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lunes, 23 de agosto de 2021

El retorno y sin tonterias (versión extendida)

En los próximos minutos en los que te invito a acompañarme voy a tratar de evitar por todos los medios citar tópicos que tan de moda están en este inicio de la temporada. Es una alegría recibir gente en los estadios, pero con que se hubiera dicho una vez, a lo sumo dos, es mucho más que suficiente.

Empiezo: no tiene que avergonzarnos negar que ayer nos encontramos a nosotros mismos, como mínimo, algo desubicados. Justo antes de abrir la puerta de casa uno cae en la cuenta que no recuerda donde están esas zapatillas con las que siempre iba a ver el fútbol. Y, cuando por fin las encuentra, no sabe con qué pantalón solía conjuntar la mítica elástica de Víctor Casadesús. Por descontado que apenas podía tener una vaga idea del tiempo que invertiría en llegar desde la puerta de mi casa hasta la puerta número veintidós del Estadi Ciutat de València, el templo del sentimiento del fútbol mundial, ¡hostia ya! Vaticinamos en consenso seguir los cánones y salir una hora antes del pitido inicial (nos sobró tiempo por todos sitios). Por otra parte, de la típica secuencia pre-partido ducha-dientes-sobacos estaba claro qué una iba a caer desafortunadamente en el olvido: los dientes no fueron y la tarde fue calurosa por estos lares. Total, que un año y pico sin pisar un campo de fútbol, domingo, agosto, diez de la noche y hora de cenar: salí de casa con dos bocadillos de tortilla de patata que iban de la muñeca al codo. Para nuestra desilusión al llegar a los aledaños del estadio vimos como la seguridad de la instalación zarandeaba la cabeza de izquierda a derecha al ver una bolsa que contenía víveres. La decisión fue salomónica: "Nos los comemos antes". Tremenda flauta que contenía media tortilla de tres huevos y, por poco, medio kilo de patatas. Y el bocata sin cerrar. Al primer bocado un trozo de tortilla de patata besó el suelo cual madridista intentando rascar un penalti en los últimos minutos. Ya me lo dijo mi abuela: "Los bocatas solo se abren por una parte".

En la panxa plena y con el inconfundible sabor a tortilla de patata en la boca dispusimosnos a aguardar una cola que, aunque larga, supo consumirse ágilmente. Probablemente lo mejor de la noche me esperaba al subir las escaleras: el reformado estadio parece no ser propiedad del humilde y pobre equipo que dejó Villarroel y que el gominas de Quico y Luis García reflotaron a la primera división. Subes las escaleras recordando viejos tiempos pero no tan lejanos, tampoco nos volvamos gilipollas, y tan pronto como pones el culo en tu incómodo asiento de plástico la megafonía no te deja oír nada más. Es el momento de las alineaciones y hoy se jalea hasta al señor Chupón. Morales pásala.

Rueda la pelota y que queréis que os diga: no hay nada como ir al estadio a ver a tu equipo. Viéndolo desde casa se estará acaso más cómodo, puedes enchufar la tele a menos cinco y seguramente no pierdas detalle. Pero todas esas pamplinas para cuando lamentablemente no nos toque jugar en casa. El ánimo de la grada, su protesta por una falta no pitada que claramente no era falta. Los jugadores vistos bien de cerca, la clase de Campaña, la fuerza de Valverde (que no es nuestro). La velocidad a la que se juega un partido de Primera División. Sentir que puedes aportar a tu equipo aún cuando solo emites un esforzado pero tímido silbido para despistar al defensa rival o que puedes darle confianza a Campaña aplaudiendo su control orientado o simplemente dejándote llevar por el resto de la grada y acompañar con un unísono: "¡Oooh!"; Campaña, maestro. La sorpresa que te genera ver a Benzemá echarse una sprint a tope sin sentido y el miedo a recibir un gol cuando, tras su carrerita sin sentido, Benzemalo termina pisando área y el Madrid se pone por delante.

Y cómo juega el Levante... los frenéticos noventa minutos de ayer noche no hubieran sido ni la décima parte de lo divertidos que fueron sin el Pelao dirigiendo a los nuestros desde el área técnica. Ni un solo fingimiento, ni un pase horizontal de más, ni un mal control, ni un mal envío. Mirases a donde mirases, tanto a Gol Orriols como a Gol Alboraya, había peligro inminente de sacar de centro. El único que no estuvo a la altura de la exigencia fue el señor Chupón que, irónicamente, no chupó ni una, pero marró todo cuanto tocó; al quinto pase de cinco metros defectuosamente ejecutado, en la grada solicitaron amablemente la salida con efecto inmediato de "incluso Sergio León, aunque con vaqueros sea" en detrimetro del rubio de bote. No nos vino bien el frenazo para beber agua. En el reinicio del fútbol amanecimos alelados y el descanso fue un anhelo incluso mayor que la vuelta del público a los estadios porque este virus lo paramos entre todos y unidos, porque nadie nos va a quitar las ganas de vivir la vida y porque cada vez estamos más cerca de conseguirlo. Solo hay que hacer un último esfuerzo.

El descanso llegó y, volviendo a casa, uno se para a pensar que hubiera sido de nosotros y del partido si el Madrid hace sus cosas de Madrid y mete un gol antes del cuarenta y cinco. Pero el descanso llegó y sin goles y Paco aprovechó al máximo esa quincena de minutos para convencer a sus indomables que la última línea de cuatro jugadores del Madrid se podía superar con una pared rápida. Obviamente este sucedáneo de portal web tiene acceso a lo que dicen los entrenadores en el vestuario, pero tampoco hacía falta. Si los nuestros no dieron una pared en todo el primer tiempo, no es ciencia infusa que intenten dos antes del primer minuto de juego tras la reanudación. En la primera Morales falló, en la segunda, tras el rebote del mal pase del comandante, Melero dejó solo a Roger qué pegó una carrera a tope de dos metros para ponerse delante de Courtois. Y el cabrón casi hace una parada que te cagas, pero la pelota acabó entrando llorando cual quinceañero por no tener a Cristiano en su equipo. Y aún faltaba una tercera pared. Fue tras un saque de banda hábilmente servido por Miramón, el centro resultante cortesía de Jorge De Frutos lo remató Campaña, de volea y a la escuadra.

Un gol de ventaja y media hora por delante. PacoLo quitó un delantero y metió un mediocentro. Cinco tíos delante de los cuatro tíos que estaban delante de Aitor y Morales arriba estorbando lo poco que podía. Los 10 apelotonados en el borde del área y rezando para que, si un disparo lejano se escapaba, Aitor pudiera mantener la victoria. Y la cosa salió bien. Pero Carleto sacó a Vini y Vini metió gol a la carrera, cómo contestación a un ataque nuestro. Te juro que pensé que habíamos ganado el partido cuando entraron Vini, Carvajal y Rodrigo. Esta vez el frenazo para tomar agua nos vino bien. Paquito metió a Bardhi y Bardhi metió un buen balón al área que Alaba, que no es nuestro, convirtió en asistencia para Rober Pier. El indudablemente gallego nunca lo tuvo más fácil en toda su vida. Ventaja de un gol y 10 minutos por jugar.

Malsa dio un pase buenísimo a la carrera de Cantero que por fin sustituyó a Morales. El chaval esquivó a Courtois con sangre fría, pero su pase a la red con la portería vacía chocó con el palo antes de salirse. Bardhi estaba levantando los brazos. El empate se mascaba. Tras un rebote que siempre termina en gol en contra, Carvajal estampó el empate contra el pie de Vezo. Pero nuestra efímera suerte es más efímera incluso de lo que pensaba. En el corner que se dió como resultado despejamos la pelota al segundo palo, el balón le cayó a Benzema que se la dio a Vinicius y el muy hijo de puta metió el mejor gol que meterá nunca. Sin que te diera tiempo a pensar en que a lo mejor te caían dos goles más, Vinicius empezó a correr otra vez solo contra Aitor y este detuvo la carrera de Pelé parando el balón con la mano. El único inconveniente en esta historia es que la parada ocurrió en el centro del campo, delante mismo de los morros de Carleto. Jorge de Frutos, el quinto cambio, caminaba por la banda dirección al banquillo mientras Vezo, el elegido, se ajustaba la camiseta de Cárdenas.

Con Vezo bajo palos se añadieron seis minutos de juego. El supuestamente enfadado con Paco bebió más en ese tiempo que en toda una noche de un jueves en Mya. Bosch Marquina, nuestro entrenador de porteros, le gritaba Rúben desde detrás de la portería mientras esté miraba los palos una y otra vez. Amagó con salir de puños y seguramente le pararon de un grito. Y sirvió un montón de faltas seguramente mucho mejor que Aitor. El empate a tres, que tras el gol de Róber hubiera sabido a poco, supo solamente mucho menos que el gol de Roger contra el Villarreal.

Es fácil pensar que con que solo las cosas hubieran sido un poco distintas, Morales convierte el mano a mano en la Tacita de Plata y Cantero acierta con la portería en su definición con Courtois por los suelos. El Levante sumaría seis puntos de haber sido las cosas así, solamente ligeramente distintas. Ahora mismo colideraríamos el campeonato junto con el Atlético del Cholo y a la espera de que el Sevilla gane esta noche. Pero con 36 partidos por delante, lo prefiero así. La sombra de Jim, Koné, la Champions y la eliminación en Moscú es demasiado alargada para este equipo de mayormente jovenzuelos. Antes del insufrible parón por selecciones, visitaremos Anoeta y por qué no, podemos volver con una victoria en el zurrón granota. La temporada que puede devolvernos a Europa ha dado su segundo paso, espero que ya lo hayas tomado.




domingo, 15 de agosto de 2021

El yunque de la adversidad

El postrer rayo de luz se abre paso entre la indomable oscuridad de la noche cuando el martillo golpea la férrea vara, que somos nosotros. Nos golpea y nos aplasta. Ahora, solo por un momento, descansamos sobre el yunque del que conocemos hasta la más diminuta de sus hendiduras; todos nuestros perfiles y giros imposibles, nuestras rectas irónicamente puntiagudas han sido forjadas por el mismo yunque: el de Regües, el nuestro, el de la adversidad. Y vuelve a golpear el martillo, y vuelve a golpearnos, a aplastarnos, a espachurrarnos y nosotros volvemos a adoptar la forma que es voluntad del puto yunque. Me lo voy a tomar con filosofía porque no me quiero calentar. Después de que Roger firmara el gol de la victoria contra los chotos a pase del pelazo de Rochina (siempre en nuestros corazones), en Orriols hemos estado de vacaciones, disfrutando del fútbol, usándolo como un mero entretenimiento. Vago era el recuerdo de la inquietud antes de un partido y, como la Copa nos amorfinó un poco a todos, lejano era el dolor del yunque de la adversidad dando forma nuestras entrañas.

En la primera parte, para empezar la temporada, dimos un recital de fútbol pero, eso sí, con poco acierto en el momento en el que la jugada debía pasar a convertirse en gol. Cuando Morales no se le atascaba la pelota, a De Frutos le caía la mala y cuando no, Campaña pensaba que Roger estaba en un sitio que en realidad no estaba. Pero, por suerte, tanto recital se vio recompensado con un disparo de Morales desde fuera del área que acabó entrando en la portería; el pase fue de Melero que, aunque no fue una declaración de amor, fue un buen base. El Cádiz por su parte solo atacó dos veces en todo el primer tiempo. Os juro que las conté. La primera fue después de ganar un saque de puerta y por casi nos cuelan un gol de no ser por qué Rober Pier enmendó su error impulsado por la providencia de papá Ballesteros. Y el segundo vino como respuesta a un contraataque equivocadamente conducido por Roger, de ahí sacaron una falta y el gol resultante fue anulado solo porque Negredo pecó un poco nada más de ansioso. Este es el Levante que me tiene loco de amor: un torpedo del tamaño del Micalet por delante y papel del váter de mala calidad por detrás.

En el descanso, Cervera, que es el entrenador del Cádiz, le dijo a sus chicos que lo de hacer el futbolín está muy bien, pero que mejor estaba ir a presionar "hostia-ya" y los muchachos muy obedientes acataron la orden. Obviamente, este sucedáneo de portal web tiene acceso a lo que dice el entrenador del Cádiz en el descanso a su equipo. Al Levante empezó a durarle muy poco el balón en los pies quizás demasiado poco como para ganar el partido. Los gaditanos a los que Cervera les había enchufado el ADSL en el descanso se propusieron complicarnos hasta los pases entre los centrales y el Cádiz empezó a acaparar el balón tanto como nosotros lo hicimos en el primer tiempo. Y está claro que el Cádiz no es ningún alumno aventajado en la asignatura del juego combinativo y que hay muchos equipos que miran mejor a la portería rival, pero el Levante ahí aguantó con el rollo de papel extendido, tapando huecos, despejando lo que podía, sufriendo los córneres, pero, sobre todo, defendiendo como cabrones. Hasta que lamentablemente un punto "bien trabajado" se nos escapó cómo Peter Lim se escapó de Mestalla después de cobrar.

Visto con perspectiva el empate en el campo del Cádiz, aunque no está cerca de ser suficiente, es, como poco, aceptable; el punto es más que merecido (de hecho Morales estampó contra el palo la victoria a muy poco del final en un uno contra uno); y de haber acabado todo un minuto antes de lo que lo hizo, el Levante hubiera jugado un partido "completo". Con los dos pesados de siempre, más el Cholo y más el Sevilla yendo a Champions y con el Villarreal, la Real y el Betis yendo a Europa League a mí tampoco me salen las cuentas de quedar, al menos, séptimo; pero de ilusiones vive el hombre, y las granotas. La temporada que puede devolvernos a Europa ha comenzado y estas son las condiciones, ¿lo tomas o lo dejas?