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jueves, 29 de septiembre de 2022

Tota pedra fa paret

Es miércoles por la tarde. No serán ni las cuatro, pero es mi tarde libre. La luz del sol entra por la ventana como Mohamed De Frutos Salah entró por la banda derecha la noche que el Elche tuvo que capear una tormenta faraónica. Vivir en este exacto punto del planeta en la época del año que atravesamos actualmente es una situación lo suficientemente placentera como para viajar de Birmingham a Dénia siempre que se tenga la ocasión. No hace calor, los diminutos poros de tu piel están felices y secos y la camiseta fina sirve cumplidamente de abrigo. Se está de maravilla. Estoy tumbado en el sofá, relajado; hace apenas unos segundos he encontrado la posición perfecta en la que apoyar la cabeza; si cierro los ojos, puedo notar como el color de mis párpados pasa tenuemente de un naranja intenso a un amarillo cálido. Los chavales que tienen la obligación de ascender a Primera División para éxito, riqueza y reconocimiento del club decano del fútbol valenciano, muy seguramente ahora estén comiendo, durmiendo la siesta, viendo Netflix, jugando a la PlayStation o, como yo, tumbados en el sofá. Todos, hasta Iborra. No sé si me explico. Mirando al techo mientras siento como la pereza me impide moverme e ir a por el libro que queda un poco más allá, personalmente, me considero un buen trabajador. De lo contrario, si pensase que no hago mi trabajo como debería, tomaría cartas en el asunto para remediarlo; como firmemente creo haría Joni Montiel, Pepelu, Son, Cárdenas o incluso, Campaña. Ojalá me haya explicado mejor.

Para dedicarse a jugar a fútbol, no solo se requiere ser un buen trabajador. También se necesita talento, mucho talento. Y, en condiciones normales como las que son, no hay chaval que corretee por los campos de Buñol un miércoles a las once de la mañana que no desee exprimir su talento al máximo todos los días, en todos los partidos. Actualmente, quienes portan les barres blaugranes están teniendo problemas para hacer brillar ese talento. Pese a que creo que son buenos trabajadores, no les nace ese momento de lucidez que hace que una defensa se rompa, que hace enhebrar el centro perfecto, que hace anticipar el movimiento del contrario. O, al menos, no les nace con la asiduidad que se requiere. Y todo ello, repito, pese a que son buenos trabajadores, capaces y talentosos.

Las escasas dos victorias en siete partidos no van acorde a las exigencias que conduce a un ascenso. Si la obligación es quedar entre los dos primeros se necesitan menos oportunidades para lograr una victoria. De igual manera, dichos guarismos no hacen justicia a la calidad, el talento, la capacidad... de un grupo que, delante de la defensa, tiene holgados argumentos con los que desarrollar el gol. Por otra parte, casi paradójicamente, solo sumamos una derrota en lo que va de campeonato y con lo barraquero que es mi coleguita Mehdi tal vez sea a lo que más valor le da. El otro día en Burgos no pude ver gran parte del partido porque 120 euros todos los meses a movistar no les parece suficiente como para ofrecer un servicio decente. Piratas, saqueadores, gandules. Pero el Levante sumó el sexto fin de semana incrementando el botín de puntos que espera que lo lleve a la máxima competición del fútbol nacional. Tota pedra, per xicotiua que siga per insuficient que siga, fa paret.

Sé perfectamente de donde viene esa obligación, esa ansiedad por ganar cada partido que hace parecer los empates como inútiles. Pero, ¿por qué?, ¿por qué no solo tenemos que enfretarnos a once tios que van a hacer todo lo posible por liarnos la marrana sino que además tenemos que vencer a la premura de que el siguiente tiro sea gol? Hace mucho tiempo que no entro a Twitter, ni a Instagram, ni a sucedáneos y este es un ejercicio que recomiendo incluso a los usuarios que me hicieron apartar la redes sociales; sin embargo, sí pude percibir, en los momentos previos al que diese comienzo el partido contra el Cartagena, qué sentía una muestra de la grada: Antoniet, bufanda del Levante al cuello, sube al bus donde viaja su compañero Vicent i le diu: "a vore si guanyem i se posem primers". Los partidos del Levante se han convertido en una prueba contra el reloj. El Levante debe meter gol antes de que se cumpla el último minuto y la temporada parece estar siendo la misma prueba. Si en tres días los asalariados de Gerard Piqué consiguen derrotarnos como ya hicieron con el Éibar y el Granada, el Levante no va a sentenciar ni su descenso a Segunda B, ni su permanencia en Segunda. Si el Levante, ganara los siguientes cinco partidos o si se haguera ficat primer front al Cartagena, ni nos garantizará, ni nos hubiera garantizado ascender a final de temporada. Sin embargo, terminar de dar con los movimientos, la velocidad y el plan que nos conduzca al área rival más regularmente, sí nos va a asegurar la promoción de categoría. Mientras se encuentra la manera, el Levante ha sumado en seis de siete ocasiones. Tota pedra fa paret; i si en algún moment el Llevant comença a jugar com toca, tidrem menos paret que alçar.

Pd: A lo mejor, echo gasolina al Fiat Punto y me planto el sábado Andorra.