lo que creía un sacrificio. Y para ahondar en la penitencia y centrar todas mis fuerzas en Anoeta y els blaugranes estuve rezando todo el camino: "Vamos, vamos, vamos campeón//Tú eres, tú eres, tú eres mi pasión//Solo, solo, solo sé// que animaré a mi Levante" y vuelta a empezar. ¿Se puede llegar a estar cuarenta y cinco minutos seguidos andando y solo pensando en una única cosa? Sí, todo sea por los tres puntos y por el Llevant. Me paré junto a un paso de cebra sin semáforo. Hubo un momento que paré de cantar repentinamente y pensé que el juego estaba parado y luego, cuando volví a mi casa, vi el penalti no señalado... Continué andando hasta el pueblo de al lado: Godella. Ya eran las 20:30h pero decidí andar algo más por si el partido se alargaba más de la cuenta por ese parón e iba a llegar justo para que Oyarzabal metiese el tercero.

Durante mi trayecto, fui viendo a pequeños frames el partido de la chotera contra el Sevilla Fútbol Club en los bares que si retransmitían la pachanga en Mestalla, pero no la de Anoeta. Me paré a ver una falta que tiró Parejo a la barrera porque lo creí conveniente para salvar el tiempo de descuento en San Sebastián. En todas las televisiones de todos los bares la panda de pequeñas cabras de Aragón iba perdiendo. En todas, menos en la última que vi.

Enfilé la calle de mi casa, mochila a cuestas cuarenta y cinco minutos después y me dio un subidón importante: "VAMOS, VAMOS. VAMOS CAMPEÓN//TÚ ERES, TÚ ERES, TÚ ERES MI PASIÓN//SOLO, SOLO, SOLO SÉ// QUE ANIMARÉ A MI LEVANTE". Menos mal que las calles del pueblo de Burjassot un miércoles al filo de las nueve de la noche quedan poco transitadas. Llegué el portal de mi casa completamente seguro de que habíamos ganado. Completamente seguro de que habíamos ganado porque me había ido a dar una vuelta. Completamente seguro de que habíamos ganado uno tres. Me desvestí, encendí la tele y me vi el partido a una velocidad sesenta y cuatro veces la normal, y solo en ese momento sentí el pánico de no haber ganado. El partido acabó uno a dos.

Basado en hechos reales. 

domingo, 13 de octubre de 2019

La historia de una maratón nocturna

La historia de esta maratón nocturna empieza el viernes al mediodía cuando me enteré que el tifón llevaba la clasificación del sábado al domingo. No mentiré: la idea de pasarme parte de la noche del sábado viendo Fórmula 1 y terminar con el desayuno del domingo me pareció bastante apetecible; sí, soy fácil de seducir. Motivo: clasificación y carrera separadas solo por unas pocas horas y en la otra punta del mundo. Llegados a este punto lo que no me podía permitir era pretender pasar la noche en vela a pelo, sin una mala siesta; las malas experiencias con los partidos de Nadal del US Open que pasaban de las tres de la mañana me mantenían alerta. Sin embargo, la siesta a penas alcanzó las tres horas y mientras salía de la cama a las nueve en punto me temía lo peor.

Llegar despierto a las tres de la madrugadora resultó muy fácil, ayudó bastante que el programa previo empezase a las dos y sobretodo el tener que estar pendiente de mutear a Iñaki Cano cada vez que la cámara enfocaba a esos dientes demasiado grandes para esa boca. También ayudó, no nos engañemos, que la clasificación fuese tan, tan surrealista. Para empezar los dos Ferrari y Sainz salieron a la Q1 con neumáticos duros, y para continuar estos tres exploradores intrépidos ni pudieron marcar un registro en el primer sector porque antes Robert Kubitsa ya había empotrado su carrito de la compra Williams contra el muro en plena recta; "el viento" le echó un capote su compañero de equipo a través de la radio desde el box. Algo menos surrealista fue ver a un taxista de Hass envuelto en idéntico escenario al de Robert poco después de que se levantase la bandera roja; el mismo viento que estrelló antes al polaco contra el muro zaranadeó a Magnussen fuera de los límites del asfalto del tal forma que creyó que había sido su compañero taxista quien se lo había quitado de encima. Nueva bandera roja, nuevo recorte de tiempo importante a la sesión y ahora sí que había celeridad por dejar la impronta en la tabla de tiempos cuanto antes. La aglomeración de monoplazas al final del pit-lane fue tal que hubo quien prefirió intentar una única vuelta libre de tráfico a sumar dos intentos rodeados de coches: a Grosjean le salió bien jugarse todo a una carta, pero el tiempo de Pérez no fue bueno y en la segundo tanda del resto de la parrilla lo vapulearon. Ricciardo fue quien menos exprimió a su coche y al caer la bandera quedó eliminado junto a Pérez, Russell, Kúbica y Magunssen.

Gasly hizo diabluras cuando superó la Q2 a los mandos de su limitado Toro Rosso, no menos diabólico fue la clasificación a la última ronda del Hass conducido por su limitado Grosjean. Hülkenberg, ambos Alfa Romeo, Daniil Kvyat y Lance Stroll se quedaron por el camino. Llegaba la hora de verdad, era tiempo de pole y nada hubiese apostado un solo duro por Ferrari el viernes por la tarde, pero los hombres de Binotto dieron con el mapa del tesoro, cambiaron las disposición de sus monoplazas y el coche mejoró siete décimas; las suficientes como para que Vettel pusiese la Fórmula 1 patas arriba con su primer turno de vuelta cronometrada. Ni te cuento ya cuando consiguió la pole position por primera vez desde que se pensaba que el oceano Atlántico estabs cercenado por abismales acantilados, Charles Leclerc acompañaría a Vettel en primera fila y la cara sorprendida de Binotto, el jefe ferrarista, representaba a todo aquel que siguiese despierto: no tanto por el doblete de los coches rojos sino porque Bottas había quedado por delante de Hamilton.

Los momentos siguientes fueron de negociación conmigo mismo, me duermo o aguanto como un campeón. Eran las 04:15 y entendí que si me dormía, cuando sonase la alarma a las 06:45... la Fórmula 1 me parecería algo menos importante que cerrar los ojos otra vez. Sabía decisión -pensé. Me leí varias crónicas del partido de la Selección Española en Oslo y me puse un par de capítulos de los Simpsons para no dormirme; cuando quise darme cuenta la pareja del momento, es decir, Noemi de Miguel y Marc Gené restransmitían desde Japón. Pero qué genio eres -pensé. A todo esto, GradaCentralAlta ha tenido acceso a cierta información confidencial y que gustosamente os la desvelaré: Marc Gené tiene un anillo de bodas guardado en el bolsillo desde que Noemi de Miguel le preguntó por primera vez qué tal estaba respondiendo Vettel a las mejoras del Ferrari; todo lo que no sea un matrimonio será una decepción para mi. Que si tal, que si cual, que si salen algunos coches del box, que si siguen arreglando el coche de Kúbica, que si un fotografo tirado en el suelo para hacerle una foto a Gasly, que pim, que pam, que pom, que pum, ya eran las siete y diez y empezaba la vuelta de formación. Los cinco semáforos rojos se apagaron delante de toda la parrilla, pero los Ferrari y Hamilton dudaron de que si lo que veían era la vida real o solo fantasia. A Bottas que le bastaba con salir bien, salió muy bien para ponerse líder mucho antes de tocar el pedal del freno. Total que va Leclerc, que salia segundo, se empareja con Verstappen, que salía quinto, el coche no le gira como debía y se lleva por delante a neerlandés. Y a mi, que me encantaría que MadMax diese su vuelta clasificatoria en todos los Grandes Premios a pie, me entró cierta compasión por ese hombre a unos morritos pegado. Carlos Sainz se aprovechó que carril rápido de la salida era interior de la curva y llegó a rodar en tercera posición antes de que Hamilton dejase las cosas claras en la primera de las eses de Suzuka.

Carletes se puso cuarto y con Charles y Max en fuera de juego y con Albon dos puesto más atrás, ¿quién no pensó en una oportuna avería del trio cabecero para que el madridista madrileño consiguiese su primer podio en esta disciplina? Habremos de seguir esperando. Albon cortó por la sano su persecución a Lando Norris y se lo quitó de en medio con rotura de piezas millonarias mediante. Pérez, Ricciardo y Hülkenberg, por su parte, neutralizaron una mala clasificación con unas primeras vueltas escandalosas; Grosjean, todo lo contrario, su coche ya no sabe que hacer. Nos sumergimos, en ese instante, en las típicas vuetas del montón ligeramente animadas por la escalada de Leclerc y la pseudo-persecución de Albon a Sainz; pero como el circuito era Suzuka siempre puedes entretenerte con unas gradas llenas, una curva bonita o apretando los dientes con cualquier pequeño ajuste en la dirección porque que no se olvide que salirse de la pista en este circuito implica, como mínimo, ponerse a la cola.

La variación del SetUp que había permitido a Ferrari copar la primera línea también provocó un peor trato de los neumáticos. Mercedes, lejos de mutilar a Vettel con undercut moviendo a Hamilton, esperó, esperó, esperó y esperó y cuando Vettel entró en boxes, protegió la posición de Bottas que no necesitaba protección y confió en el overcut, cosa que casi nunca funciona, con Hamilton. Parece ser que a Toto Wolff no le vale con ganar, sino que debe hacer doblete con la peor estrategia posible para demostrar la superioridad de la raza aria. Mercedes lleva seis años consecutivos secuestrando el campeonato con un Hamilton lejos de su mejor nivel y con un equipo estratégico que siempre que le han apretado las tuercas ha fallado. El coche y nada más. En la lucha de Sainz, Albon entró a boxes, momento en el que tal vez el madrileño debió entrar para proteger su cuarta plaza y, solo quizás, el equipo se lo comentó; pero Sainz tomó la responsabilidad de la estrategia a una parada para defenderse de la progresión meteórica de Leclerc y obligar al tailandés de RedBull a apurar cada frenada. El resultado: perdió la cuarta plaza y salvó la quinta.

Hamilton salió de boxes unas vueltas de después de Vettel, con neumáticos más duros y sin la necesidad de parar como sí la tenía Vettel. Mercedes tiene el doblete en la mano -pensé. Y cerré los ojos por un instante, cuando los abrí vi la luz de la cocina encendida y a Bottas levantar los brazos desde la cámara subjetiva. Mi hermano, que había visto lo que me perdí de carrera al lado mio y no se dignó a despertarme, me informó de la calidad de las últimas diez vueltas.

Rebobiné y vi la carrera desde donde había cerrado los ojos. Vettel había parado obligatoriamente porque tenía que usar un juego distinto a los blandos y Bottas había parado porque de poco servía estirar hasta la extenuación su compuesto de neumáticos medio, ello puso a Hamilton primero. Quedaban diez vueltas y el señor de Amazon dijo que los neumáticos de Hamilton estaban bien, pero Mercedes lo hizo parar porque... ya saben hay que correr con la peor estrategia. Y lo que pudo ser un doblete fácil, se convirtió en un persecución absurda y en unos intentos desesperados en los que Hamilton contaba con unas gomas más castigadas que las de Vettel. Mercedes falló en la estrategia, de hecho, volvió a fallar; pero Hamilton es un pesao, cuando no son unos neumáticos desgastados, es el rebufo del de delante, cuando no, es que los Ferraris corren mucho y si todo está en su sitio es que en este circuito no se puede adelantar y los ingenieros tiene que pensar en un truco de magia que le dé la victoria. Porque cuando no gana casi siempre es: «si hubiéramos puesto tal neumático o si hubiéramos hecho tal estrategia... tengo que hablar con el equipo para que no vuelva a suceder». Porque es muy fácil mirar atrás y señalar si las cosas han salido mal y sonreir si las cosas han salido bien, y muy dificil asumir la responsabilidad de la estrategia, declinar las recomendaciones de tu ingeniero y dedicar cada curva expresamente a potenciar tu apuesta para ser quinto con un McLaren. Porque es muy fácil subir al podio con cara de perro por haber quedado tercero quince días antes de reafirmarte como el mejor piloto de la tierra y muy dificil dedicarle una sonrisa en un día duro a tus compañeros de trabajo cuando se han proclamado, otra vez, los mejores del mundo. En el próximo Gran Premio en México DF, Hamilton tiene la primera opción de ser campeón del mundo por sexta vez. Y tal y como esta ahora mismo la parrilla, de ganar la carrera lo más seguro es que acabe la noche celebrando en cualquier garito de los alrededores del Hermanos Rodríguez. El año que viene podrá igualar a Michael Schumacher como el piloto más laureado de la historia. Pero cuando, como digo, se reafirmarme como el mejor piloto de la tierra ya sea en México, en Texas, en Sao Paulo o en Abu Dhabi lo hará sin ser, ni muchisimo menos, el hombre del campeonato porque antes de él estarán Verstappen y Leclerc, Gasly y Albon, Helmut Marko, el año entero de Vettel hasta que consiguió una victoria, el smooth operator de Carlos Sainz, el café de Valtteri Bottas, Cyril Abiteboul despejando balones, Robert Kubitsa, el Gran Premio de Alemania, el japo que se ha vestido de Vettel, la fisio rubia de Hamilton que está en todas partes, Totto Wolff pegándole puñetazos a la mesa, la Q Race, el peinado de Hamilton y luego, por último, la alegría postiza del seis veces campeón del mundo cuando Bottas ya no le pueda superar en la clasificación.


sábado, 14 de septiembre de 2019

A un mal centro de la gloria del empate

Qué negro se veía todo en el descanso y qué capaz parece el equipo ahora, ¿no? La historia de la segunda visita del Levante de PacoLo al Santiago Bernabéu bien se puede resumir en un planteamiento agresivo, un Benzemá con las botas de Messi y un cabezazo hacia el final de Rubén Vezo que el yunque, por desgracia, supo evacuar. Mi consulta a Google en el intermedio del partido con objeto de conocer nuestro próximo rival era elocuente, el Madrid quería liquidar el partido por la vía rápida y en la capital ya les empezaba a oler la boca a culo de Neymar (Miércoles a las 21:00 en Movistar+ Liga de Campeones). Con tres a cero en el marcador muchos, y me incluyo, hubiesen deseado que el pitido final de la primera mitad hubiese, a su vez, terminado con el partido: duchita, Ave y a dormir a Valencia. Pero PacoLo tenía otros planes para el levantismismo; Señor Yunque, Mare de Déu dels Desamparats, lo siento, he pecado y vengo aquí a confesarme.


En nuestra más que centenaria historia cualquier Levante, cualquiera, no solo hubiese bajado los brazos con el triplete de tantos, sino que además hubiese apretado los dientes y cruzado los dedos para que aquello no terminase cinco a cero; cualquier Levante, menos uno. El día que Paco López le quitó el petardo del culo a nuestro jugadores ciertas raíces de nuestro pasado fueron estirpadas, desde entonces lo nostre Llevant es un equipo valiente aunque esté siendo arrollado.


Y eso que la cosa no empezó tan mal: Rochina colgó una pelota a la cabeza de Borja Mayoral que cerca estuvo Óscar Duarte en convertir en gol (estaba en fuera de juego). Clerc no ha dejado de ser el puñal que demostró ser hace dos semanas por la banda izquierda del Ciutat y parecía que si finalmente la pelota traspasaría la línea de meta de Curtuá sería a través de las botas del Power Ranger granota: a Mayoral le faltó decisión, en el primer intento.


Quien lo diría el Madrid se remangó y se puso a trabajar a pesar de que el himno de la Champions no sonase; quizás confundieron determinadas barres blaugrana. El Levante vivía en su campo y no porque quisiese precisamente, la presión merengue perpetuó el ataque de los hombres dirigidos por Zidane y cada vez que la tocaba Benzema la parte buena de Valencia temblaba. El primer gol del francés, preciso remate de cabeza entre Duarte y Vezo a buen centro de Carvajal, estuvo precedido de un soberbio disparo que Aitor desvió a corner con los poderes del Halcón Milenario (titular hoy contra el equipo de Persich). Después Rochina, principal sumidero de balones justo detrás del Comandante Morales, prácticamente regaló el segundo a Karim que recibió un excelente balón de James. A poco del descanso el piloto francés regaló al amigo del psicópata de Montenegro el tercer gol blanco (blanco merengue, no blanco choto).


El Pelao de Silla se dedicó a animar a los nuestros, mientras yo me hacía el chulo: pasé de los diez primeros segundos de la segunda parte. Carlos Clerc sabe perdonar y le ofreció a Borja Mayoral la oportunidad de vestir la camiseta del Madrid en un futuro. Tres a uno. Curioso partido de Mayoral que dejó de hacer lo que todos estamos acostumbrados a verle hacer y se centró solo en meter gol; firmo que Mayoral sea como Roger YA. Sin embargo, Morales estuvo a punto de cagarla pues por casi toca la pelota estando en fuera de juego, menos mal que tampoco atinó con el balón esa vez. El Levante asomó la patita, y necesité na y menos para poder ver ante mis ojos el tres a cuatro cortesía de Bardhi ganándole a Sergio Ramos un salto de cabeza en el último minuto de partido. Pero a Ramos lo cambiaron y todo se fue a la puta.


Tardaron una eternidad, que ni se molestaron en añadir, en buscar la vía legal para concederle el cuarto gol del Madrid a Vinicius; pero por mucho que se tratase de juntar la línea de James con la de Postigo, no había forma humana de viciar un fuera de juego tan claro. Con tres a uno en el marcador, todavía teníamos la oportunidad de abalanzarnos en el marcador. PacoLo quitó al psicópata de Montenegro y a Óscar Duarte porque aún con ellos dos Benzema y sus amigos hacían lo que querían. El Pelao de Silla dividió el partido y le tomó un pulso al Madrid: a ver quién acierta más. Ese y no otro ha sido nuestro juego desde aquel glorioso día en que a Paco le vibró el móvil camino de Elda. Morales forzó el corner ante la presencia de un Carvajal que lleva muchos días malos y está incluso peor que Morales; y nuestro primer remate a puerta tras el tanto de Mayoral: cap a dins. Gol de Melero, tres a dos.


Benzema le dio al palo, Aitor contestó a Hazard y al otro lado del campo: cien millones más y cero paradas. Sumó, no obstante, una. A Bardhi lo cazaron en tres cuartos y Ricardo de Burgos Bengoetxea no tuvo más remedio que pitar falta. El golpeo de Campaña, todo sea dicho desaparecido estos cuatro primeros partido ligueros, fue inmejorable y el cabezazo de Vezo llevaba grabado a fuego la palabra gol y, a pesar de todo ello, Curtuá la mando fuera. Era el minuto ochenta y ocho. Cinco minutos más tarde Postigo filtró ese pase que Ramos estuvo buscando hasta que le quitaron, Morales recibió, centró y casi la mete. Mi hermano dice que chutó; yo le digo que no, que de ser así no habría tirado tan bien.


domingo, 1 de septiembre de 2019

Estuvo entretenido

¿No sé si estáis conmigo?: la vuelta a casa de ayer fue realmente placentera; no como los minutos posteriores al partido del pasado viernes en el que costaba asumir la repetición del penalti de Morales y que Morales tirase un penalti. Al acabar los 5.400 segundos cualquier granota pudo reflexionar aliviado que de seguir así sacaríamos muchos puntos esta temporada, ese y no otro fue el principal motivo de mis desvelos hace siete días. Los resultadistas, que han sido capaces de resumir estas dos victorias en seis puntos, sin embargo, vivirán su momento hoy domingo, al filo de la media noche, cuando pongan el teletexto y vean al Levante momentáneamente clasificado para Europa. Aquellos que disfrutaron más silbando al equipo que aplaudiendo a Maradona con las botas de Rochina, esta tarde se preguntaran quien es esa gente tan ruidosa detrás de la portería de Mestalla; ah, no, espera...

Y eso que lo que acabó bien, no empezó muy allá; los futuros testigo de una victoria balear, siguen manteniendo en el recuerdo, con los ojos vidriosos embriagados de emoción, los lamentables minutos en los que el Llevant fue pitado contra el Villarreal; estos hombres henchidos de valencianismo volvieron a la carga aunque por fortuna todo acabó en un ridículo murmullo. Fuentes cercanas a este sucedáneo de portal web informan que esta tarde a la otra parte de Primado Reig volverán a intentarlo. El Valladolid había absorbido el instinto de la más famosa película de Spielberg y rodaban dando vueltas la meta de Aitor. Los designios del balompié mandaron la pelota fuera de banda justo a la altura de los banquillos y Paco López empezó a ponerle la oreja de plástico a Rochina porque no estaba bien situado, no obstante, la reprimenda fue ostensible a todo aquel que quisiese oír, hijos de cabras incluidos; a partir de ese momento el partido cambió.

El Levante, después de dos jornadas desaboridas, volvió a ese ataque sin contemplaciones que tan buenos momentos de fútbol nos ha regalado. Paco López, mientras le echaba la bronca a zurdo interior de Sagunto, se conoce que amenazó con el banquillo al primero que diera un pase en horizontal. Por las bandas contábamos con dos puñales cortersía de las nuevas incorporaciones, de Tito, Miramón y Clerc y el resto de jugones y Vuckevic ya se encargaban de inclinar el campo, perfectamente cortado por Raimon y su equipo, hacia la portería defendida por Masip. Sin embargo, a los cañoneros atrincherados en los flancos les faltó una pizca de precisión para que sus centros se convirtiesen en asistencias; y a Roger y a Mayoral les faltó el toque de oportunismo y saber estar que cualquier delantero considera deber tener.

Rochina, sobre el minuto cuarenta de partido empezó a deshacerse de rivales como si el fuera una bola y los blanquivioletas bolos; el pase a Morales fue preciso y si el Comandante hubiese tenido a bien, definitorio; la pelota le cayó a Mayoral tras un buen pase de José Luis y el de Parla intentó hacer la que Raúl le hizo a Cañete en la final de París, solo que existía una pequeña diferencia: Raúl estaba en el borde del área grande y Mayoral estaba en el borde del área pequeña. La jugada acabó en el lateral exterior de la red.

Morales, pobrecito, ayer volvió a  no tener la tarde. A sus regates erráticos, a su carrera torpe y lenta y a sus buenos pases (Morales, un toque) se le sumó que la única jugada que hizo de provecho fuese anulada por fuera de juego previo. El once granota llegó antes a la pelota que el oscuro hombre del Valladolid, que cometió penalti, pero al inicio de la jugada Borja Mayoral recibió la pelota de Roger en fuera de juego. La infracción se vio desde la grada en directo, pero el gremio arbitral con el que este país amante del fútbol ha sido agraciado no lo tenía tan claro. Un señor en grada ante la indecisión bajó al baño, meó, se lavó las manos, se secó las manos, hizo cola en el bar, se pidió un blanco y negro y un refresco de Cola (CocaCola aún no me ha pagado para que le haga publicidad), contó las monedas, contó el cambio, subió las escaleras, buscó su sitio, se comió el bocata, se bebió el refresco de Cola y contestó a los whatsapps de la parienta, a los pocos segundos se señaló un fuera de juego cristalino. Sergi Guardiola, minutos después, anotó en fuera de juego también; esta vez la respuesta del VAR fue, para esa gente, rápida y eficiente; lo que no ha transcendido, pero sí ha sabido Grada Central Alta es que la decisión fue veloz porque los ineptos de la sala del VAR estaban en el párquin del estadio fumándose un cigarro a causa del estrés que había supuesto arbitrar correctamente una jugada (la del penalti a Morales), entonces los del césped hubieron de improvisar a su ritmo y acertaron, de milagro.

La segunda parte fue más de lo mismo pues el grito de Paco López en aquel saque banda seguía surtiendo efecto, pero todos estaban más cansados en el Valladolid solo corrían hacia atrás y el Levante prefería pasarse la pelota a tirar un desmarque. Hacía el final del partido el hostigamiento granota empezó a cesar lentamente y justo cuando aquello empezó a pintarse en blanco y purpura, la buena combinación en banda entre Bardhi y Campaña terminó con un remate de Sergio León al fondo de la red, desvió mediante. El Valladolid soltó los perros en ataque, quizás demasiado tarde, cuando el uno a cero se concretó; y en uno de esos vaivenes de los visitantes, Bardhi y Miramón hicieron un roto en banda diestra y Morales terminó metiéndola por fin, justo después de que hiciese que a Masip se le juntasen en una muy específica parte de su cuerpo tres pelotas durante un breve y dolorosísimo instante.


domingo, 18 de agosto de 2019

Joselu tiene cara de choto

Los minutos que pobremente se sucedieron hasta que se juntaron noventa fueron amargos y aburridos en una fresca tarde veraniega en Vitoria. Y eso que el Domingo se presentó interesante por mi casa cuando Morales formó parte de nuestros jugadores suplentes; el Pelao de Silla cercenó las bandas y fantaseó con hacer diabluras con el rombo y digo yo que sus motivos tendría para echar abajo la barraca del Alavés. Sin que pasase gran cosa, llegamos al cuadragésimo cuarto minuto; Bardhi recortó y fusiló el marco babazorro Sergio León la sigue pidiendo y la parada de Fernando Pacheco seguro que aparecerá en los highlights que tanto le gustan a A.J. Morales. Antes, dos tímidas aproximaciones, ambas progonizadas por Sergio León: una vaselina desde tres cuartos de campo y un tiro bloqueado dentro del área. El Alavés exigió a Aitor a no errar en atrapar sus mansos centros.

Ya con el cambio de porterías efectuado, Rubén Vezo cortó el pase que hubiese convertido a Aleix Vidal en asistente y a Joselu en goleador. El fútbol le concedió una segunda opción a sendos, y esta vez no fallaron. Cero a uno, gol de Joselu; por mucho que Maripán pareciese discutir con su compañero delantero la autoría del gol. El Alavés, en ese instante, dejó de agrupar méritos para aparecer en los highlights, pero lamentablemente el Levante no hizo mucho más.

Sergio Postigo le metió un pase en largo al otro Sergio del equipo, y que se apellida como una provincia de Castilla y León, para que se buscase la vida y metiese gol; solo le faltó una pizca de fuerza a su incisivo golpeo. Fernando Pacheco respondió a ocho minutos del final a un soberbio testarazo de Rubén Vezo, el rebote cayó en Roger pero sus remate destinado a empatar el partido rozó en un defensa y se marchó lejos de las redes.

Maripán cometió dos penalties que el VAR no quiso ver, sin embargo tampoco se lo pusimos fácil a los jueces porque fuimos buenos y no montamos el pollo. Nosotros jugamos mal, el Alavés jugó peor; nosotros tuvimos tres pobres ocasiones de gol y el Alavés solo una. El fútbol no fue justo, pero no vamos a percatarnos ahora que la justicia en el fútbol es un poco rara.

domingo, 4 de agosto de 2019

Se n'anem de vacances

Lewis Hamilton ya ha subido el insta-stories #blessed #TeamLH #BestFans con la canción de Calvin Harris. Lando Norris ya ha concertado con Fernando Alonso, a través de Carlos Sainz, una visita a Oviedo para beber leche directamente de la ubre. Y Nico Rosberg ya ha pedido cita en la peluquería porque su vida de reportero a pie de pista le causa mucho estrés y eso repercute en el estado de su rubia melena. La Fórmula 1 inicia sus vacaciones obligatorias (jajajaja) en las que nadie puede ir a trabajar (jajajajajajjajajaja), y volverá dentro de un mes en Spa-Francorchamps, y mientras tanto, ¿quién piensa en nosotros? siempre nos quedará MotoGP y el fútbol.

Max Verstappen salía desde la pole y en la tarde de ayer todos nosotros aprovechamos para imaginarnos un final de temporada, por fin, realmente disputado. Aprovechamos la tarde de ayer, y la mañana de hoy, porque también sabíamos que Hamilton iba a ganar la carrera; no sé contempla un panorama distinto en el universo de la Fórmula 1 desde los tiempos del Frigodedo. En esta casa, ya se ha dicho alguna vez, no es que Max Verstappen no sea santo de nuestra devoción, es que directamente lo odiamos. Pero claro, ¿qué se prefiere? al puto Hamilton o ver a Verstappen feliz a cambio de un poco de emoción. Respuesta evidente. Y así es como de un día para otro pasas de celebrar cada hachazo que Leclerc le metía a de los morritos a cruzar los dedos porque a Hamilton se le reviente el motor como en Malasia y Maximiliano gane la carrera. El verano, ahora, se nos ha quedado desapacible; pero, oye, que nos quiten la sesenta y siete vueltas de persecución.

El mundo entero de la Fórmula 1 cruzaba los dedos para que la salida de MaxMad no fuese tan desastrosa como las de sus dos últimas victorias; todos, absolutamente todos, hasta Hamilton que el viernes pidió que los RedBull, es decir, Verstappen estuviese cerca de él el domingo. Hasta Hamilton se aburre de ganar. Y lo consiguió, Verstappen salió como el común de los mortales y, después de frenar en paralelo a las balas plateados traccionó en primera posición a la salida de la primera curva del Gran Premio; pero fue justo en ese momento cuando se empezó a fraguar el segundo puesto del neerlandés. Ya lo hemos dejado caer antes, para ganar tiene que salir mal, ¿Es que nada ha aprendido de sus últimas carreras?

La Fórmula 1 dejo de ser ese correcalles sin control en el que se había convertido y volvió a ser la misma de la que todos nos enamoramos. Aburrida, repetitiva, predecible y con la golosina de un buen adelantamiento de vez en cuando. Antes de todo esto, Hamilton tocó el alerón delantero de su compañero de equipo en la tercera curva y Leclerc terminó por rematarlo metros después; parada en boxes y carrera comprometida. Gasly fue el que protagonizó la mala salida este fin de semana del equipo RedBull, hecho que Sainz, que està fet un home, aprovechó para ponerse sexto junto al adelantamiento que le propinó en la salida a Norris. La nula capacidad del alerón de Bottas para crear downforce lo puso quinto y el alargar la vida de sus blandos neumáticos hasta neutralizar el efecto de los compuestos medios de sus perseguidores le hizo mantener la posición de privilegio al frente de la clase media. A la salida de los boxes dejó a Gasly a raya las cuarenta vueltas que faltaban por completar. Ayer Russell clasificó decimosexto y hubo quien pidió un asiento en Mercedes para él; la semana pasada Kvyat era la solución para todos los problemas de RedBull tras hacer un podio; y mientras Carlos Sainz lleva haciendo quintos puestos desde abril, Antonio Lobato, Manu Franco y el otro siguen discutiendo con nadie por qué Fernando Alonso merecía el título de 2012.

Sobre Ricciardo y Bottas había caído el peso de animadores oficiales de la tarde. A Bottas le metían café por la oreja cuando le dijeron que podía ser sexto y a Ricciardo no hacía falta alterarlo porque el ya venía calentito de ayer. Por si faltaba poco, Magnussen emergía en su horizonte y Verstappen era primero. Romain Grosjean, compañero de equipo de Magnussen, ha dicho que le cae muy bien pero que es un vikingo en la pista; y tendrá razón, siempre y cuando, vikingo en la jerga de taxistas signifique: "Puto guarro". Ricciardo prefirió quedar décimoquinto, detrás de Magnussen, pero con todos los dientes puestos; y Bottas que apuntaba a la sexta plaza, no mojó ni la taza del váter y quedó octavo.

A Hamilton en mitad de persecución a Verstappen, y tras dos intentos fallidos, le llamaron por radio y le dijeron que si paraba en boxes y a salir marcaba una vuelta rápida iba a ganar la puta carrera otra vez. Hamilton confío fielmente en James Vowles, pero su vocación por el teatrillo no le permitió callarse la boca: "No sé si es una buena opción", "¿Voy a tener suficiente goma en las últimas vueltas?", "¿Aguantarán los frenos?"... Suerte que hoy solo hemos tenido al puto Hamilton en tres conversaciones por radio. Amazon Web Service pronosticó que Hamilton pasaría a Verstappen a falta de cuatro vueltas, y en la 67 de 70, el británico, aunque sombrío, piloto de Mercedes le metió una pasada sublime pero que dudo que aparezca en algún ranking de YouTube. Vettel hizo algo parecido con Leclerc y las últimas vueltas las pasó recortando las diferencias a marchas forzado, el ordenador de Amazon pronosticó que en la última vuelta pasaría el alemán al del principado y, Andrew Jassy director ejecutivo de AWS, vio, sentado sobre sus cojones, como Vettel pasaba a Leclerc en la vuelta 69 de 70. Creo que él sí se merece ser el Drive of the Day.

domingo, 28 de julio de 2019

La mala suerte no es genética (o sí)

Estimado lector, le invito a formarse el momento en su imaginario. Thibaut Pinot es un ciclista francés, excepcional cuando el asfalto se agarra y el firme se empina pero torpe en el descenso, su nombre siempre ha aparecido en la nómina de favoritos para enfundarse el maillot amarillo en los Campos Eliseos; sin embargo, como buen pupas que es, en todas sus participaciones ha habido algo que lo ha alejado de la victoria. Este año ha sido una fuerte dolencia en su muslo izquierdo. Javier Ares, otro excepcional profesional, con la imagen del escalador francés abandonando la carrera en su cabeza, reflexionó apostillando que la mala suerte, por fortuna, no es genética y que llegará el día en el que el mal fario se canse de visitarlo. Biológicamente, la frase es impecable; pero en el plano práctico, sabemos que la Diosa Fortuna siempre deja de lado a los mismos.

Semana de Gran Premio y vacaciones, y por si faltaba poco, Antonio Lobato subía una foto a twitter anunciando lluvía. La emoción que se infló en lunes y siguió sacando pecho el viernes, con doblete italiano incluido, se pinchó el sábado cuando Vettel puso un pie fuera de su Ferrari y respiró pa' dentro cuando Leclerc hizo lo mismo. Ferrari no pierde ciertas capacidades en solo una semana.

Desalentadora tarde del sábado que, no obstante, creció como la espuma la mañana del domingo; la esperada dejó de hacerse esperar. Nuevo tweet de Movistar+ anunciando lluvia. Se me siguen poniendo los pelos de punta. Verstappen arruinó su sábado cuando, partiendo desde la segunda posición, se hundió en la recta de meta justo después de que los semáforos se apagasen; motivo insuficiente para trastornarse, Max es la suerte. Y antes de que te dieses cuenta la gente ya estaba cambiando sus neumáticos a intermedios, pues el accidente de Sergio Pérez contra el muro a la salida de curva ocho era la perfecta escusa para hacerlo y no perder casi tiempo.

Leclerc, medio-francés aunque monegasco, posee la misma combinación genética que Thibaut Pinot y gastó cualquier traza residual de fortuna en el momento que besó la escapatoria de la curva 16 y, contra pronóstico, se mantuvo en pista. Los genes apellidados Sainz nunca estuvieron asociados a la suerte y falló como Leclerc en la curva 16; el incidente, aunque no derivó en abandono, lo envió a las últimas posiciones.

Pues no va Magnussen y pone neumáticos secos; y pues no va la parrilla entera de la Fórmula 1, con sus ingenieros y sus coeficientes intelectuales, y siguen los pasos de un taxista. Cinco vueltas después de que Kevin abanderase la nueva religión de la ignorancia, solo resistían Carlos, Albon y Nico con neumáticos de agua. Verstappen, que ya era segundo desde la tercera vuelta, trompeó en los albores de la curva 16 pero mantuvo la posición y pudo cambiar a los neumáticos apropiados; quien no tuvo la oportunidad de rectificar su Gran Premio fue la otra cara de la moneda, Leclerc, que no salió vivo de su segunda excursión en la decimosexta curva: Safety Car y el rigor, la cordura y la inteligencia rebrotó en el pitlane: todos, de nuevo, a neumáticos de lluvia. El trío de sobrios recogieron los frutos.

Al que tampoco le crecen tréboles de cuatro hojas en su jardín es a Daniel Ricciardo que se perdió la carrera más divertida del año por culpa de un fallo de su motor francés Renol. Lando Norris todavía es demasiado joven para determinar con firmeza si la suerte la acompaña o no; pero sus últimas carreras lo están situando de lado de los sacrificados; hoy, un fallo en su motor francés Renol lo apartó de la carrera más divertida del año.

Magnussen y sus seguidores dejaron de hacer el cabra durante un rato y cada coche puso a cada piloto en su sitio con el paso de las primeras vueltas normales de la carrera; poco duraron. El punto de frenada de la curva 16 es difícil de tomar hasta en la PlayStation, ni te cuento ya cuando llueve. Nico Hülkenberg, que no se acuesta precisamente con la señora suerte, no quiso irse del circuito sin catar el muro de la curva 16 y Kimi Räikkönen, por encima siempre del bien y el mal, oyó que había hielo en ese punto y creyó oír ice-cream, el finés sí continuó. Hamilton también tuvo su pertinente visita por los alrededores del circuito, la salida cultural se saldó con el alerón roto y con cinco segundos de retraso por entrar al pit-lane por donde no le estaba permitido y va y los Haas se chocan entre ellos; el público celebró su propia suerte genética.

Safety Car, de nuevo, por el accidente de Nico Hülkenberg, y todos los como locos a los boxes, había oferta de tiempo. En las últimas vueltas de régimen, a Stroll, al que su padre le compró el gen de la buena suerte hace veinte años, le cayó la manzana en la cabeza. Quizás le cayó a su ingeniero. Puso neumáticos secos. Le siguió Kvyat. Una vuelta después toda la parrilla juró ser Strollista, Kvyatista y sus sucedáneos. Ya era tarde, sin embargo, arrebatarle el primer puesto al millonario piloto canadiense, al menos en los siguientes doscientos metros. Sainz, con el torpedo y Stroll todavía por delante, olía a podio desde la quinta posición. En mi casa se contenía la respiración.

Desde el día que Vettel estimó oportuno correr con dos monedas en el pie, la suerte siempre estuvo de su lado. Cabe recordar también, que la suerte no corre sola, hay que darle de comer como poco. El alemán que parecía volver a tener veinte y tres años escaló desde la décima posición, y Bottas le allanó el camino cuando estampó su Mercedes contra las protecciones de la primera curva del circuito. Con cinco vueltas por delante, que Vettel quedase delante de Sainz, del torpedo y de Stroll era como beberse un vaso de agua. Las cuentas de Sainz, no tan afortunado, pasaban por verse superado por Vettel, pero adelantar a los outsiders para hacer podio; sin embargo, justamente hoy, la carrera en el Hockenheimring duró tres vueltas menos de los habitual y la bandera cayó antes de que Sainz le arrancase las orejas (y el rabo) a Stroll y a Kvyat. Para ver hacer podio al madrileño habrá que esperar que solo corran tres y que ese día todas las piezas de su coche resistan 306 kilómetros.

Verstappen, que le da igual salir mal, hacer un trompo o poner neumáticos medios, ganó. Vettel, que hace diez años bien podía ser como Verstappen, quedó segundo. Y Kvyat, al que en 2016 le comunicaron por teléfono mientras veía Juego de Tronos que no seguiría en RedBull, parece querer revertir cierto contenido en su ADN. El mismo Sebastian Vettel forzó, desde Ferrari, para que Kvyat abandonase RedBull cuando el torpedo ruso le metió un repasito interesante en Shanghái; a Vettel le pusieron a Verstappen al lado y a Kvyat lo relegaron al pelotón de la parrilla privándole de ganar los Grandes Premios que está ganando MadMax. Ayer por la noche nació su hija y no pudo estar allí, pero ella sí contiene el gen de la buena suerte, y hoy su padre ha conseguido un podio inimaginable.


domingo, 14 de julio de 2019

En Northamptonshire no hace sol

En la salida, Carlos Sainz serpenteó a los dos Alfa Romeo antes de atraversar la vertical del semáforo apagado. Lando Norris, por su parte, le demostró a Ricciardo que sí tenía pelos en los huevos tras meterle un hachazo de locos a la entrada de la curva Beckets. Y, por último, los taxistas no dejaron a nadie desanimado cuando se chocaron solo tres curvas después de empezar el Gran Premio; pasadas unas vueltas decidieron aparacar los coches en los boxes y cortar de raíz el ridículo de su participación; fuentes cercanas al equipo americano aseguran que en la próxima carrera en Alemania correrán en un cuadrilátero para sí poder zurrarse debidamente sin el incómodo estorbo de conducir un monoplaza.

Bottas, que partía en pole position, defendió sus privilegios en los primeros compases, motivo más que suficiente para agitar el asunto. Que mal me cae Hamilton cuando va primero, pero que agradable me ha resultado verlo segundo durante una vueltas, buscándose el porvenir más inmediato en cada frenada, en cada aceleración. Llega aparecer por ahí Vettel en un Red Bull liderando, Alonso llevando a cuestas el carrito de la compra de Ferrari y Andrés Iniesta convirtiéndonos en campeones del mundo y me creo que estamos en 2010, cuando la presencia de Lewis era mucho más amable. Sin embargo, todo parecía venirse abajo cuando en la quinta vuelta el sombrío, aunque británico, piloto de Mercedes se había hartado de hacer el quico tras el alerón de su compañero finés: aguerrida pelea en la curva seis y sobrada de Bottas, dos curvas después, en Copse, a 295 km/h. Justo cuando creías que Valtteri era un moñas. La pelea vino a menos cuando Hamilton se percató de que hoy no sería tan fácil, retrocedió unos metros y empezó a jugar al ajedrez para tener la oportunidad de asaltar el liderato en la parada en boxes.

A Verstappen empezaba a nos gustarle el ver a un Ferrari delante de él y tardó, menos de lo que tardaron Grosjean y Magnussen en quitarse los guantes, pero no el casco, para cascarse en el motorhome, en embestir a Leclerc. Lo que no sabía el neerlandés, ni tampoco nosotros es que el del principado defendía la posición tan sumamente bien. Magnussen, mientras le enseñaba a Grosjean el diente que le había arrancado mediante su último puñetazo, no pudo ver a Charles y aprender a defender la posición sin hacer el guarro. Gasly entró prematuramente a boxes para asaltar el podio después de que dejase atrás al tetracampeón; Leclerc se defendió parando una vuelta después y Verstappen le siguió por el pit lane; Ferrari nunca deja de lado su capacidad para decepcionarnos, y arruinó, momentáneamente, la defensa italiana de su segundo piloto. Leclerc, no obstante, adelantó a Verstappen dos curvas después y le enseñó a de Red Bull cómo adelantar en Silverstone; el ganador del Gran Premio de Austria se quejó de que no tenía grip. A 16 de los 17 pilotos que acompañaban a Verstappen en la salida los hubiese adelantado al primer intento, quizás Gasly hubiese resistido algún ataque (JAJAJAJAJA), pero Leclerc prolongó el milagro de mantenerse tercero veinte vueltas. Miren que fácil es animar una carrera. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce; Leclerc defendió la posición en su última intervención como bien lo hubiese hecho su contendiente y me preocupa que un piloto tan rápido y tan noble caiga en la tentación de la guarrería por la golosa recompensa de los resultados a corto plazo. Aguante Carlos.

Y hablando de Carlos, el Carlos español, es decir, Charly decidió madurar la carrera, conservó neumáticos porque iba a una parada, aunque para Lobato se estaba: «quedando» (le di al mute después de eso), y tuvo la buena suerte de que el Safety Car coincidiese con el momento en que el resto de la parrilla había parado y él no. Emergió de los boxes, mágicamente, sexto. El que también promocionó por efecto de la salida del coche de seguridad fue el puto Hamilton. Bien le debe a Giovinazzi una cena en Hockenheim, hablo de Charly porque Hamilton ni sabe quien es el Llovinatchi ese. Leclerc y Verstappen tenían que hacer todavía una parada cuando el Alfa Romeo de Antonio quedó varado en la grava de la curva Club, pero al parecer solo conocía esta circunstancia los hombres de Cristian Horner; y la pelea de Leclerc de veinte vueltas se diluyó en el tiempo que tardó el ingeniero de Verstappen en guiarlo a los boxes. La Scuderia, lejos de jugar a estrategia distinta, reaccionó tarde y mal. Leclerc paró una vuelta después y salió a pista detrás de Mad Max. «¿Cómo cojones hemos perdido la posición?», no es mio, es de Carlos. Ferrari nunca deja de lado su capacidad para decepcionarnos.

Pierre Gasly, que estaría fuera de Red Bull si Albon llevara un año más en Fórmula 1, se apartó a poco que vio a los morritos de su compañero por los retrovisores; me preguntó qué tendrá más en cuenta el amigo Helmut para valorar la continuidad del francés en el primer equipo, si este último movimiento o el adelantamiento a Vettel. Verstappen, desatado como quince días atrás veía cada vez más grande a Vettel, que o le estaban inflando o se estaba acercando peligrosamente al número 33. A Hamilton le temblaron las rastas instintivamente cuando Max superó a Vettel, pero ya se encargó el alemán de echar leche al café, y se llevó a Verstappen por delante solo unos metros después. Con el tiempo ciertas capacidades ferraristas se van adquiriendo. Max, que el pobrecito nada malo hizo hoy, recibió las disculpas del tetracampeón. Pobre Max...

El puto Hamilton ya iba primero y con el colchón de los dos segundos de siempre. No sé en qué apéndice del contrato que los pilotos firman con Mercedes pone que si Hamilton va líder hay que guardar un distancia de dos segundos. Pero Sainz, que con lo de Vettel-Verstappen era sexto, luchaba por mantener a Ricciardo aspirando de su rebufo; diez vueltas consiguió consolidar la sexta plaza. Me preguntó si sigue habiendo gente que se ponga realmente feliz con las victorias de Hamilton. Su teatrillo le auto-descarta de mi investigación.

lunes, 1 de julio de 2019

Maximiliano, Carlos y Charly

En el año 2013 Mercedes era un equipo simpaticón. Curioso deporte el de la Fórmula 1 en el que el que más gana suele ser el más odiado. Quienes denegaron la siesta el último domingo del mes de junio, adquieren automáticamente ese carácter segundón que les hace apoyar al más desfavorecido, a ese que no siempre gana, en este caso, cualquiera de los otros ocho equipos (Haas no se considera equipo de Fórmula 1 desde que pusieron a taxistas en sus monoplazas). En 2013 el público aplaudía cada maniobra de Hamilton, de Alonso, de Rosberg, de Webber o de Charles Pic que amenazase con putear a Vettel; desde entonces, Hamilton se ha vuelto más tontico y en muchos circuitos le silban. El domingo se planteaba interesante dado que se alzaba la posibilidad de ver a los dos metros de arrogancia del peliculero Toto Wolff rebozarse en el barro de la resignación de una vez por todas. En 2013, también, la gente era menos guarra adelantando; Magnussen estaba a un año de irrumpir y Verstappen estaba estudiando el verbo to be en el cole. En 2013, además, los circuitos parecían reticentes a las escapatorias de asfalto; mero espejismo.

Pues no va el muy idiota de Maximiliano y la lía en la salida. Bottas y Hamilton, segundo y tercero, esperaban pacientes que las ruedas blandas de Leclerc dijeran basta. Pero cuando te habías olvidado del ahorro de los neumáticos, coge Leclerc y empieza a pilotar como se hacia en 2013; el del principado redujo a nada la diferencia en la duración que existía entre sus gomas y las de sus perseguidores. Hamilton, sin embargo, tuvo la oportunidad de asaltar el liderato alargando la vida de sus cuatro compuestos deteriorados; necesitaba, eso sí, que la moneda cayese de canto, pero peores cosas se vieron en Shakir y en la isla de Notre Dame. La tragedia se mascaba en las laderas tirolesas: otra victoria de la estrella de tres puntas; hasta que de pronto, el británico, aunque sobrío, piloto de Mercedes, alegaba por radio problemas con el alerón delantero e instaba a sus hombres a cambiarlos. El planeta sonrío.

Carlos Sainz, mientras tanto, se abonó a la idea de guardar neumáticos y, a pesar de que el piloto español rodaba sexto, competía por recortar distancia con Lance Stroll que era decimocuarto o decimoquinto (dígamos que decimoquinto para agigantar la remontada de Charly). En esta casa no hemos sido muy de Sainz; los argentinos explicarían mi sensación llamándole pecho frío. A mi, personalmente, no me ha insipirado mucho las carreras de Sainz, y no ha sido por falta de voluntad. Sin embargo, desde que tumbase la puerta en Abu Dhabi el año pasado, bien se está ganando que cambie de opinión. Esto, tal vez, demuestre que ha tenido mucho que callar en Toro Rosso y Renault. La pantalla del ordenador de su ingeniero mutó a verde. Era el momento de cambiar neumáticos i manar per l'aire a la parrilla entera. Uno a uno fue apartándose a todo aquel que se ponía por delante, sin ningún toque, sin ninguna guarrada... era octavo solo unas vueltas después hasta que el alerón delantero de su McLaren dejó de redirigir el aire como acostumbraba; justo después, le doblaron Charles Leclerc y Maximiliano. Os juro que dura el alerón y torra a Gasly (7º), a Norris (6º), a Hamilton (5º) y a Rosberg (en la cabina de una televisión seria comentando la carrera).

A destacar la carrera de Vettel, que dejó de ser él, para llevar a cabo una excelente remontada que bien mereció podio.

Verstappen también se había apuntado al ancestral ejercicio de cuidar neumáticos. Su ingeniero, susurrándole al oído el plan, sirvió de excepcional preludio. El neerlandés comenzó a exprimir sus neumáticos cuando los cálculos de su ingeniero pronosticaron que llegaría con goma suficiente a las últimas vueltas. Adelantó a to Dios, a Vettel, a Hamilton, a Bottas y hasta a los doblados. Iba segundo, a cinco o seis vueltas del final; y, entonces, recordé que se le había calado el coche en la salida. En esta casa no es que no seamos mucho de Verstappen, es que directamente lo odiamos. Entré en conflicto, de pronto: a un lado estaba la épica victoria de Verstappen aún metiendo la pata en la salida y al otro la primera victoria de Leclerc, un piloto más afín a mi gusto. Dudé realmente sobre si quería ver a Verstappen alzar los brazos en el podio, hasta que a la segunda vuelta de batalla celebré la defensa italiana de Leclerc y me decidí por completo. Una vuelta después Maximiliano hizo de las suyas, TIRÓ A LECLERC DE LA PISTA, y arruinó lo que hubiese sido la mejor carrera de su vida. Mi odio no es gratuitamente dispensado. Querido Carlos, yo también tenía ganas de reventarle la botella de champán en los morritos.


lunes, 24 de junio de 2019

Suave tarde veraniega en el Golfo de León.

No hay nada mejor que un domingo de Gran Premio. El trazado de Paul Ricard reúne las necesarias condiciones para considerarse apto en esta disciplina del automovilismo: una rápida chicane, una larga recta que permite el adelantamiento y una curva de amplio radio. Además, no sé, Bottas salía en segunda posición y todo apunta a que está ante su última oportunidad de conseguir un mundial; desde que el finlandés consiguiese la pole position en el circuito de Montmeló parece haberle cogido miedo a superar a Hamilton; algo, por tanto, tenía que hace Valtteri en la salida, ¿no? Leclerc, por su parte, salía tercero, y Ferrari,
Escapatorias
aunque torpón en las curvas, tiene un torpedo en recta, y tampoco había tanta distancia desde la salida hasta la recta, y el coche Ferrari lo llevaba Leclerc y no el tetracampeón. Ya que me se sacáis a Vettel, salía séptimo y su probable remontada, quizás, animaba la carrera, digo yo. Sainz salía sexto y un español, a los mando de un Fórmula 1, no salía tan adelante desde la época de los móviles sin internet cuando un joven asturiano ganó dos títulos mundiales. Además de todo esto, Marc Gené le confesó a su futura esposa, Noemi de Miguel, minutos antes de empezar el Gran Premio que no tenía tan claro que la estrategia de todos los pilotos fuese a una parada, que había quien podría intentar hacer dos... Vamos que si no llega a ser por tanta banderita francesa y por las escapatoria más feas del calendario, pintaba una carrera hasta agradable a la vista.

Todo se empezó a torcer, sin embargo, en los primeros metros, cuando el puto Hamilton salió bien. Bottas ya no podía adelantarlo y solo aspiraba a ser segundo. Leclerc, que rodó cuarto durante unos metros, llegó con demasiada distancia a la recta. Vettel, algo tenía que salir bien, no adelantó a nadie lo que posponía la remontada a lo largo de las cincuenta y tres vueltas. Sainz superó por el exterior, el carril rápido de la salida, a su compañero y se colocó cuarto durante un breve instante justo antes de que Verstappen le metiese un acelerón a su coche. Pérez, por terminar, se salió de la pista en la curva tres (escapatoria de asfalto, recuerden), le dio la vuelta al cono y volvió a la trazada en condiciones seguras; La FIA (Fédération Internationale de l’Automobile) le endosó cinco segundos de penalización por hacer precisamente lo que se les exigió a los pilotos en la reunión del jueves.

Huski Chocolate
El primera espada de los coches de Maranello, Sebastian Vettel, parecía no poder adelantar al McLaren de Lando Norris en los primeros compases de la carrera. Y el asunto se ponía más que interesante a cada vuelta que caía y el tetracampeón continuaba leyendo Huski Chocolate, porque Sainz se alejaba de la presencia del alemán y porque aumentaban las posibilidades de retener al piloto ferrarista tras de sí. Cuando a Vettel le abrieron el grifo desde el muro, dejó sin pegatinas a los dos McLaren; los patrocinadores a enviado una carta expresando su malestar al domicilio del alemán.

Con Sebastian ya delante de los McLaren, pero sin poder reducir la distancia que le separaba de Max Verstappen, la carrera vino a menos. El apalanque era real. Y mi ojo estratégico, fiel compañero en carreras de dudoso divertimiento, se fijó en Kimi Räikkönen y Nico Hülkenberg, que eran los pilotos con neumáticos duros que más adelante se situaban en la clasificación. Y su estrategia inversa hubiese tenido el efecto deseado si no llega a ser porque tras el alerón trasero de su Alfa Romeo, el piloto finlandés alzó un muro tanto ancho como el circuito. Negado Hülkenberg tras la estela del campeón del mundo del 2007, no pudo ni adelantarlo en la parada en boxes ya que Kimi lo hizo primero. Por tanto, la estrategia inversa se diluyó cuando Kimi y Nico salieron del boxes en la posición que ya ocupaban antes.

No voy a engañar en este blog, nunca lo he hecho y no me gustaría que esta fuese la primera vez. La carrera se animó, cierto es, cuando Ricciardo se puso a jugar al ajedrez con Gasly y lo adelantó valiéndose de unos neumáticos más calientes tras la parada en boxes. El baile en boxes, ya que sale el tema, estuvo entretenido. Hamilton intentó animar la carrera por radio llorando porque temía no llegar al final de la carrera con esos neumáticos, pero el teatrillo cesó porque, o bien Hamilton se dio cuenta de que nadie le creía y paró, muy poco probable; o bien Mercedes silenció la radio como yo hice con Lobato, muy probable; o bien la FOM no puso más radio de Hamilton para evitar que se reeditase la bochornosa tomadura de pelo que Hamilton nos propinó en Mónaco, la menos probable de las tres. En caso es que, y aquí no es donde no puedo mentir, me dormí. Sí, me dormí. Me desperté unas vueltas más tarde cuando mi padre obligó desde el sofá de casa a que Grosjean le devolviese la posición a Ricciardo tras adelantarlo cortando una curva. La radio de Romain se activó, pero no quité el silencio de la tele, sabía que ese narizota se iba a quejar de que lo había pasado.

De repente miré la clasificación de la carrera y Lance Stroll marchaba sexto. La parte racional de mi ser pensaba que el canadiense no había parado todavía en los boxes; pero claro, me había dormido y tal vez me hubiese perdido algo importante. Me empecé a preocupar seriamente con el realizador empezó a regodearse con planos del monoplaza rosa: «Espérate que aún queda este tío delante de Sainz». Stroll paró entre sus mecánicos una vuelta después; el universo se reequilibró.

Del sobresalto de Stroll a uno mejor todavía: Graining en los neumáticos de los Mercedes y vuelta rápida de Leclerc. Faltaban unos veinte o quince giros y, solo quizás, Marc Gené tenía razón. La carrera se ponía interesante hasta que el puto Hamilton hizo vuelta rápida. Sin solución de continuidad, va y resulta que Lando Norris no tenía permitido usar el DRS, luego empezaba a tener problemas con la caja de cambios y, finalmente, la pelota de nieve llegó a entumecerle la dirección
Pobre Grosjean
del monoplaza. La McLaren que todos conocíamos estaba de vuelta con un problema en el sistema hidraúlico. Romain Grosjean se retiraba, entre el descalabro del británico, hastiado por no poder portar en su monoplaza los avances de sus ingenieros; Hass instaló las mejoras en el coche de Magnussen ya que el danés había aportado al equipo el 87,5% de los puntos, Grosjean decía merecer las nuevas piezas por correr en el Gran Premio de su país; franceses...

Volvamos a los verdaderos pilotos, Lando Norris parecía ver la orilla cuando a medio circuito de la conclusión defendía la séptima plaza. Tras él Ricciardo, Raïkkönen y Hülkenberg, seguía detrás de Kimi, se hubiesen quitado los pelos del pecho con bandas depilatorias por adelantar a Norris. Ricciardo lideró el grupo y Norris pasó a cerrarlo en la maniobra del Gran Premio. Pero la FIA (Fédération Internationale de l’Automobile ) ya se encargó de embarrar la situación añadiendo cinco segundos, en dos ocasiones, al tiempo final de Ricciardo por: «exceder los límites de la pista». Luego se aplaude la valentía de Verstappen por mantenerse en pista, pero echar fuera a otro o se permite que Magnussen defienda su posición como si estuviese en el modo online del F1 2019; pero cuando Ricciardo frena un poco más tarde de lo que lo hizo el sábado en clasificación, arriesgando únicamente su propia trazada, aprieta los dientes para volver a pista y metros después se inventa un adelantamiento a Räikkönen a un dedo del guardarraíl y por donde nadie se lo esperaba lo sancionamos porque somos unos mierdas. Me estoy calentando. Fédération Internationale de l’Automobile , si no querías que Ricciardo no intentase un adelantamiento por fuera de la pista haber puesto una pedazo de césped y verías como no se hubiese salido; las escapatorias en azul y rojo para la foto de Instagram explicando su doble grado de rugosidad queda de intelectuales, pero si le dais un palmo de asfalto pintado a un piloto de Fórmula 1 luego nos os quejéis cuando lo use para avanzar una sola posición. Quizás convendría competir en circuito auténticos y no en pistas de pruebas, sin gradas, pero con un gorila en el trofeo y líneas azules y rojas en las escapatorias. Aunque pensándolo mejor prefiero que hundáis en la miseria a circuitos en Abu Dhabi, Vietnam y Corea antes que le pongáis bananas disuasorias a las chicanes de Magny-Cours.


martes, 14 de mayo de 2019

A un zurdazo del paraíso

La imagen es paradisiáca: en una playa de fina y clara arena; a la orilla de una isla con vistas al Atlántico. El mar es tan azul turquesa que parece hecho en Paint. También hay un par de palmeras un poco más allá, justo antes de que la isla dejé sus tonos claros para proporcionar una agradable sombra; yo tengo una de esas hojas de palmera en mi mano. Hace calor y tengo ganas de adentrame en ese bosque a pesar de la segura presencia de arañas, toros bravos y otro animales de campo. El sudor comienza a brotarme, pero es casi placentero. El milenario roce de piedras, unas con las otras, ha dado lugar a una arena tan pálida que parece que no le haya dado el sol; a Bardhi tampoco. Tiene cuarenta años y hace dos colgó las botas tras un intranscendente pero vibrante partido ante el Éibar en la última jornada de liga. Seguimos con Paco López, por supuesto; Mendilibar también se resiste a dejar el fútbol; los dos lucen el aspecto de David Vidal y Anquela (a PacoLo le ha crecido el pelo). Antes, Bardhi nos dejó; nos dejó veinticinco millones de euros que fue los que pagó el Brighton & Hove por sus labores centrocampistas. Metió un par de chichos de falta directa y volvió cuando pudimos pagar su ficha. No ha crecido mucho, pero tiene esa piernacas de esprínter del Tour de Francia. Yo, a su izquierda, agitó suavemente la hoja de palmera como si fuese un abanico. Las gafas opacas de Bardhi reflejan la puesta de sol mientras sonríe. Pero yo no sé si es por el vientecillo o porque aún reverberan los ecos de la voz de Carlos Ayats que narra su zurdazo seco, raso y casi sin fuerza en Gerona. Yo también lo oigo.

Y así es como pensé en agradecerle el gol de la temporada en que Bardhi nos dio la salvación al propio Bardhi. En cosas como estas piensa el CEO de este sucedáneo de portal web mientras veía como Coke parecía querer arrancarle la camiseta al macedonio de cara de no haber roto un plato (que no una cintura). Porque toco acabó muy bonito y el lunes todos nos pusimos la camiseta de Levante, pero el domingo sentimos el peso de la matemáticas muy fuerte. El del yunque también.

En el tiempo que has tardado en llegar hasta este punto: el partido había empezado, Toño se había lesionado y ya lo habían hasta cambiado. Olía a metal refinado en Montilivi, era el señor y griega el que asomaba. Pero solo el tiempo nos ha proporcionado el cuidado de apreciar que la Mare Deu dels Desamparats, en la tarde en la que sacaron de procesión, era la que intercedía en todo cuanto podía. Si el yunque le hacía perder a Rober dos balones en la frontal del área, era ella quien ayudaba a Aitor. Si el yunque eliminaba a Toño era la Verge quien ponía PedroLo. Si el yunque decidía que un granota tenía que también retirarse lesionado la nostra Mare Deu señalaba Rober (el yunque se ha pasado con cinco meses).

El próximo 23 de diciembre el Recreativo de Huelva cumplirá 130 años y, desde ese momento en el que los mineros ingleses destinados a Riotinto instaron a los andaluces a practicar el fútbol, no ha habido entrenador que encuentre antídoto a la jugada que estuvo a punto de descendernos a Segunda. Antes, Campaña vio la pelota pasar delante suya pero no metió la pierna; Morales, que no ha ido con fe a ninguna pelota en su vida, tampoco fue a esa. Aitor repelió el disparo de Lozano y la pelota le llegó a Cristian Ricardo, ex-granota, que celebró el tanto que pudo dejar a su equipo en primera; del Cerro Grande lo celebró junto a él. El Ciutat, en la jornada diez, pidió perdón.

Veinte segundos habían pasado desde que sacamos de centro cuando el pesetero y Coke ya estaban en el suelo porque el Girona, cual jugador del FIFA que prevé que saque de centro está chetao, trató de parar el juego como fuese. Con solo un pulmón y la bombona de oxígeno a cuestas, con la pierna zurda escayolada y dándole bien fuerte a las ruedas de su silla de ruedas Pedro López avanzó por la de banda, en que el bien pudo ser su último gran servicio al club. No habla muy bien de los extremos y los laterales de los últimos años granotas, pero Pedro López es el mejor centrador que jamás he visto con el clásico jersey de les barres blaugranes. Me hubiese gustado ser delantero para recibir un centro suyo. El yunque decidió que quien remataría sería Morales, pero la Mare de Deu le transfirió al Comandante la frente de Santillana. El gol se lo dieron a Morales porque fue el último que tocó la pelota.

Koke Vegas, en el viaje de vuelta relató: «cuando ví que la pelota iba hacia Morales: no tenía ninguna fe». Morales sabía de lo que Koke hablaba. El Comandante, débil en el cuerpo a cuerpo, regularmente torpón con la pelota en los pies, impreciso en el desplazamientos en largo: ya sean disparos o centros y falto de fe en cualquier escenario del juego. Puso el centro del voleón de Chema y ha anotado de cabeza el gol más importante de la temporada. Del resto de su partido, mejor no hablar; dejémoslo en alto.

El menudito de Macedonia, pero repletó de fe, con el diez de estilista a la espalda peleó una pelota que solo creyó él. Campaña se apoyó en Mayoral, mediapunta de muy larga proyección, y cedió el esférico dentro del área de gol a Bardhi. Su disparo, seco, raso y casi sin fuerza, nacido de su pierna mala acabó entrando irremediablemente. Por cojones.

O eso es todo lo que me contó Bardhi mientras le abanicaba.


domingo, 28 de abril de 2019

Parlem de sensacions

Este sucedáneo de portal web tiene el honor de poder proclamar, bajo la atenta mirada de la más fiel de la verdades, que nunca vio el descenso como algo probable con la única salvedad del tímido brote que soliviantó el equipo que jugó en Mestalla. La de anoche parecía ser la histórica noche en la que el Barsa no pudo ganar la liga. Pero nos faltó esa suerte que nos viene esquivando desde el Wanda y que vino a visitarnos contra Real Valladolid y Real Sociedad; ayer necesitábamos mucha. Sin embargo, la sensació tras noranta minuts meteòrics es que el Llevant te la permanència certificada. Agoreros que vaticinaron el descenso desde la pérdida de Campaña en Cornellà ahora seguramente hablen de Europa «si hubieses cesado a Paco y hubiesen puesto a Vurquevic antes». Yo me siento ya cien por cien en Primera desde el tercer gol de Morales contra el Betis, el que nos anularon, y el partido contra Barça solo ha conseguido reafirmarme en mi postura: «¿Cómo vamos a descender con estos veinte caballeros, y un pesetero miserable, defendiendo nuestro escudo?». La respuesta, por el contrario, es muy fácil: «Palmando contra Rayo y Girona». Afortunadamente lo nostre entrenaor, que se ha visto todos los partidos del Levante en el Camp Nou, está tan preocupado en ganar que ni piensa en perder.

Hace dos años en mi casa se llevó a estudio ciertos aspectos que a la televisión conciernen: en un lado de la balanza contábamos con el tenis, el baloncesto, el Seis Naciones, la Fórmula 1, el Snooker, los Saltos de Esquí, el Ciclismo y la extinta MotoGP; y al otro lado teníamos la Champions un miércoles por la noche, a Luis Suárez protestar cada domingo a las 20:45h y gozar de la posibilidad de ver de cero a cuatro partidos del Levante por año. La decisión fue fácil y, además, mucho más barata. Por eso ayer oí el partido en la radio i hui hem de parlar de sensacions. Agradezco a Carlos Ayats esta entrada.

Lo primero que recuerdo en un casi-gol de Luis Suárez nada más empezar; supo responder Aitor. No recuerdo tampoco ni un solo minuto con el balón en nuestros pies. Se agradecían los saques de puerta en la primera parte parte. A Coutinho lo nombraron muchos veces y a Aitor, en concreto, cinco; una por cada parada. Al filo del descanso, no se sabe muy bien si el larguero o Aitor evitó el gol de falta de Felipe, que el año pasado ya nos hizo un hat-trick. Recuerdo también que Vezo estuvo a punto de liarla y que una pérdida de la nueva cabra casi se convierte en un gol en nuestra contra. También recuerdo mucho la secuencia: «Mayoral, falta sobre Mayoral».

El descanso fue tranquilo principalmente porque no había peligro inminente de gol. En la banda, para entrar a jugar la segunda parte, esperaban los dos genios de cada equipo; y ese hubiese sido cierto y junto a Messi hubiera estado Campaña. Pero no, estaba Morales, que bien oído no hizo mal partido. Algo cambió en la segunda parte y quizás sea porque entró el número once. Sin embargo, el Levante estaba sentenciado cuando Ayats, entorno a la hora de juego, dijo: «Rebote dentro del área del Levante...» res a fer, además le cayó a Messi.

Habíamos tardado dos años en llegar al minuto sesenta, pero los minutos del sesenta en adelante se consumieron en un suspiro. Corrupción, en la Federación; que adelanta el marcador para que el Barsa gane la liga. Paco quitó al psicópata porque asustaba más Messi y metió Bardhi, creo que, antes de sacar de centro. Mayoral se quedó a que el pecho de Ter Esteguen no estuviesen en ese sitio de empatar diez segundos después. La Mare de Déu dels Desamparats nos brindó un uno contra uno, pero el yunque decidió que fuese Morales quien tuviese que definir. Rochina intentó un gol olímpico ya en el último tramo. Lenglet y Piqué rebañaron de la cabeza de Roger y Mayoral dos goles cantados. Y juraría que una ocasión tuvo Roger.

Sin embargo, si queríamos realmente empatar, el minuto sesenta y siete no era el momento para hacerlo; tampoco el ochenta y dos. Imaginen que Morales convierte el mano a mano o que Rochina cuela el gol desde el banderín, aquello termina cinco a uno, lo menos. Llegó entonces el minuto ochenta y nueve, un buen momento para hacer gol aunque no era del todo bueno... os puedo prometer que creí que el balón había entrado cuando Carlos alargó la i de «Bardhiiiii» un poco más de lo habitual: «¡Al palooo!». «La mare que va, el pare que ve i el xiquet que se passeja dos vegaes. La puta mare, al palo, ché, al palo» (intervención cortesía de mi padre mientras se terminaba el quinto cigarro, de la segunda parte).

Y el partido terminó con Campaña acudiendo el cuarto de círculo y por mucho que tratase de gafarlo: «Va al primer palo». Ocurrió lo que todos pensábamos, pero no lo que imaginábamos.

Paco López en rueda de prensa transmitió con esa tranquilidad que le dispensaba el haber visto todos los partidos del equipo al que entrena: «Diría que nunca hemos estado tan cerca de puntuar en el Camp Nou». Y, allí, como en todas partes la hemos visto de todos los colores. Atrás y lejos queda la eliminatoria de Copa con Manolo Preciado y el gol de Eto'o en el ochenta y seis en liga; el mismo Eto'o nos hizo caer por la mínima, dos años después, en el típico rebote tonto que toda la vida hemos encajado y que el partido de ayer demuestra que todavía no existe antídoto, en la tarde en la que mi tío pirateó Canal+ para que pudiésemos ver el partido. Más reciente, Juanlu sigue protestando el penalti de Abidal; la defensa de JIM y Keylor Navas se quedaron a ocho minutos o a un gol mal anulado a Agua fresca de empatar; con Caparrós nos quedamos con la miel en los labios y a siete goles de empatar. Pero nunca habíamos tenido un palo en el ochenta y nueve.