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martes, 26 de mayo de 2020

Brasil 2006, del tirón.

Ayer por la tarde, España fue bendecida con el segundo campeonato del mundo del piloto asturiano Fernando Alonso. Para no dejar espacio a las media verdades, el mundial está decidido desde que el motor Ferrari de Michael Schumacher dijo basta hace dos domingos a orillas del Pacífico en Suzuka; pero en un deporte en el que se calcula el grado de inclinación óptimo del aletín más pequeño del coche, las matemáticas mandan. Y cuando Fernando Alonso embarcó rumbo a Sao Paulo aún no era bicampeón del mundo. Para ello solo necesitaba acabar la carrera entre los ocho primeros o, directamente, que Schumacher no ganara. Y la cosa se puso interesante el sábado en clasificación cuando Alonso consiguió el cuarto mejor tiempo y al alemán se le volvió a averiar el buga y terminó décimo.

Total que se apagaron los semáforos y la parilla no varió un ápice. Tuvimos que esperar a la cuarta curva del circuito para ver el primer adelantamiento de El Káiser en su particular remontada que, milagro mediante, le proporcionaría su octavo entorchado; y fue por partida doble, a los dos BMW Sauber que, de paso, veían peligrar su quinta plaza en el campeonato de marcas. Justo detrás de la exhibición del heptacampeón, a su compatriota Rosberg le crujieron las costuras; cualquiera diría que vienen del mismo sitio: estampó su coche contra el de, nada menos, que su compañero de equipo. Un cierre para los de Frank Williams a la altura de su temporada. En ello, Button aprovechó la coyuntura para no solo adelantar a la pareja de Grove sino para también superar a Nick Heidfeld y a Pedro Martínez de la Rosa, al que la gasolina se le salía por los respiraderos porque el sábado metió la pata en clasificación.

Sin embargo, a la caricatura de Rosberg aún le faltaba la firma final: y el hijo de Keke (campeón del mundo el año en el que nuestro Alonso cumplió un año) volvió a estampar su coche pero esta vez contra las protecciones; el pelazo del paddock no calculó que sin alerón delantero las curvas no pueden tomarse a la misma velocidad y destrozó el coche. Se dice que los mecánicos no acabaron el día contentos. Mientras Nico comprobaba la capacidad de absorción de los neumáticos apilados, Fisichella adelantó a Barrichello y Michael a su hermano Ralf en la primera curva de la segunda vuelta. Y, acto seguido, el heptacampeón superó poco después al propio Barrichello al final de la recta Oposta. El Safety Car se desplegó sobre la pista en el instante posterior a que el piloto de Ferrari sobrepasase a su ex-compañero de equipo. Schumacher ya era sexto y solo habían transcurrido dos vuelta; mientras Barrichello, que rodó cuarto durante unos metros en la salida, pasó a ser séptimo.

El coche de seguridad apagó las luces y tomó el camino que lo conducía al pit lane. Jenson Button, que seguía con el pie izquierdo caliente, superó sin ningún pudor a Ralf Schumacher y Robert Kúbica en la reanudación. Marchaba octavo. A pesar de que Massa, líder de la prueba, no seguía a ningún Mercedes de serie, sí que quedó algún Safety Car todavía en pista: desde la tercera posición Jarno Trulli hizo el tapón que todos los domingos nos tiene acostumbrados a hacer. Peligro para Alonso que veía a Fisichella y a El Káiser acercarse peligrosamente a su zaga, así como el resto de monoplazas. No obstante, todos los peligros para el de Oviedo se esfumaron en cuestión de unas pocas vueltas: Michael Schumacher cometió un error infantil muy poco después de adelantar a Fisichella cuando cerró la trazada demasiado pronto y pichó su neumático con el alerón del italiano. Y, después, la suspensión de Jarno Trulli dijo basta y aparcó el coche en garaje. Ralf Schumacher, compañero de equipo de Jarno, se retiró por el mismo problema una vuelta antes, pero la FOM no nos sacó nada: ¡Qué sorpresa!

Ya metidos en harina. Fernando Alonso, tan amigo de estirar las paradas hasta el infinito, aprovechó que Kimi ya había pasado al pit lane para robarle la cartera con un coche mucho menos cargado de combustible y, por tanto, mucho más rápido. El asturiano, que lideró la carrera por dos vueltas, emergió segundo tras su parada. Algo parecido acometió Jenson Button: adelantó a Fisichella y a Barrichello valiéndose de unas vueltas con un coche mucho más ligero que el de sus rivales. Como guinda, el guaperas británico, dos vueltas después de su parada, frenó con el cuchillo entre los dientes en la curva uno y dejó helado a Ice Man, que, en pocos minutos, pasó de segundo a cuarto. De la Rosa, por su parte, fue el único piloto, de los contendientes a puntos, que propuso completar las 71 vueltas de Gran Premio parando una sola vez a repostar. Pero el de Barcelona rindió por debajo de las expectativas con el tanque de carburante vacío y se tuvo que contentar con solo adelantar a Kúbica tras la segunda parada del polaco. Pedro terminó posiblemente su última carrera con McLaren en octava posición, pero con un podio bajo el brazo conseguido en Hungría.

Y ya que hablamos de la segunda tanda de paradas. Räikkönen lanzó un ataque para subirse al podio durante las dos vueltas que hubo de diferencia entre la parada de Button y la del finés, pero ni aún así Kimi pudo adelantarlo. ¿Qué hubiese sido de tío más guapo de la parrilla si el sábado hubiese clasificado como Dios manda? Alonso, tan amigo de estirar las paradas hasta el infinito, paró plácidamente como cinco vueltas después (no lo recuerdo con exactitud) de Button.

Y mientras Schumacher a la suya: pasando a todo aquel que se presentase en la pista, con un coche que hasta en dos ocasiones se quedó sin potencia a la salida de la curva 10. Quedaban quince vueltas, iba sexto, y ya habitaba el rebufo de Fisichella. El italiano cedió pocas vueltas después tras un fallo fruto de la intimidación de El Káiser. El heptacampeón podría haber hecho su último adelantamiento en la Fórmula 1 solo valiéndose de sus galones. Pero hubiera sido un final demasiado tosco para una carrera tan brillante y a cuatro vueltas del final superó a Räikkönen en el interior de la curva uno tras una maniobra para el recuerdo. Button estaba ya demasiado lejos para las vueltas que restaban y la remontada del siete veces campeón terminó en los arrabales del podio. ¿Qué hubiera pasado con Schumacher si quitamos el error infantil en su adelantamiento a Fisichella? Probablemente habríamos asistido a una remontada del décimo hasta la victoria para terminar su carrera deportiva. Eso sí, con el beneplácito de Felipe Massa que ayer fue el hombre más rápido y con honda diferencia.

Ahora Fernando Alonso queda huérfano de rivales y con toda una trayectoria por delante. Con veinticinco años y dos títulos mundiales en su haber, nadie le pone techo al asturiano que los próximos tres años correrá para McLaren.

Post-Data: Todavía no sabemos quien es Hamilton.

Spoiler: Todo se fue a la puta.


lunes, 4 de mayo de 2020

El maldito Hamilton - Edición Cuarentena

Hasta llegar al Gran Premio de España, que hoy cumple 359 días, habíamos contado con el placer de ver a Hamilton, sin más. Desde que Rosberg colgó el casco bajo los fuegos artificiales en la noche de Abu Dhabi con un campeonato del mundo bajo el brazo, no habíamos tenido el gusto de ver a ese Hamilton que se deja de mamonadas y conduce lo mejor que puede. El sábado, en clasificación, le sirvió la pole position a Bottas cuando falló en repetidas ocasiones mientras daba su vuelta rápida (para muchos 2019 es un año brillante de Hamilton); pero el domingo se puso primero en la salida y el circuito de Montmeló hizo el resto. Nunca Bottas ha estado tan cerca ser campeón como aquella mañana primaveral bañada por el viento mediterráneo.

Desde entonces, al mirar al sombrío piloto británico solo hemos visto al puto Hamilton. Ese que el jueves aparece en el circuito con chaqueta Puma y con gorro negro, el viernes viene con sudadera de Tommy y gorro rojo; y el domingo se pone manga corta y no habla con nadie en el Drivers' Parade. El mismo que hace una maleta la segunda semana de Mayo y ordena incorporar en su equipaje dos gorros distintos. Ese que va de la parrilla de salida al baño en patinete. Ese que saluda al público mientras David Coulthard intenta hacerle una pregunta. Ese que quiere saber qué tiempos está haciendo su perseguidor cuando ni en la recta principal logra verlo por el retrovisor. Ese que no para de quejarse de que el Safety Car va lento. El mismo puto Hamilton que después de encadenar quince vueltas rápidas en primera posición, comete un error porque no se vayan a creer que ganar una carrera es fácil.

Querido lector, no se lleve a engaño. No es la primera carrera de Fórmula 1 que veo desde que entramos a casa por última vez. Pero sí es la primera vez que acabó la carrera y todavía son las ocho de la tarde. "¿Qué puede hacer un hombre como yo a una hora como esta?". El contárselo a GradaCentralAlta ni siquiera ha sido objeto de duda. Tampoco se equivoque, Ned Flanders ha titulado esta entrada porque El puto Hamilton queda feo como carta de presentación.

Total, que, como ya os he dejado caer, Hamilton salió mejor que Bottas, y Vettel salió mucho mejor que balas plateadas. Al llegar a la primera curva Hamilton iba por el interior, Bottas por el centro de la pista y Vettel por fuera. Vettel y Bottas se estorban, Hamilton pasa primero y gana la carrera. Hasta aquí Mercedes. Pero claro; si la Fórmula 1 empezase y terminase donde los primeros clasificados, el invento no habría durado ni un año. Por tanto, sigo.
El jueves

Verstappen, que salía cuarto porque Leclerc había tenido problemas en la clasificación, aprovechó que los del trío cabecero quisieron hacer la primera curva todos juntos para colarse en la última plaza que daba acceso al podio. Carlos Sainz, que vio apagarse los semáforos desde la posición de la afición, se puso undécimo porque su compañero Lando Norris estimó que lo óptimo para empezar el Gran Premio era pasar de décimo a decimosexto en la mayor brevedad posible.

Juro no exagerar: a Sebastian Vettel le castañeaban los dientes al final de la recta principal porque en la salida le dio con demasiada alegría al pedal del freno en la acción que ya hemos relatado dos veces. Y ello, además de resultar incómodo, le hacía ir lento. Leclerc, que no pudo beneficiarse del alemán en los compases iniciales, no estaba dispuesto a perder tiempo de ninguna manera y mucho menos tras la caja de cambios de su compañero de equipo. Binotto dio luz verde al movimiento y Leclerc pasó a ser cuarto al mismo tiempo que pasaba a ser más rápido.

Mientras tanto, a otro al que le pesaba el coche era a Carlos Sainz. El coche no estaba para ir undécimo y Ricciardo sumaba vueltas absorbido por el rebufo de el de la capital. Ricciardo hizo lo que mejor se le da: sonreír, cuando pasó a Sainz justo antes de la parada en boxes. Pero el de McLaren le devolvió el adelantamiento tras el cambio de neumáticos y con la ayuda de Hamilton que se desdobló del australiano pero no del español, pues lo pasó mientras hacía la parada.

El viernes
Echando más la vista atrás en la parrilla, porque la carrera no daba para mucho, Norris y luego Hülkenberg se chocaron contra el muro que Lance Stroll había alzado como prolongación de su alerón trasero. Si pasaban al multimillonario canadiense, se colocarían decimoquintos. No se pudo ver esa batalla por pantalla, pero resultó interesante imaginársela a través de los tiempos mientras la FOM nos enseñaba como Hamilton perseguía al aire. Os lo resumo: Hülkenberg solo pasó a Stroll cuando este entró en el Pit Lane.

Y ya que estamos hablando de las paradas... la carrera empezaba a levantarse del suelo. Verstappen negó con la cabeza cuando Gianpiero Lambiase, su ingeniero y que tiene el cielo gana'o, le preguntó por el estado de sus neumáticos. Por eso el neerlandés apostó por dos paradas. Ferrari que, aunque sea por vieja, sabe; distanció a Leclerc tanto como pudo, en términos estratégicos, calzándolo con el neumático duro: iba a una parada. Sebastian Vettel, era otro que iba a dos paradas por pasarse de frenada en el primera curva del Gran Premio, adelantaba a Leclerc por orden del equipo mientras cruzaba los dedos por sacarle 22 segundos.

A Leclerc lo estaban cazando Verstappen y Vettel, que ya habían efectuado su segunda parada; sin embargo, las características del trazado barcelonés, que complican el adelantamiento, jugaban a favor de el del Principado. Por si faltaban poco, Mercedes le metió un tiro en el pie a Bottas (que no a ellos mismos) cuando lo paró en boxes para que saliese detrás del Leclerc. Leclerc estaba segundo y tenía por delante 20 vueltas para defenderse de todos.

Fue en este punto álgido de la carrera cuando sucedió el único Safety Car dramáticamente inoportuno de la historia de la Fórmula 1. Lando Norris ya olía a Stroll después de 44 vueltas viendo la vida de color de rosa. Intentó el adelantamiento y Stroll supuso que Norris se apartaría al inicio de la segunda curva como habría hecho cualquiera de sus mayordomos. Acabó mal. Stroll a un lado de la pista, Norris al otro y grava en la trazada. En la sala de comisario gritaron: "Safety Car". La desilusión fue generalizada.
El domingo

Y, espérate que las desgracias no vienen solas: Ferrari que podía quedar segunda con Leclerc, se aseguraron el quinto puesto (que ya tenían asegurado) mandándolo entrar a boxes. Adiós, defensa de Leclerc, adiós ataque inoperante de Bottas, adiós a Verstappen arrancándole la cabeza a Bottas, adiós a Vettel trompeando mientras intentaba adelantar a cualquiera de los tres y, sobretodo, adiós al podio de Ferrari. Parece mentira que los italianos lleven en esto desde que empezó.

Este Safety Car fue el único dramáticamente inoportuno de la historia de la Fórmula 1, pero sí guarda un punto en común con el resto: fue repentino. Por eso los mecánicos de Toro Rosso tuvieron que improvisar la parada de Daniil y Alexander y, por eso, Sainz, que tenía previsto resistir con sus neumáticos desgastados, entró en boxes porque si lo hacía adelantaba a Albon y cambiaba las ruedas en un solo movimiento.

A la carrera le faltaba un suspiro y, en el relanzamiento, Carlos adelantó a Kvyat a su paso por la recta principal. Paralelamente los dos taxistas de Hass, séptimo y octavo durante todo el fin de semana hasta eso momento, se zurraron de hostias en la primera curva. Grosjean cortó por lo sano y cruzó por el resalto a toda velocidad. Dos vueltas después los taxistas repitieron la secuencia. Sainz miraba desde la retaguardia. La segunda excursión del piloto francés, aunque nacido en Ginebra, dañó el fondo plano de su monoplaza. Carlos intentó el adelantamiento sobre el mermado Hass, pero Grosjean volvió a cruzar por el resalto. Su coche no podía más, la espalda del francés tampoco. Sainz adelantó Grosjean mucho antes de la frenada de la primera curva, Kvyat hizo lo propio y a Albon le faltaron tres vueltas. Günther Steiner, director de los taxistas, se quería arrancar las pestañas una a una.

Y así fue como Carlos Sainz, salió duodécimo y terminó octavo con un coche que no estaba ni para ir undécimo, en su enésima excelente carrera del año. Este sí que hizo una temporada brillante.

Ha estado divertido el hablar largo y tendido.