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martes, 21 de marzo de 2017

La dignidad


Petar Vasiljević, ahora entrenador del Club Atlético Osasuna y anteriormente director deportivo de la misma entidad, tras caer derrotado dos cero ante el Betis, dijo "Pasan los partido y no ganamos. [...] Intentar jugar, intentar competir y no bajar los brazos, eso es lo que queda" y esto no creo que sea tanto una sentencia alarmista pesimista, sino más bien una representación verbal del momento en el que la cruel realidad vapulea sin piedad. Osasuna ocupa la última posición desde casi los albores de la temporada, y esta angustiosa circunstancia no solo se dilata en el ámbito temporal sino, también, sobretodo, en el concepto espacial. La distancia entre la salvación y el cuadro pamplonica es kilométrica, en términos más precisos, el farolillo rojo necesita recuperar quince puntos al Leganés, actual último equipo que se sostiene en tierra firme, y solo quedan treinta por disputar. Tanto las matemáticas como el espejo del alma de Petar hablan de una situación complejísima.

viernes, 17 de marzo de 2017

Esto es la guerra


Regalos. Hay regalos buenos y malos regalos. Regalos que sonríes de felicidad cuando te los dan y regalos de sonrisa postiza. Regalos caros y baratos, regalos trabajados o poco elaborados, regalos comunes y regalazos. Un colonia en Navidad o la PlayStation con el FIFA 17 en Reyes. Pero también existen regalos inmateriales, que no se compran con dinero ni están en las tiendas, y estos, habitualmente, generan felicidad no forzada, son baratos y son regalazos. Los cuartos de final de la Champions League  de este son un regalazo inmaterial. Cuatro partido de dimensiones astronómicas: dos sumamente igualados y otros dos con una sutil ventaja en favor de los equipos españoles. Una final anticipada, la reedición de otra final, un sueño que busca una tercera repetición contra el gran sueño del mundo del fútbol y un encuentro que da opciones a los """humildes""" (seis comillas). Cierto es que para verlos quizás debamos a abonar una pequeña cuota monetaria a los amigos de BeINSPORTS, con lo que el regalo inmaterial se nos va por los suelos. Pero seguro que nos la apañamos para encontrar otra vía para disfrutar de este regalo que de pronto nos ha dado el fútbol.


martes, 7 de marzo de 2017

Espejito, espejito


Es indudable que las redes sociales ofrecen una visión global de la sociedad y, por ende, muestran el juicio del colectivo. Conforma, así, un espejo fidedigno y cercano del mayoritario grupo que pertenece de la vida compartida a través de Internet. Además, el tradicional periódico (entiéndase medios de comunicación en general) enseña sobre qué pilares se sustenta la situación emocional del grueso de los lectores, pues quienes escriben en sus páginas son los principales creadores de opinión y resulta tan fácil como tentador quedarse atrapado en la postura interna de la tesis del autor. Por tanto, no hace falta ser del Barcelona o ser barcelonés para pulsar el estado de ánimo general de la parroquia del Camp Nou.

El inmenso espejo formado por la fusión entre redes sociales y medios de comunicación, en lo referido al club azulgrana, ha reflejado dos caras bien distintas en un breve espacio temporal. Entre los días después a la eliminación en Champions en París, quiero decir, a la derrota en el partido de Ida en la capital francesa y los días que hoy nos ocupan, solo ha pasado poco más de medio mes natural (Febrero padece un ligera cojera) y lejos de que permaneciera un sentimiento global similar o, en su defecto, con pequeñas matizaciones, la situación en la ciudad condal ha sido revertida como cuando se le da la vuelta a un calcetín. La afición culé, siempre empleando un sentido general y no particular, estaba hundida en el lodazal cuando su equipo encajó de mala manera cuatro goles y sin poder anotar ninguno. Muchos veían por finiquitada su andadura en Champions League. Aquel hundimiento se prolongó hasta más allá de los límites del partido contra el Leganés y se podría incluir también una parte de la última visita de los suyos al Vicente Calderón. El Barcelona estaba oficialmente en crisis. Pero todo ha cambiado con dos partidos consecutivos en casa en los que ha metido once goles y solo ha recibido uno y ahora el espejo está revolucionado. Incluso parece que hayan cambiado a la gente que proyecta su imagen sobre él, y no lo descarto.

A hora, minuto y segundo de este mismo momento todo el mundo cree en una remontada histórica. Es irrevocablemente cierto y además perceptible de forma empírica que un par de buenos resultados puede cambiar de forma positiva el sentimiento general. Todas esas almas primero deprimidas y después espoleadas por la adrenalina de una victoria abultada han llegado a menospreciar seis puntos del campeonato de la regularidad reduciéndolos a ensayos generales que hagan incar la rodilla al Paris Saint Germain de Unai Emery. El partido de vuelta de octavos ha pasado de ser un vergonzoso trámite a tornarse en la prioridad del cuadro catalán. Y seamos francos, solo tres-cuatro equipos en el mundo pueden remontar esta eliminatoria y el Barça está dentro de este reducido grupo. Pero tampoco nos volvamos idiotas el reto es mayúsculo y rayano en lo imposible. Los de Luis Enrique se enfrentan cara a cara al último partido de un eliminatoria de resultado extremadamente desnivelado. Tal es la complejidad que, sobre el papel, ni una estelar actuación de conjunto catalán le valdría para tumbar al gigante parisino. Por tanto, si todo avanza por su normal cauce, el equipo español quedará apeado de la máxima competición continental.

Resulta curioso comprobar, mediante la perspectiva que otorga el paso del tiempo, como de diferente se puede interpretar un mismo suceso. El significado de un hecho inmutable ha viajado de un extremo al otro a la velocidad de la luz. El Fútbol Club Barcelona ha pasado de estar sumergido en una profunda crisis a mostrar la mejor versión de la temporada y entremedias solo han pasado quince días. Toda una hazaña. Es decir, de la más absoluta y definitiva eliminación a la heroicidad con pase a cuartos de final. Pero claro, ¿Cómo no confiar en Messi, en Neymar, en Suárez y en este equipo... que también existía cuando el Barcelona 'no jugaba a nada'? (Ups).