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domingo, 28 de abril de 2019

Parlem de sensacions

Este sucedáneo de portal web tiene el honor de poder proclamar, bajo la atenta mirada de la más fiel de la verdades, que nunca vio el descenso como algo probable con la única salvedad del tímido brote que soliviantó el equipo que jugó en Mestalla. La de anoche parecía ser la histórica noche en la que el Barsa no pudo ganar la liga. Pero nos faltó esa suerte que nos viene esquivando desde el Wanda y que vino a visitarnos contra Real Valladolid y Real Sociedad; ayer necesitábamos mucha. Sin embargo, la sensació tras noranta minuts meteòrics es que el Llevant te la permanència certificada. Agoreros que vaticinaron el descenso desde la pérdida de Campaña en Cornellà ahora seguramente hablen de Europa «si hubieses cesado a Paco y hubiesen puesto a Vurquevic antes». Yo me siento ya cien por cien en Primera desde el tercer gol de Morales contra el Betis, el que nos anularon, y el partido contra Barça solo ha conseguido reafirmarme en mi postura: «¿Cómo vamos a descender con estos veinte caballeros, y un pesetero miserable, defendiendo nuestro escudo?». La respuesta, por el contrario, es muy fácil: «Palmando contra Rayo y Girona». Afortunadamente lo nostre entrenaor, que se ha visto todos los partidos del Levante en el Camp Nou, está tan preocupado en ganar que ni piensa en perder.

Hace dos años en mi casa se llevó a estudio ciertos aspectos que a la televisión conciernen: en un lado de la balanza contábamos con el tenis, el baloncesto, el Seis Naciones, la Fórmula 1, el Snooker, los Saltos de Esquí, el Ciclismo y la extinta MotoGP; y al otro lado teníamos la Champions un miércoles por la noche, a Luis Suárez protestar cada domingo a las 20:45h y gozar de la posibilidad de ver de cero a cuatro partidos del Levante por año. La decisión fue fácil y, además, mucho más barata. Por eso ayer oí el partido en la radio i hui hem de parlar de sensacions. Agradezco a Carlos Ayats esta entrada.

Lo primero que recuerdo en un casi-gol de Luis Suárez nada más empezar; supo responder Aitor. No recuerdo tampoco ni un solo minuto con el balón en nuestros pies. Se agradecían los saques de puerta en la primera parte parte. A Coutinho lo nombraron muchos veces y a Aitor, en concreto, cinco; una por cada parada. Al filo del descanso, no se sabe muy bien si el larguero o Aitor evitó el gol de falta de Felipe, que el año pasado ya nos hizo un hat-trick. Recuerdo también que Vezo estuvo a punto de liarla y que una pérdida de la nueva cabra casi se convierte en un gol en nuestra contra. También recuerdo mucho la secuencia: «Mayoral, falta sobre Mayoral».

El descanso fue tranquilo principalmente porque no había peligro inminente de gol. En la banda, para entrar a jugar la segunda parte, esperaban los dos genios de cada equipo; y ese hubiese sido cierto y junto a Messi hubiera estado Campaña. Pero no, estaba Morales, que bien oído no hizo mal partido. Algo cambió en la segunda parte y quizás sea porque entró el número once. Sin embargo, el Levante estaba sentenciado cuando Ayats, entorno a la hora de juego, dijo: «Rebote dentro del área del Levante...» res a fer, además le cayó a Messi.

Habíamos tardado dos años en llegar al minuto sesenta, pero los minutos del sesenta en adelante se consumieron en un suspiro. Corrupción, en la Federación; que adelanta el marcador para que el Barsa gane la liga. Paco quitó al psicópata porque asustaba más Messi y metió Bardhi, creo que, antes de sacar de centro. Mayoral se quedó a que el pecho de Ter Esteguen no estuviesen en ese sitio de empatar diez segundos después. La Mare de Déu dels Desamparats nos brindó un uno contra uno, pero el yunque decidió que fuese Morales quien tuviese que definir. Rochina intentó un gol olímpico ya en el último tramo. Lenglet y Piqué rebañaron de la cabeza de Roger y Mayoral dos goles cantados. Y juraría que una ocasión tuvo Roger.

Sin embargo, si queríamos realmente empatar, el minuto sesenta y siete no era el momento para hacerlo; tampoco el ochenta y dos. Imaginen que Morales convierte el mano a mano o que Rochina cuela el gol desde el banderín, aquello termina cinco a uno, lo menos. Llegó entonces el minuto ochenta y nueve, un buen momento para hacer gol aunque no era del todo bueno... os puedo prometer que creí que el balón había entrado cuando Carlos alargó la i de «Bardhiiiii» un poco más de lo habitual: «¡Al palooo!». «La mare que va, el pare que ve i el xiquet que se passeja dos vegaes. La puta mare, al palo, ché, al palo» (intervención cortesía de mi padre mientras se terminaba el quinto cigarro, de la segunda parte).

Y el partido terminó con Campaña acudiendo el cuarto de círculo y por mucho que tratase de gafarlo: «Va al primer palo». Ocurrió lo que todos pensábamos, pero no lo que imaginábamos.

Paco López en rueda de prensa transmitió con esa tranquilidad que le dispensaba el haber visto todos los partidos del equipo al que entrena: «Diría que nunca hemos estado tan cerca de puntuar en el Camp Nou». Y, allí, como en todas partes la hemos visto de todos los colores. Atrás y lejos queda la eliminatoria de Copa con Manolo Preciado y el gol de Eto'o en el ochenta y seis en liga; el mismo Eto'o nos hizo caer por la mínima, dos años después, en el típico rebote tonto que toda la vida hemos encajado y que el partido de ayer demuestra que todavía no existe antídoto, en la tarde en la que mi tío pirateó Canal+ para que pudiésemos ver el partido. Más reciente, Juanlu sigue protestando el penalti de Abidal; la defensa de JIM y Keylor Navas se quedaron a ocho minutos o a un gol mal anulado a Agua fresca de empatar; con Caparrós nos quedamos con la miel en los labios y a siete goles de empatar. Pero nunca habíamos tenido un palo en el ochenta y nueve.



jueves, 25 de abril de 2019

La historia de un soso cuatro a cero.

Anoche, en el Ciutat, pudimos ver el peor partido de la temporada; y va y lo ganamos cuatro a cero. El segundo peor, en la ida en el Benito Villamarín, al menos tuvo algo de sufrimiento. Que no nos quepa ninguna duda: que nuestros dos peores partidos del año hayan sido contra el Betis, no es nuestra culpa. Los pupilos de Quique Setién llegaron al Ciutat con el ánimo por los suelos, pero espoleados por una afición a quienes bien pueden considerársele: los chotos del sur. La cuarta masa social de la piel de toro que es nuestro país, está bien nutrida de gentes impacientes que creen que silbando, presionando y cambiando de entrenador a cada derrota se solucionan las cosas. Nosotros, desde que llenamos el campo, gozamos de este tipo de gente que por casi nos hace ir dos a cero al descanso contra el Espanyol; el Atleti no pierde; y en el Camp Nou y en el Bernabéu son todos chinos. Su juego horizontal, pausado y analítico era justo lo que necisitaban los verdiblanco para salir del agujero en que lo han metido.

Estos impacientes que desde hace poco habitan en nuestras gradas, en muchos casos con el pase del Valencia en la cartera, anoche tuvieron poco de que quejarse; pero estoy seguro que alguno se iría mosqueado, creyendo demostrar amor por los colores, por los cinco millones que Tito tiró con Duamena. El delantero africano fue, junto con el VAR, lo mejor del partido.

Porque de Vuchevich nadie pudo decir nada malo de él. No estuve muy atento al partido porque cada vez que el Betis cogía la pelota me distraía; pero el boquete táctico con cara de psicópata ayer dio el primer paso para hacerse un hueco en este mundo de dos porterías y cuatro banderines: pasar desapercibido. Así, Nacho, el del Madrid, está ganando mucho más dinero del que tú y yo vamos a ver en toda nuestra vida. Ayer el diecisiete, al que no le sentaría mal la máscara de Anibal Lecter, fue aplaudido hasta por quien decía que Sasa Lukic era un cojo y Roger no valía para primera.

El Levante de los últimos tiempos solo un poco de viento a favor para meter cuatro goles por partido; y anoche tuvimos esa pizca de suerte que nos hubiese hecho ganar/empatar contra Real Madrid, Leganés, Atlético de Madrid, Rayo, Girona, Villarreal, Huesca, Éibar, Athletic Club, Getafe y Espanyol (en Anoeta nos ayudó la suerte).

Vezo y Róber parecen ser, en este momento, dos buenos centrales sobre los que dejar el equipo. Bardhi le lio la manta montenegrina en la cabeza y sumó un nuevo partido en el que pasó desapercibido: suficiente. Campaña volvió a ser el de siempre, esta vez, con las más intimidatorias facciones del equipo tras de sí. Lo de Mayoral empieza a oler a cláusula de minutos para que se quede el año que viene. Morales se dejó de tonterías y corrió con el balón en los pies. Y lo del miserable pesetero ya se nos está pasando, ¿no?

Espero que el yunque ya se haya quedado saciado con lo de este temporada, y si le queda algo, que arroje su ira sobre nosotros en el siguiente partido en el que si el Barça gana será campeón de liga.


lunes, 15 de abril de 2019

No quiero que se vaya Paco

El Valencia ayer nos arrolló. Quienes se acuestan cada domingo con el catastrofismo más radical sonríen porque ante sí se alza una nueva oportunidad de despotricar; aunque no sé si estarán dispuestos a hacerlo teniendo en cuenta que su equipo ha ganado. Los amantes, también, de achacar la victoria más absurda a que: «hemos puesto más huevos» y cualquier derrota a que: «no hemos puestos huevos» están en su día de suerte porque por fin van a tener razón y van a poder quejarse con todas las de la ley.

Santi Mina metió en la primera jugada de partido, pero como dos minutos después Campaña rozó la escuadra: no me preocupó mucho. Roger acarició el empate poco después. Y hasta aquí el Levante. Jugamos durante los diez primeros minutos y los tres apoteósicos segundos que transcurrieron desde que marcamos hasta que Guedes metió el dos a uno. Cuanto choto, que se rió de las orejas de Bale cuando era pequeño, lleva ahora la camiseta de Guedesh.

Si bien es incurable eso de ser choto y gastarse veinte euros en que te pinten de dorado barato la publicidad la camiseta; más incurable es aún lo de Santi Mina, al que solo la belleza (el principal mojabragas de Mestalla, hasta que llegue Jason) y una riqueza incalculable, por ser futbolista, va evitar que viva de sus padres hasta que pueda vivir del Estado, porque con la cara de Parejo hijos no los iba a tener.

Si Mestalla fuese una persona todo lo que tiene de alto, lo tendría de tonto; y si el mundo fuese un pañuelo, los chotos sería los mocos. Entre las nubes de Valencia, arropado por la bandera del Reus y del Logroñés, otra cosa no pero la vida se ve con perspectiva. Con uno a tres en el marcador y un Levante que, cual surcoreano vitoreado a base de balidos, era inoperante; los quince minutos que quedaban de partido eran demasiados valiosos como para, por ejemplo, ir quejándose de la prescindible presencia del pesetero. Los cuarenta años de sequía no lo merecían.

Desde que al Pelao de Silla le zumbó el móvil mientras estaba en el autobús del filial que les llevaba a Elda, el juego del Levante siempre ha sido su mayor activo; pero ayer ni jugamos, ni tuvimos caracter, ni sacamos un resultado. El equipo, por primera vez en toda la temporada reunió los síntomas del descenso. El canguelo de la grada ya ha traspasado al terreno de juego y a falta de seis jornadas nos aferramos al barrio de Orriols. Nunca hemos sido de decisiones precipitadas pero con un hombre con un apellido y un nombre común en el banquillo todo puede pasar: no quiero que se vaya Paco.


domingo, 7 de abril de 2019

Ahora sí, que cunda el pánico

Vendan el coche, suban una puja de su bonometro a Ebay. Hipotequense; nunca van a tener que pagar. Descorchen el champán, bebanse el culo de CocaCola que han preferido dejar para mañana. No vayan al trabajo, no se preocupen por la calorías. Reciclen, por favor. Quiten el USB sin expulsar. Meen dentro o fuera del váter. No hace falta que se duchen. Cambie de canal cuando hagan anuncios. Apaguen el despertador pero quedense en la cama. Desayunen churros, coman pizza y cenen hamburguesa. Ponganse lo primero que encuentre en el armario, combinen rojo y rosa. Dejen la luz encendida cuando abandonen la habitación. Crucen los semáforos en rojo, no se los salten cuando alguien cruza. Ve a Mercadona, compre embutido, extienda la rista de loganiza en la encimera, ahora enrrollesela al perro y sáquelo a pasear. Rompan el pase, se lo suplico. Indignese; despotrique; aireé su pañuelo, choto oculto; aplauda o silbe Jason. Salte cual no choto o descanse sobre su incómodo asiento. Báileme como si fuera la última vez y enséñeme ese pasito que no sé; un besito bien suavecito, bebé; taki taki, taki taki, rumba. El fin del mundo se abalanza irremediablemente sobre nosotros y nos va a pillar fuera del descenso.

Que es broma, joder. Desde que el Pelao de Silla tiró la puerta abajo en Getafe, en esta casa no hemos afiliado a ese optimismo tan inocente que aún con dos camiones cisterna de goles en contra y unas goteras cual piscinas olimpicas en defensa, me permite seguir admirando ese ataque sin contemplaciones que hace entretenidísimos los partidos en los que juega el Levante. Hoy, a mediodía, mi móvil ha vibrado: «Alavés - Leganés». Que pena de partido, ni he hecho por verlo. Que lástima de aficiones que para llevarse una alegría tiene que mirar o al marcador o a la clasificación porque como miren al verde, sagran los ojos. Dos equipos más que salvados, el primero de ellos luchando por esa Champions por la que nosotros tuvimos el gusto de también luchar con JIM, pero que con el balón en los pies son tan divertidos como Morales contando un chiste. Estoy convencido de que habrá algún babazorro y algún pepinero que quiera vivir en nuestro pellejo por un domingo.

El que alcanza la esquina de una jardín y pisa las flores llega antes a sus destino, el que recorre la esquina llega más tarde pero podrá adornarse con el olor de la rosas al día siguiente. Paco López nunca pisó una sola flor. El fútbol no debería resumirse a los resultados; cierto que aquí lo que mandan son los goles, pero que Morales controle o no un balón no puede desequilibrar a uno de manera que enarbole su selección en el equipo español o se ponga negro de indignación porque el Celta encima ha ganado. Además sabemos que cada vez que pisamos la flores, nos multan porque es flora autóctona.

El Roger de esta temporada sea, con toda seguridad, el especialista más cerrado que yo he visto nunca. Puede desaparecer de un partido, meter gol, dar un pase y volver a desaparecer. Su labor en el resto del terreno de juego es testimonial; ahora bien, cuando pisa área, se transforma. Doce goles para un delantero centro puro hasta la última pulgada que bien puede pelear por el Zarra. Morales que ejecutó un acción excelente en banda le temblaron las piernas allí donde su compañero que porta el nueve con todas la de la ley no acostumbrar a titubear.

Morales, tan suyo a veces, decidió que Roger no era merecedor del doblete y apartó al especialista para jugarse el penalti a cara o cruz y poder proclamar que se echa al equipo a la espalda. Sin embargo, salió Juanpi Añor para empatar e partido con dos centros al nivel de Campaña y que no decantaron la balanza en favor de los aragoneses porque el palo estuvo de nuestro lado.
Granotes, aplegará el dia que haurem de guanyar.

miércoles, 3 de abril de 2019

Cálmense, por favor

Existe en el inabarcable mundo del futbol una ley, como la mayoría: no escrita, que proclama que en una misma temporada se reciben dos goles en el último minuto y se marcan dos goles en el último minuto. Esa ley, define último minuto como el ochenta y siete en adelante. Cuando Campaña colgó el balón de un clavo en el primer palo y Erick Cathriel Cabaco anotó su primer tanto en la liga española, el Levante ya había cubierto el cupo de goles a favor en las postrimerías del encuentro junto a de Borja Mayoral en Ipurúa; la renta de puntos obtenidos se resolvía con dos a nuestro favor por los tres que el Villarreal, tanto en Castellón como en Valencia, nos levantó. Mientras la realización del partido se regodeaba en redudantes repeticiones de una misma jugada, la del gol, el Athletic nos pilló la espalda; Aitor rebañó de la botas de Williams el tres a dos; Simon, después, chocó con no sé quien dentro de la área y el árbitro se echó el silbato a la bota; el hijo de Ettien, de nuevo, pisó a Munían, y el árbitro solo tuvo que silbar. En el momento en que Muniaín convirtió magistralmente la pena máxima, el Levante, no solo readquiría la vida que había gastado con Cabaco un minuto antes, sino que además ahora se le permite marcar un tercer gol en el último minuto.

Ese fue el primer argumento positivo extraje del partido de anoche; el segundo fue el carácter de un equipo que aún con dos a cero en el marcador y un carro de derrotas sobre sus hombros, se sobrepuso a un partido que, en condiciones normales, hubiese terminado cuatro a cero con doblete de Williams. El equipo remó, con calidad y cojones (para Paco los cojones ahora son: «esto», mientras pone las manos en forma de círculo y las agita), para pelear el partido que un año antes dejamos escapar en El Madrigal. Ni hablar de la honestidad de un grupo que cuando se le señala un penalti en el último minuto rodea al árbitro, que cuando se el anula el dos a uno justo antes del descanso pone el grito en el cielo y que cuando acaba el partido guarda el sepulcral silencio que todos, menos gente mala de Facebook y Twitter, guardamos. Atrás queda las sonrisas volviendo de La Rosaleda con Caparrós, ese año con Alcaraz en el que nadie se inmuto con el penalti inexistente de Vyntra a Jonathas la noche en la que nos jugábamos la salvación en el Elche; y ese año con Rubí en el que si hubiese contado con este equipo comprometido habríamos superado a la mafia granadina de largo.

El tercero es el fútbol que Paco le sugiere expresar a sus jugadores. Aún en las situaciones más complicadas el equipo no deja de lado ese juego valiente que todavía nos ha dado más de lo que nos ha quitado. Seguimos jugando muy bien y eso provocó que el partido transitase a nuestro ritmo y no al de los de Bilbao. Las ocasiones se sucedían en ambas portería y eso siempre nos ha beneficiado, menos ayer. La disposición defensiva del Athletic, por otra parte, es de las mejores del campeonato e incluso negándonos el gol a cada pase que dábamos redondeamos un segundo período de mucho mérito.

El cuarto argumento es que todo ésto lo siento mientras creo que Coke hace falta en el gol, que no hay fuera de juego en el tercer gol del Athletic, que Simon hace penalti sobre Muniaín y que, sobretodo, no se debería permitir ese ataque en el último suspiro del partido.

El quinto argumento es que, salvo lesión de nuestro preciado amigo el yunque, Vezo jugará en Mestalla.