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lunes, 24 de junio de 2019

Suave tarde veraniega en el Golfo de León.

No hay nada mejor que un domingo de Gran Premio. El trazado de Paul Ricard reúne las necesarias condiciones para considerarse apto en esta disciplina del automovilismo: una rápida chicane, una larga recta que permite el adelantamiento y una curva de amplio radio. Además, no sé, Bottas salía en segunda posición y todo apunta a que está ante su última oportunidad de conseguir un mundial; desde que el finlandés consiguiese la pole position en el circuito de Montmeló parece haberle cogido miedo a superar a Hamilton; algo, por tanto, tenía que hace Valtteri en la salida, ¿no? Leclerc, por su parte, salía tercero, y Ferrari,
Escapatorias
aunque torpón en las curvas, tiene un torpedo en recta, y tampoco había tanta distancia desde la salida hasta la recta, y el coche Ferrari lo llevaba Leclerc y no el tetracampeón. Ya que me se sacáis a Vettel, salía séptimo y su probable remontada, quizás, animaba la carrera, digo yo. Sainz salía sexto y un español, a los mando de un Fórmula 1, no salía tan adelante desde la época de los móviles sin internet cuando un joven asturiano ganó dos títulos mundiales. Además de todo esto, Marc Gené le confesó a su futura esposa, Noemi de Miguel, minutos antes de empezar el Gran Premio que no tenía tan claro que la estrategia de todos los pilotos fuese a una parada, que había quien podría intentar hacer dos... Vamos que si no llega a ser por tanta banderita francesa y por las escapatoria más feas del calendario, pintaba una carrera hasta agradable a la vista.

Todo se empezó a torcer, sin embargo, en los primeros metros, cuando el puto Hamilton salió bien. Bottas ya no podía adelantarlo y solo aspiraba a ser segundo. Leclerc, que rodó cuarto durante unos metros, llegó con demasiada distancia a la recta. Vettel, algo tenía que salir bien, no adelantó a nadie lo que posponía la remontada a lo largo de las cincuenta y tres vueltas. Sainz superó por el exterior, el carril rápido de la salida, a su compañero y se colocó cuarto durante un breve instante justo antes de que Verstappen le metiese un acelerón a su coche. Pérez, por terminar, se salió de la pista en la curva tres (escapatoria de asfalto, recuerden), le dio la vuelta al cono y volvió a la trazada en condiciones seguras; La FIA (Fédération Internationale de l’Automobile) le endosó cinco segundos de penalización por hacer precisamente lo que se les exigió a los pilotos en la reunión del jueves.

Huski Chocolate
El primera espada de los coches de Maranello, Sebastian Vettel, parecía no poder adelantar al McLaren de Lando Norris en los primeros compases de la carrera. Y el asunto se ponía más que interesante a cada vuelta que caía y el tetracampeón continuaba leyendo Huski Chocolate, porque Sainz se alejaba de la presencia del alemán y porque aumentaban las posibilidades de retener al piloto ferrarista tras de sí. Cuando a Vettel le abrieron el grifo desde el muro, dejó sin pegatinas a los dos McLaren; los patrocinadores a enviado una carta expresando su malestar al domicilio del alemán.

Con Sebastian ya delante de los McLaren, pero sin poder reducir la distancia que le separaba de Max Verstappen, la carrera vino a menos. El apalanque era real. Y mi ojo estratégico, fiel compañero en carreras de dudoso divertimiento, se fijó en Kimi Räikkönen y Nico Hülkenberg, que eran los pilotos con neumáticos duros que más adelante se situaban en la clasificación. Y su estrategia inversa hubiese tenido el efecto deseado si no llega a ser porque tras el alerón trasero de su Alfa Romeo, el piloto finlandés alzó un muro tanto ancho como el circuito. Negado Hülkenberg tras la estela del campeón del mundo del 2007, no pudo ni adelantarlo en la parada en boxes ya que Kimi lo hizo primero. Por tanto, la estrategia inversa se diluyó cuando Kimi y Nico salieron del boxes en la posición que ya ocupaban antes.

No voy a engañar en este blog, nunca lo he hecho y no me gustaría que esta fuese la primera vez. La carrera se animó, cierto es, cuando Ricciardo se puso a jugar al ajedrez con Gasly y lo adelantó valiéndose de unos neumáticos más calientes tras la parada en boxes. El baile en boxes, ya que sale el tema, estuvo entretenido. Hamilton intentó animar la carrera por radio llorando porque temía no llegar al final de la carrera con esos neumáticos, pero el teatrillo cesó porque, o bien Hamilton se dio cuenta de que nadie le creía y paró, muy poco probable; o bien Mercedes silenció la radio como yo hice con Lobato, muy probable; o bien la FOM no puso más radio de Hamilton para evitar que se reeditase la bochornosa tomadura de pelo que Hamilton nos propinó en Mónaco, la menos probable de las tres. En caso es que, y aquí no es donde no puedo mentir, me dormí. Sí, me dormí. Me desperté unas vueltas más tarde cuando mi padre obligó desde el sofá de casa a que Grosjean le devolviese la posición a Ricciardo tras adelantarlo cortando una curva. La radio de Romain se activó, pero no quité el silencio de la tele, sabía que ese narizota se iba a quejar de que lo había pasado.

De repente miré la clasificación de la carrera y Lance Stroll marchaba sexto. La parte racional de mi ser pensaba que el canadiense no había parado todavía en los boxes; pero claro, me había dormido y tal vez me hubiese perdido algo importante. Me empecé a preocupar seriamente con el realizador empezó a regodearse con planos del monoplaza rosa: «Espérate que aún queda este tío delante de Sainz». Stroll paró entre sus mecánicos una vuelta después; el universo se reequilibró.

Del sobresalto de Stroll a uno mejor todavía: Graining en los neumáticos de los Mercedes y vuelta rápida de Leclerc. Faltaban unos veinte o quince giros y, solo quizás, Marc Gené tenía razón. La carrera se ponía interesante hasta que el puto Hamilton hizo vuelta rápida. Sin solución de continuidad, va y resulta que Lando Norris no tenía permitido usar el DRS, luego empezaba a tener problemas con la caja de cambios y, finalmente, la pelota de nieve llegó a entumecerle la dirección
Pobre Grosjean
del monoplaza. La McLaren que todos conocíamos estaba de vuelta con un problema en el sistema hidraúlico. Romain Grosjean se retiraba, entre el descalabro del británico, hastiado por no poder portar en su monoplaza los avances de sus ingenieros; Hass instaló las mejoras en el coche de Magnussen ya que el danés había aportado al equipo el 87,5% de los puntos, Grosjean decía merecer las nuevas piezas por correr en el Gran Premio de su país; franceses...

Volvamos a los verdaderos pilotos, Lando Norris parecía ver la orilla cuando a medio circuito de la conclusión defendía la séptima plaza. Tras él Ricciardo, Raïkkönen y Hülkenberg, seguía detrás de Kimi, se hubiesen quitado los pelos del pecho con bandas depilatorias por adelantar a Norris. Ricciardo lideró el grupo y Norris pasó a cerrarlo en la maniobra del Gran Premio. Pero la FIA (Fédération Internationale de l’Automobile ) ya se encargó de embarrar la situación añadiendo cinco segundos, en dos ocasiones, al tiempo final de Ricciardo por: «exceder los límites de la pista». Luego se aplaude la valentía de Verstappen por mantenerse en pista, pero echar fuera a otro o se permite que Magnussen defienda su posición como si estuviese en el modo online del F1 2019; pero cuando Ricciardo frena un poco más tarde de lo que lo hizo el sábado en clasificación, arriesgando únicamente su propia trazada, aprieta los dientes para volver a pista y metros después se inventa un adelantamiento a Räikkönen a un dedo del guardarraíl y por donde nadie se lo esperaba lo sancionamos porque somos unos mierdas. Me estoy calentando. Fédération Internationale de l’Automobile , si no querías que Ricciardo no intentase un adelantamiento por fuera de la pista haber puesto una pedazo de césped y verías como no se hubiese salido; las escapatorias en azul y rojo para la foto de Instagram explicando su doble grado de rugosidad queda de intelectuales, pero si le dais un palmo de asfalto pintado a un piloto de Fórmula 1 luego nos os quejéis cuando lo use para avanzar una sola posición. Quizás convendría competir en circuito auténticos y no en pistas de pruebas, sin gradas, pero con un gorila en el trofeo y líneas azules y rojas en las escapatorias. Aunque pensándolo mejor prefiero que hundáis en la miseria a circuitos en Abu Dhabi, Vietnam y Corea antes que le pongáis bananas disuasorias a las chicanes de Magny-Cours.