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lunes, 29 de junio de 2020

Es lo que más se busca

Atrás queda el empate de Mestalla, la victoria agónica en Montilivi o el jueves noche en el que la mafia granadina nos clavó cinco para mandarnos a segunda. El Levante prolongó su estancia en Primera con el desmarque de Mayoral, tras un saque de banda, ante el Celta; y su temporada terminó con el golpe de cadera de Gonzalo Melero en el último suspiro del partido al atre costat de Primat Reig. Y, mientras tanto, el segundo asalto a competiciones europeas de los granotas se ha ido desvaneciendo a lo largo de la temporada con la derrota ante el Alavés, la derrota en Pamplona, la derrota en Ipurua y, por último, el empatito que el amigo Darwin Machís rascó al pelotazo en el Ciutat. ¿Qué les queda entonces a los ranícolas? Pues la acogedora, insondable y agradable tranquilidad (véase).

La nueva tranquilidad es despertarse y pensar antes en un Valencia - Baskonia que en un Levante - Betis; es alegrarse más al ver cómo Sergio Asenjo desarbola al grupeto de chotos con un despeje, que ver el tercer gol del Levante cortesía de Morales; es jugar al tetris en el tiempo muerto este que se han inventado. Quien ha visto quien ve a dueño de este sucedáneo de portal web: apurando hasta el último segundo para encender la tele justo con el pitido inicial. La nueva tranquilidad no es estresante, permite el respirar durante un ataque rival y es benévola con las ocasiones falladas; pero, el primer partido estuvo bien, la victoria ayudó en el segundo, hubo pasotismo en el tercero y el aburrimiento ha llegado en el cuarto. Quiero entender ahora a los agoreros exagerados y a su enfermizo empeño por buscarle la importancia a cualquier partido de futbol: temen caer aburridos.

Por fortuna, este equipo no juega como siempre. El partido era aburrido porque el aliciente de los tres puntos había desaparecido cual choto tras un mal año, pero una vez metidos en el fregao y en el fragor de la lucha, los noventa minutos que echamos viendo fútbol fue de lo más entretenido de la semana. Cierto es que el Real Betis trabó, durante tanto tiempo como pudo, ese ataque sin contemplaciones que tan acostumbrados estamos a practicar desde que El Pelao de Silla ocupó el puesto de Muñiz; pero, no es menos cierto, que cuando los de les barres blaugranes tocaban la pelota el fútbol parecía sonreír.

Aitor empezó salvando al equipo, primero de un lanzamiento y después de un centro que llevaba la palabra gol grabada. Por parte del Llevant, Bardhi y Campaña, más Campaña que Bardhi, habían inquietado a los sevillanos con sendas conducciones terminadas en disparos. El Betis acosaba, y acosó, durante todo el partido moviendo la pelotita de un lado al otro; pero en una de esas pocas posesiones que no eran verdiblancas, Sergio Postigo aprovechó su excelente desplazamiento en largo para ponerle la pelota en el pie a Borja Mayoral. Auto-pase del de Parla ante Bartra y esa sensación agridulce que deja cualquier gol de Mayoral. Dos temporadas haciendo fuerza para que Borja lo hiciese bien, pero no mucho, y ahora que ya no nos jugamos nada empieza a liarse a meter goles. Cada diana del madrileño lo acerca un paso a Benzemà y lo aleja un paso de Roger. Ojalá Florentino no tuviese la tele encendida ayer a las dos del mediodía, de lo contrario, Mayoral no vestirá de blaugrana la próxima temporada.

Y la cosa fue a más, el tío que prepara los saques de banda del Liverpool asegura que un servicio lateral puede ganar partidos; y yo no lo niego, solo añado que un saque de puerta sí puede ganar partidos. Que se lo digan a Guaita a ver que dice, espero que tenga una mejor respuesta de la que tuvo ante el zurdazo de Martins. El de ayer era uno de los pocos partidos esta temporada en el que estábamos igualados en el duelo aéreo. Aitor sirvió un pelotazo desde su propia portería a la vanguardia del equipo y entre Mayoral, Rochina y Enis Bardhi trenzaron la jugada del segundo tanto que terminó con un buen golpeo de zurdas ajustado al palo del tío que jamás se ha meado fuera. Dos cero, un poco más de agobio del Betis y descanso. Yo hubiera firmado el empate.

La victoria granota, no obstante, pendió de un hilo con el gol anulado a los andaluces por fuera de juego de Loren Morón. El dos a uno hubiese cambiado por completo el panorama, eso mismo pensaba pensaba Joel, guardameta de los otros, cuando veía como Morales lo regateaba como lo hacía antaño. Tercer gol y a penas merecíamos uno. Rochina llegó poco después para hacer el cuarto después de juntar, durante un breve y doloroso momento, tres pelotas con las dos de Feddal. Cuatro a cero, queridos lectores, y sin exhibir un fútbol escandalosamente escandaloso.

Cuando Ya creías que no iba a pasar nada más y que Aitor iba a poder quedarse sin recibir un gol por quinta vez en la temporada. Canales tiró un desmarque a la espalda de la defensa y recortó distancias. El quinto gol granota anulado a Sergio León, por claro fuera de juego, me pilló jugando al tetris. Y el amigo Juanmi, previa falta, alteró a los agoreros (que poco necesitan) al marcar el cuarto a dos definitivo a seis o siete minutos de la conclusión. Uno echa la vista atrás y recuerda los vibrantes cuatro goles que le endosamos al Betis la temporada pasada y piensa: «Qué felices fuimos», entonces es comprensible tener la tentación de volver a vivir la tensión de un partido, la importancia que tiene cada pase mal dado, lo mal que siente un tiro fallado y lo bien que siente un gol marcado. TBT. Pero ese mismo uno ahora piensa en el mal ratito que pasó con el penalti de Moses en San Mamés y rápidamente recapacita: la tranquilidad no solo es lo que más se busca, sino que también es el mejor sitio en donde poder vivir.


martes, 23 de junio de 2020

A perder que ya tocaba

Con los empates contra Valencia y Sevilla y la victoria meteórica contra el Espanyol ya nos habíamos venido arriba. Además, los tres meses sin ver una pelota de fútbol por la tele tal vez nos había permitido dejar de tener presente que el Levante pierde más que gana. Lo nuestro es más los primeros sesenta minutos que nos ha hecho sufrir el equipo hoy y no los últimos treinta que nos regaló el pasado sábado en Cornellà. El buen granota no solo tiene de mejor amiga a la señora Doña Derrota, sino que además encuentra puntos dulzones en su arrebatador sabor amargo.

Para el Atleti el partido empezó con un zapatazo desde dentro del área a los treinta segundos, como ocurrió en Madrid, para el Levante el partido empezó si eso en el sesenta y algo. Pero como todavía queda mucho para la entrada de Campaña al terreno de juego, vamos a centrarnos en lo que ocurrió con el doble pivotić de Vukcevic y Radoja sobre el terreno de juego. Los de PacoLo no salian de su propio campo, bien porque no podían o bien porque no querían. Toño y Coke, a cada lado de la defensa, tampoco ayudaban mucho a que los de les barres blaugranes viesen quién era el Oblak ese. Tal fue el vendaval ofensivo colchonero que su gol, en el temprano minuto 18, estuvo validado por sólidos argumentos futbolísticos exhibidos desde los primeros segundos hasta que Diego Costa encontró la red tras un escandaloso reverso de Llorente en el borde del área.

La hora inicial fue sufridora, pero cuando Rochina tocaba la pelota era un descanso para la vista; como ver a un aficionado visitante en las gradas de Mestalla. La croqueta en medio campo de el de El Puerto de Sagunto más un cambio de orientación disfrutón nos valió un córner como quien no quiere la cosa. No fue el único detalle que dejó el padre primerizo, sin embargo, no sirvió para levantar al equipo. Fruto del saque de esquina, Roger, en el segundo palo, a penas conectó de lleno con un balón muy poco sencillo. Pero nada, el sustillo del delantero valenciano solo fue el chorrito de aire fresquito que dura diez segundos en una bochornosa tarde de junio y el Atleti atrapó el partido para volver a hacer de las suyas: "pa qué meter el segundo, si con cero a uno tengo suficiente".

La pinta, tras el paso por los vestuarios, cambió entre poco y nada. Me niego a creer que todo lo que nos faltó fue porque Campaña empezó el partido desde el banquillo. Del mismo modo, que me niego a creer que todo lo que aportamos tras la entrada del 24 fue por su divina presencia. El Maestro saltó al terreno de juego a formar parte de un equipo descosido e indigno de la máxima categoría del fútbol español y devolvió ese ataque sin contemplaciones que tanto nos gusta practicar desde que El Pelao de Silla recibió la llamada de Tito camino de Elda. Pero, para empezar, Diego Costa hurgó en el poder que Don José ejercía sobre el esférico en las proximidades del área y primero Juan Feliz y luego el propio Diego Costa apuntó estuvieron de cerrar el partido a veinticinco minutos de la conclusión.

En otro orden de cosas pero bajo el régimen de Don José al volante del equipo, Giménez ejerció sobre Sergio León, dentro del área, una carga casi ilegal que si el árbitro hubiera tenido ganas de jarana se habría dirigido hacia los once metros. A.J. Morales, que entró al campo en el mismo momento que lo hizo Campaña, estuvo regular en algunas y mal en el resto; insuficiente de nuevo para un jugador de la enjundia de El Comandante. Bardhi rozó el gol con una volea desde el perfil zurdo y a Sergio León le pilló durmiendo un blando lanzamiento del propio Bardhi. Y como colofón, Borja Mayoral, que había sustituido a Sergio León, seguirá siendo del Levante el año que viene si perdona oportunidades como la que Toño le brindó a través de un buen centro, tras caño, desde el costado izquierdo. El amigo Toño es un desastre atrás, pero tiene veneno en campo rival; algo similar ocurría con Cucurella la temporada pasada: un tío con hondas lagunas en el aparatado defensivo, pero un incombustible en la faceta ofensiva, Mendilibar lo puso de extremo y el año pasado todo quisqui le mandó un whatsapp al agente del melenas. Paco, pon a Toño arriba.

Cero a uno en un partido que no merecimos ganar, por casi empatanos, pero que perdinos cono casi siempre.


domingo, 21 de junio de 2020

Salir con la pasta corriendo

Lo que ayer sucedió en Cornellà es como si un grupo de ladrones asaltan un domicilio pero el dueño sale corriendo con las joyas y el dinero. Algo similar sucedió cuando no se tuvo a bien anular el penalti del gol de Messi antes de que los chicos de Paco remontasen ante el Barsa de Valverde. Similar también fue, cuando se tomó como penalti una falta de Parejo sobre Rochina, después los chotos le dieron la vuelta con un corner que no se debería haber botado y con una expulsión bastante justita.; estoy pensando que igual tan similar no fue. El de ayer parecía el típico partido, tan propenso a darse en la piel de toro, en el que el gremio arbitral con el que este país ha sido agraciado te levanta una victoria; y lo parecía hasta que dejó de parecerlo.

Ocho de los once jugadores de les barres blaugranes tenían una única pero sólida misión: trasladar la pelota desde allá donde estuviese, hasta Campaña y Bardhi. Los otros tres eran Campaña, Bardhi y Roger que lo suyo es meter goles. Y el partido fue muy bien cuando el maestro y el francotirador tocaban la pelota con asiduidad y fue, sin más, cuando el Espanyol robaba la pelota antes de que llegase a José y Enis. Paco guardó las espaldas de los jugones con Melero y Vukcevic mientras que Mayoral y Roger, más Mayoral que Roger, tenían conexión directa con los dos ejes sobre los que ayer pivotó el partido del Levante.

Rúben Vezo, tras el saque de una falta en medio campo, se percató de que al deu granota no le rodeaban pericos. El tío que jamás se ha meado fuera, encaró y entró hasta la cocina pero Diego López paró la bala con el pecho. Al señor de 38 años que ayer defendió la portería blanquiazul aún le dolían los pectorales cuando Melero encontró a Campaña. Don José habilitó a Mayoral con un toque sutil, pero que permitió al delantero del Levante tomar la pelota en carrera. Lo único que paró al de Parla fue las redes.

Con el 0-1 los del Espanyol espabilaron un poco. Frustró todos los ataques granotas, parecía que habrían de pagar si el Levante pasaba al otro campo. Los pupilos de Aberlardo se convirtieron en máquinas de robar balones y cuando la cosa se complicaba, patada al tobillo, amarilla (en el mejor de los casos) y a seguir. El problema venía cuando por fin conseguir tener el balón, pareciera que Abelardo no ha ensayado este tipo de situaciones; en las que hay balón de por medio, digo. Al tercer pase, balonazo a Calleri que no ganó ni una. Melendo, principal pelotero de los barceloneses, olió la pelota dos veces y no es que lo hiciera mal, solo que nos quedamos con ganas de verlo (si que no fuera del Levante, claro). Marc Roca, el otro jugón, aunque menos técnico y más posicional tuvo una incidencia sobre el juego testimonial.

El entrenador de saques de banda del Liverpool asegura que un saque de banda puede decidir un partido; y no espero menos de un tío que dedica su tiempo a dibujar sobre una pizarra jugadas que parten del un servicio lateral. Cabrera marcó jugada, David López apoyó la espalda en el palo y poco después cabeceó a gol tras valerse, por medios antirreglamentarios, de una parcela dentro del área. El señor colegiado no vio otra cosa que fútbol.

Los del Levante por fin se pudieron tomar un respiro, básicamente, porque todos los del Espanyol estaban detrás de la pelota que gobernaba Roger cuando se prendió la mecha del contragolpe. El partido frisaba el descanso en el momento que Postigo volvió a tocar el balón en campo contrario por primera vez después del gol inaugural de Mayoral. El ataque posicional dio un vuelco cuando Campaña entró en contacto con el cuero. Centro de Clerc, balón al palo, un mal despeje, un mal tiro, una buena parada y gol de Campña de cabeza. Aunque claro el señor colegiado decidió anularlo porque Gonzalo Melero estaba tras el penúltimo hombre periquito cuando Campaña conectó el cabezazo. Supuestamente, de no haber estado allí Melero, Diego López habría volado para atrapar un balón que pasó a un metro de sus guantes y a dos del infractor.

Que mal pintaba el asunto en el descanso y que peor cuando era el minuto sesenta y pico y el Espanyol seguía sin jugar ni dejar jugar. PacoLo metió cambios porque la situación clamaba ser revertida. Campaña acompañó al psicópata en el eje del equipo, Hernani se abrió el juego desde la banda y... bueno, pasamos a jugar con diez con la entrada de Morales por Mayoral. Y va y resulta que al que mejor le sentó todo este movimiento fue a Bardhi, que se vio afectado indirectamente. Entre Campaña, Clerc, Morales y el propio Bardhi hilvanaron una rápida secuencia de pases por banda izquierda que terminó con un derechazo al fondo de las mallas del hombre que nunca se ha meado fuera.

Clerc tuvo el tercero en sus botas, igual que Postigo, ambos toparon con un acertado Diego López. Pero el golpe final para salir corriendo con la pasta fue dado por Pedrosa, que es del Espanyol. El definitivo uno a tres llegó con un gol en propia puerta a pocos minutos de la conclusión. El Levante a la suya, undécimo, ni frio ni calor. A seis puntos de los chotos y encendiendo una vela negra para que Osasuna y Rubén García tengan una tarde acertada en Mestalla.


lunes, 15 de junio de 2020

Valencians, tots a una veu

Vixca la Mare Déu. Los partidos del Levante son un continuo diálogo entre el señor Yunque y la Geperudeta, sempre al costat dels Desamparats. Los lectores más habituales de este sucedáneo de portal web conocerán las andanzas de estos dos de nuestras visitas al Bernabéu,  a Montilivi, al Camp Nou, a Vallecas o al Madrigal; y quienes pasen de esto, pero no de él Levante, verán a la pareja cada domingo (que no caiga en verano o pandemia) ¿Qué fue sino el gol de Rodrigo el viernes por la noche? Un mazazo sobre el Yunque, naturalmente. Diacabí jugó los últimos minutos del choque imbuido por la virgen, cada vez más atenta con nosotros. Y si los dos entes que esculpen nuestro destino se colaron en la cova de rates penades, a La Nucía también han llegado, obviamente, previa desinfección (no tanto por lo del virus, sino más bien por lo de ir a Mestalla y tal).

Y eso que hasta el minuto 86 de partido esta entrada iba a quedar encabezada por un escueto "Dio pa' siesta", pero claro, ¿Quién no cambia el titular ante una aparición mariana de semejantes proporciones? Entre el solecito de una tarde de un junio y el suave ruido rosa de veinte y dos millonarios jugando a fútbol cualquiera hubiese entrecerrado sus párpados. Tampoco ayudó que el Llevant perdiera su efervescencia, cual CocaCola desventada, tras unos primeros minutos potentes. Munir, del Sevilla para los despistaos, le dio al larguero a los diez minutos de juego. Y no volvió a pasar nada hasta el cuarenta o por ahí.

De llegar a desembarcar una legión de negrazos en el centro del campo del Levante, ponerse el Halcón Milenario bajo palos (¡Pura Vida!) y contar con un boca-chancla mascando chicle desde la banda; hubiera sido muy fácil asegurar que en el Camilo Cano había tenido lugar un rotura de los tejidos temporales que nos había devuelto a 2013. Barracón de los buenos del Levante UD en la primera parte. Y cuando teníamos la pelota estábamos desesperadísimos por buscar a Babá y a Rubén en el menor número de pases posible; quiero decir... a Morales y Mayoral. Y cuando menos te lo esperabas, hachazo de Bruno que sigue sin soportar cinco pases seguidos tras su paso por el Getafe de Bordalás.

Si que se apreciaron diferencias con los tiempos de Caparrós, sin embargo, cuando nuestras tenencias del esférico se prolongaron lo debido. Darle la pelota a este Levante es como soltar un pez en el agua. Y Rochina nos pudo mandar con ventaja a los vestuarios tras una excelente asistencia de Campaña. Hubieron otras dos jugadas de ataque nuestras, pero no las recuerdo con precisión, por tanto, procedo a callarme.

El partido no era de grandes emociones y el descanso fue un momento perfecto para servirse un glopet d'orxata, que nunca está de más, y culminar la visita a la cocina con un bombón. Y qué queréis que os diga recibir un gol en contra con restos de Ferrero Roché desperdigados por distintas partes de tu boca es otro rollo. Veinte y cinco segundos tardó De Jong en ver portería; y todo empezó con un magnífico envío de Diego Carlos; Munir, que comunicó, el envío con el goleador, partió de posición legal por un espacio menor al ancho del rojo cordel de las galletas María.

El encuentro, entonces, derivó en un dominio sevillista, después llegó el trán-trán soporífero de la primera mitad y para terminar el partido se puso tontorrón (clin-clin caja para el Llevant). Pero antes, en la Fase 1, en la que, al igual que no se te permite moverte de la provincia, el Levante no podía salir de su campo; Diego Carlos anotó el segundo gol de los sevillanos gracias a que los de les barres blaugranes concedieron un córner: un error que en este partido tuvieron el vicio de cometer. El señor colegiado, Geperudeta  mediante, acudió al rescate de los granotas y anuló el gol por un leve empujón de Diego Carlos sobre Campaña. El silbato sonó algo antes de que el central sevillista conectara el cabezazo.

Total, que en mitad de la soporífero aburrimiento, al amigo Lopetegui le dio por animar las cosas. Dividió el equipo, absurdamente, entre delanteros y defensas. Y ahí el Levante tuvo una oportunidad. Grande Julen. Paco también puso su granito de arena, quitó a Vukcevic porque ya no hacía falta y cambió a Hernani por Morales. Una vez dije que Hernani era cuarenta veces mejor que Morales y me gustaría aprovechar esta oportunidad para desdecirme y rectificar: Hernani es setenta veces mejor Morales. Está claro: ya no es que Hernani no defienda, es que ni se molesta el tirar un desmarque; también entiendo que haya veces en un partido en el que no interese tener a un señor ocioso en un rincón del campo porque si juegas con Roger y Rochina ya tienes a tres tíos sin hacer nada. Lo que no comprendo es como Morales juega y Hernani, que es el mismo perfil de jugador que Morales solo que mejor, ve jugar al Comandante desde el banquillo. En Cornellà Hernani titular.

Entre que Paco tocó en el sitio correcto y Lopetegui separó al equipo. El Levante empezó a contar con cada vez más presencia en campo contrario y a ocho minutos del final, tras varios sustos, Hernani combinó con Mayoral (el mejor del Levante) y lanzó un tiro de calidad del FIFA que solo el yunque disfrazado de sevillista pudo despejar a córner. Dos minutos después, Vezo trazó un pase aéreo a Miramón y la pelota tocó en tres jugadores sevillistas para convertir el centro de Jorge en el gol del empate. No sé que pruebas más necesitáis para detectar la presencia divina. Mayoral, en el descuento, tuvo la victoria desde fuera del área, pero tampoco se puede abusar de la Mare de Dèu que ya nos ha dado dos puntos: uno contra los chotos y otro contra el Sevilla.


sábado, 13 de junio de 2020

No pido más

E incluso me hubiera contentando con menos. Los que anoche encendieron la tele entorno a las diez, y sintonizaron con el partido, pudieron ver los mejores noventa minutos de fútbol que jamás ha desplegado el degà en Mestalla. Y no solo es que no ganamos, sino que casi no lo contamos. Nuestro señor entrenador frunce el ceño cada vez que oye hablar del miedo, no sabe lo que es y ha tenido el gusto de no conocerlo: puso a tres jugones delante del psicópata y, sobre todo, le dijo a sus pupilos: "Al primero que suelte un pelotazo lo mando a jugar al Valencia" (disculpen, pero no conozco una amenaza mayor). Porque era una tontería, tener a Rochina, Bardhi y Campaña en el campo para que la pelota fuera por los aires y porque, desde que El Pelao de Silla  les quitó el petardo del culo a nuestros jugadores (para más información), el Levante ha estado escapando de la presión del rival en lugar de robar y correr.

Pero claro, no siempre salió bien. Nuestros queridos amigos chotos parecían muchos más de once cuando Vezo tocaba para Postigo y este con Miramón, y todo esto sin salir de nuestra área. El ex-alumno de Salesianos y el otro que también juega en el Valencia nos robaron la pelota dos o tres veces muy cerca de nuestra portería, pero ni ellos son tan buenos ni nosotros tan malos y nos libramos por pelos en sendas ocasiones. Pero claro, cuando salía bien... anoche fue la que menos sufrieron los granotas en Mestalla y eso tiene que ver con que en nuestro equipo juegan Campaña, Rochina, Bardhi y gente de este estilo; pero también tiene que ver con que mimamos la pelota cuando la teníamos y apretábamos cuando la perdíamos. Dejamos de ser (al menos los jugadores) los miedicas que miraban Mestalla y agachaban las cabeza, para ser ese Miramón regateando a veinte metros de portería y ese Vezo que salía al campo contrario a cortar los ataques de los chotos.

Y ya que me sacáis el tema de Vezo, ayer volvió a ser el que fue cuando los salvamos de la Avenida Aragón. Contundente en todas sus intervenciones, menos en la del gol... Y hablando de gente que lo hizo bien, Campaña nos ofreció un recital que solo se vio interrumpido por la buena cuarentena que se ha pegado el cabrón sin dar un palo al agua. El Maestro jugó y dejó jugar hasta que ya no sabía si los gemelos los tenía debajo de las rodillas o debajo del culo. Y todo esto a diez metros del capitán cierra-bares. Es la última vez que lo digo: Campaña es bastante mejor que Parejo.

Total, el chiquet de Salesianos reventó el larguero, Diacabí no le dio bien a la pelota y por poco mete un gol por toda la escuadra. Bardhi se equivocó de botón en una oportunidad franca dentro del área y si el balón no le llega a caer a Morales hubiésemos metido después de que Parejo propiciase nuestro contragolpe. Por mí, podrían quedar 0-0 cualquier Valencia-Levante o Levante-Valencia que se juegue; y cuando llegó el 70 o por ahí y el marcador seguía sin moverse a mi me empezó a dar un poco igual el desperdiciar la oportunidad de que las gradas estuviesen vacías para asaltar Mestalla. Volví a firmar el empate, como había hecho cada segundo anterior del partido, aún sabiendo que Mayoral había entrado en sustitución de El Comandante Morales.

El Levante sabía que en Hugo Guillamón tenía una mina que explotar y Roger estuvo abusando del pobre chaval todo el partido. Tampoco ayudó que su portero mirase para otro lado cuando Hugo le gritaba que estaba solo a diez metros de él. El amigo Roger forzó la amarilla de Guillamón en una acción bastante infantil, venció en cada balón dividido y cada duelo aéreo. De haber sido Guillamón no hubiera sabido donde meterme. Pero fíjate tú por donde, el chiquet acabó ganando la partida. Y a Roger le enseñaron la segunda amarilla por ser demasiado optimista con Hugo G.. Volví a firmar el empate, por cierto.

Pero otra de las muchas cosas que ha cambiado del juego del Levante desde que Paco López descolgó el teléfono camino de Elda es que aunque se nos expulse a un tío, seguimos siendo ese tipo de gente descerebrada que presiona y juega como si no hubiera pasado nada. Empezando por el gol de Campaña en el último minuto contra Las Palmas, siguiendo por el partido con Osasuna este año y acabando con el Levante - Valencia de la ida en el que Mayoral tuvo el empate a tres en sus botas.

Al final, el partido quedó cero a cero y todos contentos. O eso el lo que diría el promedio de los chotos que al minuto setenta y cinco se pira a casa. Después de la paradita para beber solo quedaba doce minutos y yo empecé a ver la orilla. Incluso podía tocarla en el minuto 89 de partido. ¡Qué felices éramos hasta que Gayà tiró un desmarque hacia la línea de fondo! El Rodrigo ese se adelantó a Vezo y tras tocar la pelota suavemente, palo y gol. Parejo respiró por primera vez en todo el partido para soltar un: "¡Ostia puta, vamos!" y menos mal que lo dijo porque sino no se hubiese llevado nada a la boca en toda la noche; bueno sí, una clase magistral de Campaña.

Sucede algo en el partido que enfrenta a la ciudad de Valencia que se viene repitiendo desde los tiempos de Bombeja Agustinet y es que: un gol, con otro se contesta. Y cuanto más rápido mejor. Al Levante que la había dado lo mismo la expulsión de su goleador, no se vino abajo porque el Valencia metiese gol (a pesar de que el partido estaba acabado). Hubo una falta en la frontal de área justo cuando Bardhi y Campaña estaban en el banquillo. Pablo Martínez, en su segundo partido en la élite, le echó un par de huevos y estampó la pelota contra la barrera (un choto menos). E hizo lo mismo Pablo Martínez cuando Diacabí agarró descaradamente a Mayoral en una falta tontísima. Desde tres cuartos de campo, Pablo, que no tiene el carácter de Hugo, empezó a ordenar a los suyos y le puso la pelota a Vezo. O eso es lo que hubiera pasado si Diacabí no decide hacer un penalti más tonto todavía. Tras un breve momento de incertidumbre porque el VAR va despacio, los tonificados brazos de Alberola Rojas señalaron el punto de penalti. Campaña vio, desde el banquillo, como Melero acomodaba el cuero en el punto de penalti; Roger lo vio desde el vestuario. El portero se lanzó y Melero solo tuvo que elegir el lado libre. Era el minuto noventa y siete y el Levante acababa de empatar el partido.

Os voy a contar un secreto: no perdimos porque no se nos ocurrió conceder un solo corner (0). A partir de ahora, podremos volver a disfrutar del fútbol.


martes, 2 de junio de 2020

Lisowski se va de paseo

Y eso que empezó el partido con el pie cambiado. Oliver Lines no se lo pensó dos veces y decidió embocar la bola roja que Lisowski había dejado al descubierto en el primer tiro del partido. Sin embargo, falló y la precipitación del de Leeds dio pasó a una entrada de Jack Lisowski de 28 puntos basada en dos combinaciones con negra y dos con azul. El tramo defensivo tras el error de Lisowski con una lanzamiento de larga distancia sobre una bola roja, estuvo plagado de errores tanto en ataque como en defensa. Oliver Lines, sin embargo, supo ir picando puntos entre errores propios y de su rival. Gracias un break de 14 puntos, otras entradas menores y, sobre todo, tres faltas de Mark Lisowski por no impactar con la bola objetivo Lines igualó los guarismos del número 12 del mundo. Lisowski, que acabó encontrando el ritmo cuando solo restaban tres bolas rojas en mesa, cerró el frame con una entrada final de 28 puntos y frenó la crecida de Lines; solo dejó la bola negra sobre la mesa.

Oliver Lines, el hijo del número 122 Peter Lines, encontró un escondite a la bola blanca en el saque de la segunda mesa y solo su escasa capacidad para emplazar la bola blanca le impidió anotarse una entrada que le permitiese empatar el partido. El de Leeds inevitablemente acabó cometiendo un error mientras trataba de defender y Lisowski explotó el error: combinó cuatro veces con rosa y tres con negra, pero falló una roja asequible cuando se encaminaba a la centena. Con 52 puntos logró el break más alto del partido y por casi la segunda mesa de la tarde. Ni Lines, ni Lisowski consiguieron desatascar el juego defensivo posterior al fallo. Mientras tanto, Lisowski, apellidado así por su abuelo ucraniano, rascó ocho puntos y Lines concedió el frame tras escapar deficientemente del entramado defensivo con el Lisowski amarró la mesa.

Tras el saque de Lisowski en la tercera y última manga, Lines dejó una roja difícil sin proteger que el de Glouchestershire no dudo en atacar. El fallo de Jackpot, dio a Oliver una nueva oportunidad de entrar en el partido que, no obstante, volvió a desaprovechar. Jack Lisowski, a partir del error de bulto de su compañero de entrenamiento Oliver, cerró un break de 36 puntos con tres combinaciones con negra y dos con azul. Jack había conseguido una distancia, en este contexto de partido, insalvable; pero, a su favor, Lines tenía una mesa abierta que volvió a desaprovechar con una entrada muy pobre. Lisowski no se estiró mucho más en su replica, pero su renta parecía suficiente. Completamente exigido y sin margen de error, Lines empuñó el taco con el ánimo de revertir la situación pero se quedó con ocho puntos de entrada. Lisowski terminó el partido con 21 puntos más y queriendo darle una abrazo a su compañero Lines, que solo se quedo en eso: una voluntad.

Lisowski calienta para el partido de esta noche contra Luca Brecel, que decidirá seguramente quien de los dos pasa de fase, y Oliver Lines tendrá complicado conservar la condición de profesional el año que viene.


Judd Trump sigue siendo igual de bueno

Cuando se empezó a cancelar deporte por el efecto del confinamiento, todos supimos que de los primeros en volver sería el snooker. A pesar de ser un deporte a escala mundial, la mayoría de los jugadores son británicos; el contacto físico en el juego se reduce al apretón de mano inicial y final que, lógicamente, ha quedado suspendido; el sudor es mínimo; y, además, el personal necesario desplazado a un partido de snooker se resume en: los dos jugadores, el árbitro y el de la cámara. El disputar el Championship League en la sala anexa al estadio del MK Dons tampoco ha sido una decisión aleatoria. La ciudad de Milton Keynes será el epicentro del snooker durante la próxima semana porque el Marshall Arena cuenta con una residencia donde por unos días vivirán los jugadores. Por ponerlo todo en palabras más sencillas: un grupo de británicos, que dieron negativo en el test que la organización les hizo a la entrada, han reservado un hotel vacío mientras juegan a snooker en el vestíbulo.

PRIMER FRAME
Y no es que el partido comenzara especialmente bien para Judd Trump su rival Elliot Slessor embocó abajo a la derecha un bola roja que Judd dejó al descubierto. Sin embargo, la primera entrada del partido no tuvo mucho futuro y Slessor falló una bola amarilla justo después. Trump dispuso en el fase defensiva bolas de ataque arriesgadas a Slessor y Slesser cayó en la trampa y no acertó cuando se lanzó al ataque. Con la mesa abierta y el control de la misma el de Bristol parecía tener el frame en la mano. No obstante, se vio obligado a defender cuatro bolas después.

El segundo tramo de golpes defensivos terminó con una ataque infructuoso de Judd Trump que permitió a Elliot Slessor entrar en mesa. El jugador de Gateshead combinó con bola negra cinco veces consecutivas antes de terminar con todas la bolas rojas asequibles; y cuando las rojas se complicaron, falló. La distancia, para entonces, de Slessor sobre Trump en el marcador era holgada y si el número 70 del ranking mundial encadenaba unas cuantas bolas, se llevaría el frame.

La tercera fase defensiva de la mesa fue algo más larga que las anteriores. Una a una, ambos jugadores llevaron las bolas roja a la zona alta del paño a través de golpes defensivo carentes de snooker pero cosidos al borde de la mesa. Judd Trump atacó erróneamente tres veces, pero Elliot desestimó sus opciones de ataque resultantes esperando obtener mejores oportunidades conforme el juego defensivo se desarrollase. Trump dejó accidentalmente una bola al lado de la tronera. Slessor embocó y posteriormente combinó con amarilla y marrón antes de que defendiese.

Necesitado de faltas para ganar una mesa que a todas luces estaba perdida, el número uno del mundo se levantó del asiento para pelear el frame. Judd dejó la bola roja justo al lado de la negra y Slessor le dio a la bola negra en lugar de la roja. La penalización de siete puntos subió al marcador y ahora si Trump entroneraba todas las bolas que estaban sobre el paño terminaría ganando el frame. Con solo la bola rosa y la bola negra por jugar, Trump no pudo alejar la rosa del borde de la mesa. No obstante, Slessor desperdició su última oportunidad de llevarse la mesa cuando falló la bola rosa en un lanzamiento de larga distancia. Trump puso el 1 a 0 en el marcador mediante, en última instancia, a una bola rosa angulada y una negra completamente recta con la que vació la mesa.

SEGUNDO FRAME
En el segundo frame de los cuatro que tuvieron lugar, Eliott dejó una bola roja al descubierto en el saque que Trump falló. La brecha de errores no se cerró para el jugador de Bristol cuando no atinó un golpe defensivo y concedió el control de la mesa a Slessor. El 70 de mundo combinó siete veces con bola negra y dos veces con bola azul para anotarse una media centena de entrada y dejar casi cerrada la mesa, a pesar de su error a dos bolas de conseguir el frame.

Trump, exigido, tomó la mesa con fuerza combinando tres veces con la bola negra y una con la bola azul, pero no acertó con la tronera con una bola roja desde la larga distancia. Cerca estuvo el número uno del mundo en retomar el control del juego cuando, inmersos ambos jugadores en golpes defensivos, casi atina con una bola imposible. Slessor volvió a desestimar el ataque esperando una mejor oportunidad más adelante. De hecho, tan cerca estaba el de Gateshead de ganar la mesa que ni si quiera tuvo que meter bola alguna. Judd Trump rompió la fase defensiva con una larga bola roja, pero concedió el frame tras errar la bola azul cuando su incipiente entrada contaba con solo punto. El partido estaba empatado.

TERCER FRAME
Trump supo defenderse en el inicio del tercer frame y fue Slessor quien dejo un resquicio al ataque cuando no llegó a esconder la bola blanca tras la amarilla. El número uno del mundo aprovechó el error y coló una bola roja desde la otra punta de la mesa para luego descender sobre el paño combinando con marrón, azul, rosa y finalmente negra. Sin embargo, cometió un error en el emplazamiento de una bola roja que terminó fallando.

Gracias a una bola larga roja, una excelente defensa y un error de Trump en la escapatoria, Slessor entró en mesa para remontar el tercer frame. Con la negra en el sitio de la amarilla, porque anteriormente Trump había dejado la blanca en el punto de la negra, se vio obligado a combinar, de forma incómoda, con rosa, en dos ocasiones, y con azul. Los emplazamientos se fueron complicando sucesivamente hasta que Slessor decidió defender cuando solo estaba a un punto de igualar a Trump en el parcial del frame.

A pesar de que Slessor coló la bola blanca, el tramo defensivo se terminó con el propio Slessor fallando una bola de ataque que, en la mayoría de los casos, terminaría fuera. Trump no perdonó la concesión y combinó con bola negra cuatro veces seguidas para que cuando optase por defender, a Slessor no le valiesen los puntos que seguían sobre la mesa y necesitase forzar alguna falta a Trump. Tras un par de intentos defensivos el número 70 del mundo concedió la mesa y el 3 a 1 subió al marcador.

CUARTO FRAME
El error en el saque de Slessor, al dejar una bola roja al descubierto, precedió a una serie de ataques frustrados, por parte de ambos jugadores, que terminó con una bola de Judd Trump sencilla abajo a la derecha. La última mesa había comenzado y Trump tomaba ventaja mientras combinaba hasta siete veces con rosa y una con azul en una secuencia de ataque que lo dejó a un soplo de la victoria. El fallo de Trump con la bola rosa, su bola preferida en este frame, permitió a Slessor entrar en mesa pero dejó la bola marrón colgando de la tronera cuando su break solo se había extendido un punto. Cuando Judd volvió a empuñar el taco solo le dio tiempo a combinar con negra y rosa antes de que Slessor, desde el asiento concediera el partido mientras Trump jugaba. El de Gateshead disputaría otro partido nada más terminar este.

Judd Trump pasa de fase y se despide del torneo hasta el día 10, allí ya esperara David Gilbert y seguramente esperarán Kyre Wilson y Barry Hawkins. Por su parte, Slessor anoche preparó las malteas de vuelta a Gateshead y con el agrío sabor de boca que le dejó ese error infantil en la primera mesa pues de no haber impactado antes con la bola negra que con la roja muy probablemente se habría relatado un empate de Slessor contra el número uno del mundo.