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sábado, 14 de septiembre de 2019

A un mal centro de la gloria del empate

Qué negro se veía todo en el descanso y qué capaz parece el equipo ahora, ¿no? La historia de la segunda visita del Levante de PacoLo al Santiago Bernabéu bien se puede resumir en un planteamiento agresivo, un Benzemá con las botas de Messi y un cabezazo hacia el final de Rubén Vezo que el yunque, por desgracia, supo evacuar. Mi consulta a Google en el intermedio del partido con objeto de conocer nuestro próximo rival era elocuente, el Madrid quería liquidar el partido por la vía rápida y en la capital ya les empezaba a oler la boca a culo de Neymar (Miércoles a las 21:00 en Movistar+ Liga de Campeones). Con tres a cero en el marcador muchos, y me incluyo, hubiesen deseado que el pitido final de la primera mitad hubiese, a su vez, terminado con el partido: duchita, Ave y a dormir a Valencia. Pero PacoLo tenía otros planes para el levantismismo; Señor Yunque, Mare de Déu dels Desamparats, lo siento, he pecado y vengo aquí a confesarme.


En nuestra más que centenaria historia cualquier Levante, cualquiera, no solo hubiese bajado los brazos con el triplete de tantos, sino que además hubiese apretado los dientes y cruzado los dedos para que aquello no terminase cinco a cero; cualquier Levante, menos uno. El día que Paco López le quitó el petardo del culo a nuestro jugadores ciertas raíces de nuestro pasado fueron estirpadas, desde entonces lo nostre Llevant es un equipo valiente aunque esté siendo arrollado.


Y eso que la cosa no empezó tan mal: Rochina colgó una pelota a la cabeza de Borja Mayoral que cerca estuvo Óscar Duarte en convertir en gol (estaba en fuera de juego). Clerc no ha dejado de ser el puñal que demostró ser hace dos semanas por la banda izquierda del Ciutat y parecía que si finalmente la pelota traspasaría la línea de meta de Curtuá sería a través de las botas del Power Ranger granota: a Mayoral le faltó decisión, en el primer intento.


Quien lo diría el Madrid se remangó y se puso a trabajar a pesar de que el himno de la Champions no sonase; quizás confundieron determinadas barres blaugrana. El Levante vivía en su campo y no porque quisiese precisamente, la presión merengue perpetuó el ataque de los hombres dirigidos por Zidane y cada vez que la tocaba Benzema la parte buena de Valencia temblaba. El primer gol del francés, preciso remate de cabeza entre Duarte y Vezo a buen centro de Carvajal, estuvo precedido de un soberbio disparo que Aitor desvió a corner con los poderes del Halcón Milenario (titular hoy contra el equipo de Persich). Después Rochina, principal sumidero de balones justo detrás del Comandante Morales, prácticamente regaló el segundo a Karim que recibió un excelente balón de James. A poco del descanso el piloto francés regaló al amigo del psicópata de Montenegro el tercer gol blanco (blanco merengue, no blanco choto).


El Pelao de Silla se dedicó a animar a los nuestros, mientras yo me hacía el chulo: pasé de los diez primeros segundos de la segunda parte. Carlos Clerc sabe perdonar y le ofreció a Borja Mayoral la oportunidad de vestir la camiseta del Madrid en un futuro. Tres a uno. Curioso partido de Mayoral que dejó de hacer lo que todos estamos acostumbrados a verle hacer y se centró solo en meter gol; firmo que Mayoral sea como Roger YA. Sin embargo, Morales estuvo a punto de cagarla pues por casi toca la pelota estando en fuera de juego, menos mal que tampoco atinó con el balón esa vez. El Levante asomó la patita, y necesité na y menos para poder ver ante mis ojos el tres a cuatro cortesía de Bardhi ganándole a Sergio Ramos un salto de cabeza en el último minuto de partido. Pero a Ramos lo cambiaron y todo se fue a la puta.


Tardaron una eternidad, que ni se molestaron en añadir, en buscar la vía legal para concederle el cuarto gol del Madrid a Vinicius; pero por mucho que se tratase de juntar la línea de James con la de Postigo, no había forma humana de viciar un fuera de juego tan claro. Con tres a uno en el marcador, todavía teníamos la oportunidad de abalanzarnos en el marcador. PacoLo quitó al psicópata de Montenegro y a Óscar Duarte porque aún con ellos dos Benzema y sus amigos hacían lo que querían. El Pelao de Silla dividió el partido y le tomó un pulso al Madrid: a ver quién acierta más. Ese y no otro ha sido nuestro juego desde aquel glorioso día en que a Paco le vibró el móvil camino de Elda. Morales forzó el corner ante la presencia de un Carvajal que lleva muchos días malos y está incluso peor que Morales; y nuestro primer remate a puerta tras el tanto de Mayoral: cap a dins. Gol de Melero, tres a dos.


Benzema le dio al palo, Aitor contestó a Hazard y al otro lado del campo: cien millones más y cero paradas. Sumó, no obstante, una. A Bardhi lo cazaron en tres cuartos y Ricardo de Burgos Bengoetxea no tuvo más remedio que pitar falta. El golpeo de Campaña, todo sea dicho desaparecido estos cuatro primeros partido ligueros, fue inmejorable y el cabezazo de Vezo llevaba grabado a fuego la palabra gol y, a pesar de todo ello, Curtuá la mando fuera. Era el minuto ochenta y ocho. Cinco minutos más tarde Postigo filtró ese pase que Ramos estuvo buscando hasta que le quitaron, Morales recibió, centró y casi la mete. Mi hermano dice que chutó; yo le digo que no, que de ser así no habría tirado tan bien.


domingo, 1 de septiembre de 2019

Estuvo entretenido

¿No sé si estáis conmigo?: la vuelta a casa de ayer fue realmente placentera; no como los minutos posteriores al partido del pasado viernes en el que costaba asumir la repetición del penalti de Morales y que Morales tirase un penalti. Al acabar los 5.400 segundos cualquier granota pudo reflexionar aliviado que de seguir así sacaríamos muchos puntos esta temporada, ese y no otro fue el principal motivo de mis desvelos hace siete días. Los resultadistas, que han sido capaces de resumir estas dos victorias en seis puntos, sin embargo, vivirán su momento hoy domingo, al filo de la media noche, cuando pongan el teletexto y vean al Levante momentáneamente clasificado para Europa. Aquellos que disfrutaron más silbando al equipo que aplaudiendo a Maradona con las botas de Rochina, esta tarde se preguntaran quien es esa gente tan ruidosa detrás de la portería de Mestalla; ah, no, espera...

Y eso que lo que acabó bien, no empezó muy allá; los futuros testigo de una victoria balear, siguen manteniendo en el recuerdo, con los ojos vidriosos embriagados de emoción, los lamentables minutos en los que el Llevant fue pitado contra el Villarreal; estos hombres henchidos de valencianismo volvieron a la carga aunque por fortuna todo acabó en un ridículo murmullo. Fuentes cercanas a este sucedáneo de portal web informan que esta tarde a la otra parte de Primado Reig volverán a intentarlo. El Valladolid había absorbido el instinto de la más famosa película de Spielberg y rodaban dando vueltas la meta de Aitor. Los designios del balompié mandaron la pelota fuera de banda justo a la altura de los banquillos y Paco López empezó a ponerle la oreja de plástico a Rochina porque no estaba bien situado, no obstante, la reprimenda fue ostensible a todo aquel que quisiese oír, hijos de cabras incluidos; a partir de ese momento el partido cambió.

El Levante, después de dos jornadas desaboridas, volvió a ese ataque sin contemplaciones que tan buenos momentos de fútbol nos ha regalado. Paco López, mientras le echaba la bronca a zurdo interior de Sagunto, se conoce que amenazó con el banquillo al primero que diera un pase en horizontal. Por las bandas contábamos con dos puñales cortersía de las nuevas incorporaciones, de Tito, Miramón y Clerc y el resto de jugones y Vuckevic ya se encargaban de inclinar el campo, perfectamente cortado por Raimon y su equipo, hacia la portería defendida por Masip. Sin embargo, a los cañoneros atrincherados en los flancos les faltó una pizca de precisión para que sus centros se convirtiesen en asistencias; y a Roger y a Mayoral les faltó el toque de oportunismo y saber estar que cualquier delantero considera deber tener.

Rochina, sobre el minuto cuarenta de partido empezó a deshacerse de rivales como si el fuera una bola y los blanquivioletas bolos; el pase a Morales fue preciso y si el Comandante hubiese tenido a bien, definitorio; la pelota le cayó a Mayoral tras un buen pase de José Luis y el de Parla intentó hacer la que Raúl le hizo a Cañete en la final de París, solo que existía una pequeña diferencia: Raúl estaba en el borde del área grande y Mayoral estaba en el borde del área pequeña. La jugada acabó en el lateral exterior de la red.

Morales, pobrecito, ayer volvió a  no tener la tarde. A sus regates erráticos, a su carrera torpe y lenta y a sus buenos pases (Morales, un toque) se le sumó que la única jugada que hizo de provecho fuese anulada por fuera de juego previo. El once granota llegó antes a la pelota que el oscuro hombre del Valladolid, que cometió penalti, pero al inicio de la jugada Borja Mayoral recibió la pelota de Roger en fuera de juego. La infracción se vio desde la grada en directo, pero el gremio arbitral con el que este país amante del fútbol ha sido agraciado no lo tenía tan claro. Un señor en grada ante la indecisión bajó al baño, meó, se lavó las manos, se secó las manos, hizo cola en el bar, se pidió un blanco y negro y un refresco de Cola (CocaCola aún no me ha pagado para que le haga publicidad), contó las monedas, contó el cambio, subió las escaleras, buscó su sitio, se comió el bocata, se bebió el refresco de Cola y contestó a los whatsapps de la parienta, a los pocos segundos se señaló un fuera de juego cristalino. Sergi Guardiola, minutos después, anotó en fuera de juego también; esta vez la respuesta del VAR fue, para esa gente, rápida y eficiente; lo que no ha transcendido, pero sí ha sabido Grada Central Alta es que la decisión fue veloz porque los ineptos de la sala del VAR estaban en el párquin del estadio fumándose un cigarro a causa del estrés que había supuesto arbitrar correctamente una jugada (la del penalti a Morales), entonces los del césped hubieron de improvisar a su ritmo y acertaron, de milagro.

La segunda parte fue más de lo mismo pues el grito de Paco López en aquel saque banda seguía surtiendo efecto, pero todos estaban más cansados en el Valladolid solo corrían hacia atrás y el Levante prefería pasarse la pelota a tirar un desmarque. Hacía el final del partido el hostigamiento granota empezó a cesar lentamente y justo cuando aquello empezó a pintarse en blanco y purpura, la buena combinación en banda entre Bardhi y Campaña terminó con un remate de Sergio León al fondo de la red, desvió mediante. El Valladolid soltó los perros en ataque, quizás demasiado tarde, cuando el uno a cero se concretó; y en uno de esos vaivenes de los visitantes, Bardhi y Miramón hicieron un roto en banda diestra y Morales terminó metiéndola por fin, justo después de que hiciese que a Masip se le juntasen en una muy específica parte de su cuerpo tres pelotas durante un breve y dolorosísimo instante.