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domingo, 11 de abril de 2021

Defensa y sin rodeos

El Levante poliédrico con el que el conjunto de los granotas ha sido agraciado esta José Campaña ya suma una nueva forma de hacer fútbol. Ayer por la tarde, en el vasco pueblo de Éibar, la cabeza del último ascenso, Postigo, y el costarricense nacido en Nicaragua, Duarte, contaron con algún error menor en el plano individual, pero su partido, como pareja de centrales, fue perfecto sin ni un solo pero. Recordó a aquellas contiendas de antaño que se solían solucionar con una carrerita de Caicedo. Si Duarte fallaba el pase, Postigo tapaba a Sergi Enrich; si Postigo se comía un centro, Duarte anticipaba a Kike y el peligro se iba cuál choto llegada la hora y cuarto de juego. Óscar Esaú es un tipo bastante torpón con los pies, se sabe que es diestro porque es la pierna que más usa y su carrera es, cuando menos, descoordinada; pero aparte de tener un pecho por el que tiene que pagar IBI, cuenta con una cabeza nacida para darle al balón. Dije en su día, y lo mantengo, que todo minuto que juegue Duarte y no juegue Rober Pier, en condiciones normales, es motivo suficiente para montar manifa en el párquin del remodelado estadio; sin embargo, ahora digo que, para despejar balones, Duarte es nuestro hombre.

Negar que el Éibar atraviesa su peor momento en los últimos siete años sería de capullos, pero peores cosas hemos visto contra colistas en los últimos tiempos en Orriols. Además, ayer el Éibar presentó un juego simplón, de pocos pases, muchos centros y mucho Sergi Enrich y Kike García saltando a por el balón. Pero justamente eso es lo que el Llevant adolece. Aitor no saca de puerta en corto para hacerse el chulo y Clerc y Miramón (ayer, sin embargo, jugó Coke) no ponen todos los centros rasos porque sean los más guays del barrio. El Llevant no suelta un pelotazo arriba porque no ganamos ni un puto duelo aéreo. Todas nuestras esperanzas se centran en cazar el segundo balón. Sin embargo, la tarde de ayer, solo en cuanto a la pareja de centrales, resultó ser una agradable excepción. Ni Sergi, ni Kike tocaron un balón de cabeza.

De Frutos, a principio de temporada, falló un gol cantado en el Camp Nou por no soltar un castañazo y, desde entonces, parece haberse propuesto no pegarle flojo nunca más; aunque por el camino se deje algunos goles que podía haber enchufado como cuando hizo temblar los cimientos de la portería de Gol Orriols en el derbi del cap i casal. Contra la Real Sociedad lanzó un misil innecesario que perforó la portería de Remiro a tres minutos del final y ayer, contra el Éibar, su zurriagazo desproporcionado desde el balcón del área pequeña duró un cuarto de exhalación hasta que chocó con la red. Tras su rebote con las mallas el esférico rodó hasta más allá del punto de penalti.

El partido del Levante ayer por la tarde con el balón en el pie fue, como poco, discreto. Este sucedáneo de portal web ha sabido que El Pelao de Silla amenazó con mandar al Valencia de una patada en el culo a todo aquel responsable de que un ataque granota durara más de diez segundos. Y el gol de Jorge fue una vertiginosa combinación de pases tras un despeje de Paulo Oliveira. En la jugada inmediatamente anterior, Morales rozó el gol tras un excelente pase de D. García que se aprovechó de un nulo despeje de Sergio. Y tras el paso por el vestuario, D. García (quizás el mejor de los nuestros en ataque) acarició el cero a dos con un potente disparo fruto de una jugada tanto o más veloz que la del gol. Todo ello completó una victoria seguramente injusta, más bien inmerecida; pero una portería a cero defendida con dos cojones el de la derecha Postigo y el de la izquierda Duarte.