El partido de hoy por la tarde se resume en menos de lo que tarda Jorge de Frutos en llevar el balón del centro del campo a la portería rival: Postigo suelta un despeje a ninguna parte, nadie sabe muy bien cómo pero el balón entra en el área y, de repente, ves a Morales solo delante del portero. Desde la grada, o desde la zona en la que el dueño del sucedáneo vio la acción, solo se pudo distinguir a Roger meter los codos como quien baja en Àngel Guimerà para pillar el trasbordo que le lleva a Colón. Aunque, vista la repetición, da un poco de vergüenza describir el pase al espacio de Roger con el talón del pie y entre las piernas de Pau diciendo "nadie sabe muy bien cómo". Estoy seguro, no obstante, de que El Chiquet del Poble pensó lo mismo. El gol de la victoria te pilla oyendo que el Ciutat València ha honrado a Guedes acogiéndolo en su palco y, por otra parte, deduciendo que a Ruben Vezo le pertenecerá una entrada de ese 40% que el instinto te hace reservar para ti mismo. Pocos veían el gol mientras el despeje desnortado de Sergio Postigo surcaba el cielo, por suerte, Roger era uno de esos pocos. Con el tiempo cumplido, Estupiñán no acertó a conectar su vuelo con el balón y Morales hizo el segundo dejando, de paso, a Rulli por los suelos. Ronda de chuches para el personal y a celebrar la victoria con un elegido del mix ensucrat de la Cooperativa Valenciana pegándote un petardazo en la boca.
¿Se puede no ganar un solo partido, pero estar orgulloso de tu equipo? La respuesta es sí. Arriba se han descrito precisamente los motivos del silencio, pero ellos no impedían que no tuviera ganas de describir el embarazo de la victoria frente al Mallorca tras nueve meses sin ganar, o explicar cómo me perdí la victoria heroica en el Vicente Calderón o contar como el Levante seguía apretando, atacando y jugando con dos cojones a pesar de que ni el resultado, ni la situación clasificatoria acompañase contra el Getafe, el Athletic, el Celta, Osasuna o el Betis. Con el equipo prácticamente en Segunda y sin ganar un partido ni a palos, era realmente inspirador ver como el Levante lo seguía intentando aunque supiesen que por mucho que hiciesen ni nos íbamos a mantener, ni íbamos a ganar el partido. Si el Levante no se rinde después de que Fekir corte una remontada de tres goles, ¿por qué iba a hacerlo yo? (y no me refiero
La temporada del Levante no es para ir último, la plantilla que tenemos tampoco es para ir último y, sobre todo, la actitud no es para ir último. En tres meses, el Levante ha conseguido cuatro victorias. Una buena proporción para mantenerse en Primera en un campeonato de nueve meses. El inconveniente es que la temporada se termina en 50 días. Alessio Lisci ha transformado el equipo y sigue haciéndolo para hacerlo jugar como él quiere. El equipo ha perdido creatividad y recursos en el ataque posicional; y prueba de ello es el páramo desolador que poblaba el centro del campo cuando el Villarreal se pertrechaba, todo el Levante se abalanzaba sobre el área y Cáceres era el encargado de filtrar los pases. También se vio cierto sin-sabor a la hora de conducir los ataques fulgurantes que tanto le gustaba a PacoLo; en cualquier caso, solo hicimos bien una jugada, la buena, la que valía, la de la victoria. Pero esta tarde hemos sido ese equipo pesado que siempre tenía a un tio tapando el pase, persiguiendo a no sé quien y bloqueando cualquier tiro. Todos los partidos que hemos ganado esta temporada ha sido con Alessio en el banquillo. Nuestras cuatro victorias han sido con la portería a cero. Y siempre que hemos dejado la portería a cero con Alessio hemos ganado. Cárdenas ha detenido dos de las tres oportunidades que tuvo el Villarreal para meter gol, la tercera la detuvo la escuadra, Miramón esta tarde ha valido por diez y Pepelu es todo lo que quiero ser en esta vida. Pese a todo, el año que viene jugaremos en Segunda División. Resulta dificil señalar el momento concreto en el que nuestro funesto destino fue sellado. Hay muchos puntos clave que nos han alejado a patadas de la élite del fútbol español y todos pertenecen al pasado más lejano. Pero tampoco es menos cierto que lo único que puede evitar lo inevitable es que ganemos cinco partidos de los ocho que quedan.