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miércoles, 27 de diciembre de 2017

El Milán vence el Derbi della Madonnina copero

No corren buenos tiempos en Milán, al menos en lo estrictamente adscrito al fútbol. La eliminatoria a partido único de los Cuarto de Final de la Coppa Italia no llegó en el mejor momento para los dos transatlánticos del fútbol italiano con sede en la capital de la región de Lombardía. El cuento de hadas que los propietarios chinos del histórico AC Milán prometieron, más se parece a una oscura novela de terror de Edgar Allan Poe. Los puesto Champions que en la época estival se vaticinaron parecen lejanos desde la zona templada de la clasificación y con una barrera de quince puntos entre medias. Hace unas semanas sustituyeron de entrenador y el cambio de aires significó, además de contar sus partidos por derrotas, concederle al colista de la liga italiana su primer punto del campeonato. Paisaje apocalíptico para un siete veces vencedor de la Uefa Champions League. Y aún así, a pesar de un marco poco alentador, el AC Milán ganó el partido. Contra el vecino, para más inri. El Inter Milán, un equipo que ha pasado de resistir, junto al Manchester City de Pep Guardiola, como el único invicto en toda Europa a sumar únicamente solo una victoria en el mes de diciembre (el día tres más concretamente). La eufórica celebración de Patrick Crutone, despojado de su camiseta, en la prórroga, selló un último mes del año en el ambos equipo vagaron entre penumbras.



Para no faltar a la verdad, el buen toque de balón nunca ocupó posiciones privilegiadas en el país de Gennaro Gatusso, entrenador del AC Milán ahora y campeón del mundo en 2006. Si por ambos equipo hubiera sido el partido se hubiese disputado, sin ningún problema, en ausencia del esférico. Rossoneros y Neroazzurros mostraron una extraordinaria comodidad cuando el balón no se encontraba bajo su tutela y ésta se diluía cuando de pronto la manija del encuentro caía sobre su pies. Quizás aquí la tradición italiana jugó un papel fundamental. Suso, candidato a viajar al mundial Rusia con la selección española, y Franck Kessié dos jugadores que sí entendían el lenguaje en el que el cuero sobre el verde se expresa, aglutinaron la totalidad del veneno de su equipo, y del partido. El terreno de juego parecía volcado sobre el costado derecho. La fuerza de la gravedad ejercía su función sobre el flanco en el que Suso y Kessié hicieron trizas a la defensa rival. La sociedad que el español y el marfileño formaron aportó pingües beneficios al grupo que Gatusso prepara. Handanoviç despejó a corner un buen testarazo de Bonaventura. La jugada brotó de la pareja del partido.

Marco Storari, portero titular en primera instancia, se lesionó en los ejercicios de calentamiento previos al partido. Antonio Donnarumma (que no Gianluigui) suplió la baja. Aunque a la grada de San Siro poco le importó que bajo palos estuviera el hermano. De todos es sabido, que en los últimos encuentros, el respetable milanés ha saciado su ira contra el joven portero italiano, Gianluigi Donnarumma, debido a negociaciones con la Juventus y el Real Madrid a razón de un hipotético traspaso. Y durante este partido poco le importó a la hinchada el nombre, Antonio, y mucho le irritó el apellido, Donnarumma. Los silbido iban unidos a cada balón que Antonio tocaba, que poco o nada tiene que ver con la situación de su hermano menor. El portero que en la dorsal luce, al igual que su hermano, un número elevado, 90, completó una actuación encomiable. Se presentó agresivo en cada momento en el que el partido solicitaba de su participación, a pesar de que el entorno se mostraba hostil y aristado para el cancerbero. Formó como hombre detrás de la defensa en el ataque posicional de su equipo y salió victorioso de todos sus envites, hasta de aquellos en los que la suerte medió. Sostuvo milagrosamente a su equipo a la hora de juego tras enviar a corner un disparo a bocajarro de Joao Mario y el VAR se apiadó de él cuando anuló correctamente, por fuera de juego "pasivo", un gol que él mismo encajó en su propia portería.

Tras el paso por los vestuarios, el AC Milán asumió la responsabilidad de la posesión del esférico. El peso del partido paso de situarse en el centro, a un extremo. El partido quedó totalmente desnivelado. El Inter de Milán, apilado alrededor del calor de su propia porteria, basó sus opciones en el contragolpe. Luciano Spalletti, temeroso de acabar cosido al área, trató de corregir esta tendencia. Borja Valero y Marcelo Brozoviç entraron al campo para amarrar el esférico a botas nerroazzurras, el ímpetu del Milán fue mayor. Nada pudo hacer Spalletti. Condenados a susbsistir en las proximidades de sus dominios, la ocasión de Joao Mário solo hizo que expandirse en su vertiente más catastrófica: Mauro Icardi entró en contacto con el balón justo donde más peligro crea, dentro de área, Joao Mario quedó perplejo ante la exhibición anteriormente citada de Antonio Donnarumma. El gol rossonero parecía cuestión de tiempo.

Las fuerzas comenzaron a flaquearle a todos, también al Inter de Milán, con el renacer del juego en la segunda parte. Con más espacios a raíz de este hecho, los pases eran más sencillas de hilvanar. La posesión, el dominio y el partido comenzaron a teñirse de negro y rojo, en otras palabras, comenzaron a teñirse del equipo que apostó por jugar con el balón. Suso y Kessié, de nuevo, como en el primer acto, tejieron una maravillosa jugada por el costado derecho. Bonaventura, de nuevo, como en el primer acto, se quedó con la miel en los labios. Suso exploró la profundidad de su banda, inspeccionó la línea de cal, una y otra vez. Suso impactó el balón contra el larguero cuando el cronómetro se acercaba a contar noventa veces sesenta. Suso se lamentó en el tiempo de descuento de su mala fortuna. Suso sacó a bailar a Nagamoto en el minuto 106, por enésima vez. Patrick Crutone golpeó la pelota que llevaba grabada a fuego la palabra gol. Patrick, de 19 años, formado en la cantera del Milán, también peleó esa pelota. Explotó en júbilo celebrando el tanto que decantaba el derbi en favor de su equipo, el gol de la victoria. El gol de la victoria a pase de Suso ¿Quién sino?

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