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domingo, 30 de septiembre de 2018

Antonio y David

El Levante ha ganado y ha sido gracias a quienes se fueron del partido del Sevilla mientras discutían con el aire al grito de: "si es que no corren", a quienes exigían que jugase Vuchevich después de verlo jugar tantas veces como goles ha metido Guedes (hace tiempo se imploraba un cambio de Reyes en la Corona Española, ahora el cambio es de centrocampistas. Los tiempo cambian, los tontos no.) También la victoria de hoy ha sido gracias a quienes, después de perder en Valladolid, cogieron el coche, pusieron a Paco López en la radio y mientras soltaban sinsentidos por la boca fueron al Polideportivo Municipal de Rocafort a preguntar por el precio de las entradas.

El Pelao de Silla puso el once patas arriba y los causante de la victoria empezaron con el rollo de los palazos de ciego, el jueves por la noche imperaba el si es que no cambia na. Mucho choto incorrectamente bien orientado. Paquito puso tres defensas porque el sacrificio defensivo de Toño y Jason juntos no sirve ni para un mediapunta; pero diga lo que diga Paquito fue una estrategia amarrategui: donde antes habían dos ahora habían tres. Por instantes, el Levante formó con el mítico 3-3-4 con el que mi hermano arrasaba en la liga Máster del Pro Evolution 6 y ese sistema es la vertiente defensiva de SuperPaco, que nos dure.

El Levante volvió a ser el que era y que por noventa minutos se olvidó de ser. Algún espabilao rompió el pase cuando Ibái congelo el tiempo con un centro de exterior (EN MI PUTA VIDA HE LEVANTADO LA PELOTA DÁNDOLE CON EL EXTERIOR.), y Sobrino remató la faena y la pelota. Gol bien montado pero quizás remediable si a Rochina no le hubiese dado por hacer la elástica con caño de Ronaldinho en el punto de penalti, en el nuestro. Por fortuna el tanto del hijo de tu hermano (Jeje) solo sirvió para sellar la primera remontada de la era PacoLo, que ya tocaba una.

La sangre volvió a correr por las arterias de los nuestros al igual que Jason hizo lo mismo por la banda. La primera jornada firmé jugar con diez pero que en una jugada apareciese y diese una asistencia. Lo firmé, lo firmo, y, si no cambian mucho las cosas, lo firmaré. Pero es que hoy, además de gol, ha aportado. Espectacular. Rochina entendió que la cabeza de Jason era como la escuadra y Jason entendió que los palos de la portería eran las piernas de un lateral, e hizo un caño.

Cabaco, harto de echarse unos pa unos sin camiseta, y sin balón, en Maybe, acertó con la rosca turca en movimiento y un despeje suyo terminó siendo rematado por un señor calvo y con peto naranja que se paseaba por Grada Central y que acabó devolviendo en soberbio cabezazo la pelota al césped. Lo mejor de la temporada. Un gol no levanta ni tantos aplausos ni a tanta gente en Grada Central.

A Morales alguién le tiene que explicar que tiene que jugar a un toque. Morales, un toque. Morales, un toque. Cuando jugó así hicimos algo, cuando no, Toño cogió el rebote estampó la pelota contra la red. Remontemos. Antes Rochina había tirado fuera una, que yo también la fallaría, pero no creo que muchos zurdos la fallasen.

Tras el paso por el vestuario el Levante acojonose y pese a ello, pese a jugar como contra el Betis, tuvimos dos clarísimas: Morales no la metió y Boateng no pudo meterla (dos goles de corner en tres días nunca lo admitiría el señor i griega). El Alavés esclafó una pelota al palo, puede que lo agradezcamos pasado un tiempo y el señor colegiado tuvo a bien jodernos hasta que nos metiesen, pero el yunque fue permisivo. Gracias.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Mirando entradas en Rocafort

No somos la última mierda que cagó Pilatos y estamos lejos de serlo, aunque lo hayamos parecido. El fútbol es ésto: un día tienes al equipo Chempions cogido por los huevos, Toño la lía y al día siguiente se te olvida que tenías partido en Valladolid. Nadie sabe donde hemos estado y, aún así, solo un golazo nos ha pivado de puntuar. Ha sido como en el Villamarín pero sin final feliz.

El partido, con dos ex-jugadores en el campo se presentaba peligrosillo. Como lo acabó siendo. Nosotros también teníamos a dos ex-vallisoletanos, pero no dió por hacer el tonto. Poco más recuerdo a sufrir en la primera parte. El VAR nos salvó el culo en la última jugada. Mi abuela me llamó por telefono y solo oyó: "Uy, uy, uy", "ay, por favor", "pero despejadla ya, hombre", "MORALES CHUPOOOOOOÓN".

En la reanudación, el Levante empezó atacando en el mismo saque de centro. Antes de que Campaña recibiese el esférico, seis jugadores pasaron al campo del Valladolid, seis más que todos los azulgranas que cruzaron la línea divisoria en el primer acto. El Valladolid se asustó e hizo una falta que terminó en un corner, que terminó en gol. No era tan dificil: solo había que jugar como siempre. Por otra parte, una de las innumerables cosas a lamentar es que metimos gol, pero de corner, lo que implica tener que volver a esperar otros mil para ver uno. En marzo fue el último y no dio los tres puntos, en esta ocasión el gol de Postigo no corrió la misma suerte.

Ünal fue igual de inofensivo que siempre hasta que dejó de serlo. La pelota sobrevoló el area pequeña, espacio aéreo de nuestro querido Oier que aguardó bajo palos. Ünal le encontró el contrapié a quien ocupa el puesto que un día perteneció  Keylor Navas, pero apareció Cristiano Ronaldo y le robó el gol sobre la misma línea. Oier, con fallo incluido, fue nuestro Pedro López en el equipo de los ciegos. Ha asitido a un cursillo nocturno express sobre como blocar balones y hoy ha puesto en prática lo aprendido. El cursillo ha sido nocturno seguro.

La cara de psicópata de Vuchevich, como algunos apuntan, tranciende más allá de la simple apariencia. La solución a todos nuestros problema robó un par de balones, como Mayoral, Paquito Fenollosa o Morales (no sé si Morales...) pero le sacaron amarilla en los dos que no pudo robar. Su segunda amarilla, desembocó en una falta que desembocó en un córner que, como en Inception, desembocó en un golazo antológico. El gol que todo el mundo sueña con marcar (Chema ya no). Lo advertí en Cornellà: ya es primavera en el Corte Inglés. El córner lo sacó Michel Herrero, una carrera deportiva creada por el Levante y destruida por la vergüenza de la ciudad.

Nada más pasó hasta que se terminó el partido y, aún así, hicimos más cosas que en la primera mitad.

En cierto modo, muy en cierto modo, me alegro... no me descontenta haber acabado palmando este partido. En el caso de que después del gol de Postigo, el Valladolid hubiera seguido haciendo de las suyas algún ejperto entendido hubiera terminado hablando de consistencia defensiva y entonces hubiésemos entrado en el ciclo de los seis mesecitos de rigor con solo una victoria. Solo hay una salida, chavales, y es hacia delante.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Mirando entradas en Ontinyent

El partido de hoy, lo crean o no, ha sido un chute magnífico de esperanza, un reencuentro con el pasado, una limpieza absoluta de pequeñas cabras con la lana teñida de azul y grana. El día del Espanyol salí del partido tocado, no por el juego, ni si queria por el resultado, sino por la reacción del promedio de los granotas. Sin tracta previa, quemamos la falla, el casal y la comissió sansera. Que si tenemos que defender mejor, que si tenemos que espabilar, que si por qué no juega Vuchevich, que si por qué no fichamos a Gekas, que si por qué tiramos a Muñiz... el Sevilla nos metió seis y el tiempo puso a cada uno en su lugar: muchos acabaron en el vertedero de twitter; los de siempre, al margen de casos facilmente entendibles, se quedaron dignificando al decano, los mismos que aguantaron la lluvia en un empate a cero contra el Sporting que nos empujó al descenso, los mismos que mitigaban el eco de los jugadores cuando el Celta nos dejó al borde de la desaparción, los mismos que en su piel aún conservan las cicatrices de los martillazos forjados en el yunque de la adversidad. A los otros, su lugar les aguarda esta tarde chupando el cristal y la reja de la cárcel de El Madrigal.

Pensaba que la fama nos había cambiado, pensaba que tener jugadores buenos en lugar de mataos había sofisticado nuestro paladar hasta límites insoportables, que cuando pasas un tiempo en el olímpo del fútbol todo el mundo se vuelve igual de gilipollas; pero gracias a Casadesús estaba equívocado. Las ramas se ha abierto y el sol ha alumbrado la supercifie. Los granotas nunca se fueron, solo estaban camuflados entre tanta lana estridente.

El Levante ofreció un recital con balón, de los mejores minutos de la era Paco López; pero cuando lo perdíamos... la cosa se desmadraba. Quizás debió jugar Cabaco, quizás hubiese sido necesario en ciertos momentos un pelotazo o como si se tratase de un quince añero que tiene un poster de Bad Bunny en su habitación, puede que se hubiese necesitado una patada a tiempo a Ben Yedder. Roger, Mayoral, Morales, Bardhi y Prichich, hasta que la cagó, parecían que jugaban contra juveniles; sin embargo, Aleix Vidal fue el mejor de los nuestros. Merecimos más me suena a poco. Solo nos falló algo: Oier no tenia su día.

Si el fútbol fuera solo el resultado, las clases de matemáticas serían apasionante y retransmitidas por la tele un domingo a las doce de la mañana. Pero como no es el caso, se puede llegar a entender que, a pesar de palmar 1-4, se puede jugar bien e incluso mejor que tú rival; salvo, claro está, que se pertenezca al vertedero, entonces solo entiendes de llorar. En la segunda parte se acabó el partido, mucho calor. En cualquier paso, pudimos ver al hijo de Ettien abrir su cuenta goleadora.

Perder de esta forma entra dentro de los planes de un equipo que va de frente, que no especula, que solo ve la portería, que tiene más delanteros que defensas, que busca la victoria, que es valiente y que arriesga, y cuando arriesgas puedes ganar (Getafe, Éibar, Málaga, Bilbao, Leganés, Betis Las Palmas, Barcelona) o perder (Celta, Espanyol y hoy). De lo contrario, solo puedes perder (o empatar, si eres Muñiz). Al final de la temporada pasada comenté con un amigo que Paco López no llegaba a Navidad, que no aguantaríamos el perder por ir a ganar. Ojalá ese día nunca llegue, pero si ocurre lloraré desconsoladamente. Puede que nunca juguemos mejor.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Mirando entradas en Reus

Cornellà siempre fue sinónimo de empate; y empate siempre fue sinónimo de Muñiz, el Geijo de los banquillos (si no lo nombro, muero.). Solo Rubeninho en golazo estelar sobre la bocina e Ivi, en su hábitat, en una pachanga de Copa pudieron escapar del régimen. Y la tarde de hoy era cojonuda para sumar una nueva X a la colección y que MisterChip y esta gente publicasen un tweet de los empate y esas cosas.

El de esta tarde no ha sido uno de nuestros mejores partidos, y aún así nos ha servido para no merecer perder. Tampoco ha sido el más malo de todos, en Sevilla jugamos peor; pero este Levante no juega bien, mete goles y hoy no lo ha hecho. Y no habrá sido por falta de ocasiones, pero entre la nula puntería, los disparos blanditos y las paradas pertenintes, recorremos el camino de vuelta a casa con teleraña en las alforjas.

El Espanyol también tuvo las suyas, evidentemente. Desde que El Pelao de Silla posó su culo en el banquillo del club decano, nuestros partidos se han convertido en un ida-y-vuelta maravilloso. Borja Iglesias va camino de, como Muñiz, en convertirse en Geijo. Y los periquitos leyeron las palabras de Rubí al pie de la letra: "Hay que acabar las jugadas". Darder y Bart Simpson bombardearon a la grada en la primera parte (Como también hizo Bardhi de falta directa. Inexplicable.)

No obstante el lanzamiento de Bardhi a lo Cristiano, la decepción del partido recayó en otro foco, más concretamente en el área técnica. El tio que mejor viste de toda España vio oportuno presentarse al partido como quien va a comprar el periódico la mañana de después de una victoria granota: con polo y bermudas de dudosa calidad. Atrás queda aquel maravilloso tiempo en que se presentaba al ciutat en suéter, reloj caro y vaqueros casual. A veces llevaba bufanda.

En la reanudación Diego López impidió el gol de Bardhi de falta directa justo antes de convertirnos en artemaníacos. Sacamos el balón jugado, por primera vez desde que Rubí vestía como Dios manda (sale mal). Nos hicieron la envolvente: "Salid, salid que no presionamos" Granero arrolló a Campaña, eso sí, con dos cojones; la pelota le cayó a Bart Simpson, crujió a Róber y la puso en la escuadra, cuando ya te habías olvidado de la ley del ex. La época de los golazos ha vuelto, ya es primavera en el Corte Inglés.

Nos metieron gol y despertamos, puede que despertásemos antes; pero ya había mucha gente con el tweet en mente y con la preguntita de por qué no defendemos mejor en el disparadero. No merecemos el equipo y el entrenador que tenemos; luego lloramos por montar la barra con Alcaraz, Theofanis Gekas y Pedro Botelho. Morales, chupón, estuvo a punto de firmar una obra de arte pero el disparo le salió al centro. Jason antes del descanso fregó el palo. Roger se apuntó a bombardear a la grada. Luna acarició el gol. Y Mayoral en su debut le hizo la vida fácil a Diego López con blandísimo cabezazo a bocajarro; por otra parte, debe cambiar el chip: ya no le van a pitar falta si se tira. De diez partido como este: ocho se empatan, en uno Bardhi la cuela por toda la escuadra y en el último Campaña la lia.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Roger acepta regalos

A nuestros queridos vecinos chotos se les ha metido una tontería en la cabeza; especificaré para no dar lugar a confusiones. Se creen que nos han regalado el empate. Su capitán, con los oídos aún taponados por la verbena de Rafel, su entrenador, del que me sorprende que haya sido absorbido, y cualquiera que en su cuenta de twitter lleve el 100 (¡Qué originalidad! La puta madre) así lo predican a los cuatro vientos, a quien quiera oir e incluso a quien mira hacia otro lado. La chotera desplazada al Ciutat, torrada al sol la media horita más de rigor, se quedó gesticulando, encogida de hombros y haciendo lo que mejor sabe: llorar como un niño sin pipo (Baraja). Uno quería devolver a Gameiro, una semana atrás lo puso en su foto de perfil de whatsapp, para intentar ligar; otro pedía dimisiones, vete ya is coming; alguno saco el pañuelo. Mucha confusión.

Morales cogió el regalo en campo propio, dejó en el suelo a tres o cuatro regalos más, esprintó por casi sesenta metros de pasillo. Él era luz y les rates penades, moscas espachurradas. Se abalanzaron sobre él en el borde del área, pero le pusieron facilidades para abrir el juego a Boateng. El diamante de Accra volvió a ser el que nos tiene acostumbrados: hizo el tirito de mierda del FIFA que muchas veces nos infiere el instinto asesino de reventar el mando contra la tele. Por suerte, su disparo fue a parar... bueno, llegó a los guantes del Papá Noel de Brasil. Roger dejó las cosas claras.

Nos dio tiempo a cantar es un choto el que no bote. Cherichef empató el partido. Los cuatro gatos faltos de personalidad innovaron con el puto sapo, que quedó en un murmullo lamentable. Había quien no se la sabía, almacenar tres palabras era demasiado trabajo; uno ya tenía bastante con repetir qué se preguntaba Mestalla; otro estaba buscando a su mamá. Mucha confusión.

El árbitro le robó la pelota a Wass, tampoco era muy dificil. En otra situación hubiese preferido que la pelota terminase en el parque Orriols por cuestiones relacionadas al honor, la ética y esas gilipolleces; pero hoy deseé con todas mis fuerzas que fuera dentro. Morales remató a puerta. Para los madridistas Morales remató de chilena y con toda la intención pero para quienes emplean más de dos neuronas entienden que el pobrecito ya hacía bastante con tocarla como pudiese. La pelota hizo un arco con la palabra gol, pero el Papá Noel de Brasil la desvió con la mirada y rebotó en el larguero. Neto selección ya.

El partido lo paró Neto para que el agua se deslizase sobre las secas gargantas de los jugadores. Un señor en Grada Central aprovechó para levantarse y: "estirar las piernas". Y, entonces, ocurrió: Levante y Valencia se fusionaron. Ni Canal 9, ni la premsa venent chermanor, ni Cañizares repartiendo prima, ni Mata sacando un penalti del campo, ni Paquito Alcaser; fue el hi**jo de pu**ta de Tebas. A los dos que siguen confiando en la chermanor se les derramó una lágrima. Una.

Bardhi metió un pase, que acabó regalando Wass, de cincuenta metros. Roger domó el esférico libre de presión. No forcejeó con nadie y el hueco le salió solo. La pelota chocó con su pierna hábil, la izquierda y salio despedida con regalada suavidad. El balón rodó por el césped regaladamente y rozó el palo, regalado, antes de entrar. A el Papá Noel de Brasil le pilló a contrapié, ni la saca de regalos pudo pararlo.

Hicimos la del Betis y nos pusimos a tocar. Temí que la primera vez que diésemos más de diez pases seguidos con Paco López nos saliera mal. Sospechas infundadas. El descanso llegó y la gente buscó la sombra, yo opté por la plancha de arriba del todo.

La segunda parte emprendiose. Emmanuel Boateng le hizo un traje de medio millón de pesetas con chaleco, corbata, gemelos y pañuelo, para despotricar, al negraco torpón de los chotos. (Los entendidos de la camiseta con la publicidad dorada aseguran que el negraco fue el mejor del partido. Otra tontería; una más.) Pero después de robarle la cartera en la misma línea de fondo, decidió como nos tiene acostumbrados: mal. Boateng es como una ducha en enero, está bien hasta que te llega en chorro de agua fría. En mi opinión ahí estuvo nuestra victoria.

Toño se hizo la picha un lío y, a pesar de que un loco en Grada Central le avisó de que tenía un choto agazapado a su espalda, sorprendentemente, no le oyó. Acabo tropezándose con el estorbo aquel. Beeeeee, beeeee, beeeeee, beeeee, beeeee. Fueron a protestarle al árbitro. A Parejo le avisaron del penalti. No estaba muy centrado; seguía sonando en su cabeza el clin-clin de los hielos con Becky G de fondo. Oier no se tiró, mucho calor.

La gente empezaba a estar cansadita y el partido se convirtió en un último minuto prolongado durante los últimos treinta. Los palos estuvieron de nuestro lado por dos ocasiones y Rodrigo volvió a enviarle un mensaje a Luis Enrique. El partido se terminó sobrándole media hora, mucho calor.

Con la salvedad de alguna guarrada que tan profundo arraigo tiene en la mal-parida confluencia de la Avenida Suecia con Aragón, contra los chotos, no hay empate malo.

Jaume Vidagañ: 500 millones en fichajes y... 8 años sin ganar aqui.