Alessio, uno de sus verdaderos entrenadores cuando todavía era un joven valor de la cantera, le responsabilizó del centro del campo cuando ambos coincidieron en el primer equipo. La temporada pasada hizo un partido contra el Barcelona que me hizo temer que Xavi tuviera una conversación con él al acabar, fuera de los focos al abrigo del túnel que da acceso a los vestuarios. Posiblemente nadie recuerde el fallo en Getafe antes de encajar, pero sí todos recuerdan su ímpetu y su ferviente deseo por mantener a nuestro club en Primera División. Contra el Sevilla en casa y con 1-2 en el marcador, se señaló penalti a favor de les barres blaugranes; Morales ya había anotado desde los once metros en la primera parte, Roger estaba en la grada, Melero en el banquillo, Bardhi llevaba dos minutos jugando y nuestro delantero era Dani Gómez; Con 23 años, veinte partidos con el primer equipo y cero goles, Pepelu se aplastaba el pelo contra la cabeza viendo como Morales se preparaba para lanzar un penalti que, en realidad, no le correspondía tirar. Morales falló, el Levante perdió y a final de temporada se consumó el descenso. Un descenso que tenía muchos motivos pero, entre ellos, la derrota frente al Sevilla.
Desde entonces y también desde aquel entrenamiento en el que Caparrós salía de puta madre en la foto, el primer gol de Pepelu ha pasado a ser una prioridad para el levantinismo y, en especial, para la pequeña porción de grada que el propetario de este sucedáneo de portal web representa. Se lamentaron ácidamente el libre directo en el Bernabéu, el mano a mano, ya esta temporada, frente al Éibar y el paradón de Chipipurri, portero del Burgos, al zambombazo de Pepelu. Encontré muy injusto que tampoco diera con el gol hace dos viernes contra el Mirandés y, sobre todo, que su soberbio disparo ante el Zaragoza reventase en el larguero y no entrase dentro de la portería. Su persistencia merecia una recompensa. Al final de la temporada pasada, con varias ofertas de equipos de Primera División encima de la mesa, decidió unirse al levante con un acuerdo para toda su carrera deportiva. Esa misma tarde me lo crucé haciendo cola para una hamburguesa y tras preguntarle si seguía, me dijo con la mayor sonrisa del planeta: «Sí, acaba de salir, ¡me quedo!». Un año antes, Paco López le aconseja salir cedido y él, temiendo desvincularse del Levante, se queda en el primer equipo a sabiendas de que no iba a partir de titular. Dos años antes, el Levante le obliga a reconsiderar las condiciones de su contrato porque va a pasarse otro año en el filial. Encadenaba una temporada tras otra juntando una cesión con un paso por Segunda B, pero su respuesta siempre fue Levante. Un fin de semana, el Club Deportivo Denia se desplaza a la Ciudad Deportiva de Buñol a jugar sus distintos partidos coincidiendo con un compromiso del equipo filial; los jugadores de la escuela alicantina van acudiendo a la grada conforme van terminando de jugar y, al acabar Pepelu, se acerca a la zona donde están, charla tranquilamente con ellos, se hace una foto y, antes de irse a las duchas, le da las gracias al empleado de seguridad por permitir que los chavales pudieran acceder al terreno de juego. Su garra, su buen fútbol, su naturalidad, su ejemplo, su inquebrantable insistencia por el Levante merecían que el derechazo de esta tarde, exactamente seis años después del último ascenso, reventase en el larguero y, por fin, entrara en la portería.
El de la foto bien podría ser yo lanzando todo el confeti que tenía previsto para el resto de la temporada y varios partidos de la siguiente.